Ataque a Ana Guevara y el reflejo de una sociedad en descomposición

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Lo ocurrido a la senadora Ana Gabriela Guevara el domingo pasado en la carretera México-Toluca, es uno más de tantos casos sintomáticos del estado de anomia crónica que vive la sociedad mexicana. Una grave situación en la que las personas no se reconocen, no se aman, sino que se repelen y en la que no se ha interiorizado en definitiva la necesidad de la ley, de valores, normas y modos de convivencia dignos del ser humano.

Tiene razón el periodista Jenaro Villamil al señalar indignado las reacciones de muchos usuarios de las redes sociales ante la brutal golpiza contra la exatleta mexicana.

La falta de empatía que inunda el estado de ánimo social de las redes con mucha frecuencia volvió a aparecer de forma escabrosa. Aquí tan sólo algunos ejemplos, muchos de ellos redactados por mujeres:

“Como es senadora, entonces sí van a mover todas las dependencias para agarrar a los agresores”…

“Te auxiliaron porque eres figura pública. Pero hay miles que viven lo mismo y no se hace nada”…

“Hay miles de mujeres violadas a diario y ellas no están chillando”.

“NO cabe duda que cuando quieren hacer pinche teatro lo hacen para distraer al pueblo”…

“Que chinguen a su madre ella, el Senado de la República y el América”.

“No me alegra, pero así como le dolió a ella nos ha dolido a muchas”.

 

La severa crisis de violencia que atraviesa el territorio mexicano ha alcanzado prácticamente a todos los niveles de la sociedad, sin embargo son aquellos que se encuentran en los estratos más vulnerables los que la padecen de una manera más directa y cruda, teniéndose que enfrentar a un sistema que empantanado en burocracia y corrupción hacen el proceso de denuncia un camino tortuoso para las víctimas y sus familiares, por lo cual muchos de los afectados terminan por abandonar su búsqueda de justicia en los mejores casos, teniendo en otros que enfrentarse incluso a la intimidación y persecución por parte no sólo de los victimarios, sino de los mismos funcionarios que en muchas ocasiones son no sólo encubridores de las violaciones a los derechos humanos sino plenos partícipes y cómplices de los delitos, por lo cual se lleva a la sociedad a un grado de tensión y desencanto con las «autoridades», haciendo ver su descontento en casos como el ocurrido con Guevara, quien en su carácter de funcionaria y figura pública recibe atención pronta y ejemplar, a diferencia de los miles de casos ocurridos día con día dentro del país, mismos que son archivados, encarpetados y nunca alcanzan una resolución favorable para las víctimas que impotentemente observan cómo todo «el peso de la ley» se utiliza sólo en casos mediáticamente destacados.

En las últimas horas la exatleta y senadora Ana Guevara ha compartido a través de diversos medios un breve video que da testimonio de la discusión que ambas sostuvieron con sus atacantes. Karina Rincón, la amiga de Guevara que viajaba con ella el domingo pasado cuando fueron golpeadas en la autopista México-Toluca fue quien grabó el material.

«¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? Te estoy grabando», le dice la mujer a dos de los sujetos, quienes viajan en un vehículo y que supuestamente golpearon sus motocicletas con éste en el acotamiento en la autopista México-Toluca.

 

En una parte de la discusión, un hombre le dice a las mujeres: «te voy a romper tu puta madre». A lo que Karina, la acompañante de Guevara, le responde: «tú estás chavito, no te metas, tu papá está mal».

Recalca la senadora por el PT y ex atleta olímpica que lo sucedido el domingo fue «una agresión de género» por ser motociclista, sin embargo más allá de la grave crisis de seguridad que atraviesa el género femenino, la poca empatía con los semejantes es un mal que aqueja sin distinción de sexo ni edad, que afecta gravemente el tejido social e invisibiliza el verdadero problema: la corrupción gubernamental.

El quebranto del tejido social que se vive dentro del territorio mexicano obedece también a las políticas impuestas desde las altas esferas legislativas, mismas que enfatizan las diferencias y no atacan la raíz del problema. Muchas son las quejas entre los habitantes de la ciudad de México que señalan por ejemplo, la práctica de dividir a los usuarios por sexos dentro del transporte público como una aceptación tácita por parte de las autoridades de su incompetencia y poca eficacia para fomentar la sana convivencia entre ambos géneros e incentivar el respeto mutuo, y a su vez, imposibilitan y minimizan los demás aspectos a los que se enfrenta la sociedad mexicana y que ha costado la vida de mujeres, hombres, niños y niñas, en una ola de violencia y sangre que sólo es reflejo de la indiferencia gubernamental ante los reclamos de una nación presa del hartazgo e impotencia al no ser escuchada.

Es condenable lo ocurrido a la senadora Guevara y sin embargo es sólo la punta del iceberg de una grave crisis y se debe tomar como un punto de partida para buscar sin distinción de sexo, edad ni condición social, la unión entre los individuos para promover el crecimiento como sociedad y lograr un verdadero contrapeso ante la descomposición de las instituciones que debieran dirigir a la misma a su sano desarrollo.

 

«Si no luchamos juntos, nos matarán por separado.»

Ernesto Guevara de la Serna

 

 

Redacción/Entre Noticias

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