¿Cómo fueron tratados los trabajadores inmigrantes que ayudaron a reconstruir los desastres de Katrina?

Inmigrantes mexicanos y centroamericanos ayudaron de manera muy importante a la reconstrucción de Nueva Orleáns y otras zonas devastadas por el huracán Katrina hace 12 años, pero en lugar de recibir gratitud fueron explotados, a veces vejados y muchos sufrieron la deportación.

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“El nivel de ataque a los trabajadores tiene características bélicas”, dijo un estudio sobre el trato recibido por trabajadores inmigrantes en Nueva Orleans

Entre 30,000 y 100,000 trabajadores inmigrantes de diferentes nacionalidades y etnias llegaron a la región devastada por el huracán Katrina en el lapso de un año para sumarse a la reconstrucción de la zona, según estimaciones proporcionadas en su momento por el National Migration Law Center.

Katrina, considerado el huracán más devastador de la historia de Estados Unidos, destruyó un área de 90,000 millas cuadradas (casi 234 veces el tamaño de la ciudad de Dallas), dañó más de 100,000 viviendas y acabó con gran parte de la infraestructura turística de la región, dejando en la ciudad miles de toneladas de escombros que poco a poco fueron removidos por esa nueva fuerza laboral en la zona, compuesta en una gran parte por trabajadores latinos, la mayoría mexicanos indocumentados que vinieron con todo y familias. Otro porcentaje de esos trabajadores, alrededor del 5 por ciento, llegó con visas H2B de empleo temporal.

Doce años después de Katrina tenemos ahora a Harvey, y bien vale la pena recordar a aquellos trabajadores que tuvieron en común un nivel de explotación sin precedentes según el estudio «And Injustice For All. Workers’s lives in the Reconstruction of New Orleans«, elaborado por el National Migration Law Center, The New Orleans Workers Coalition y otras organizaciones no lucrativas:

«Viven y trabajan en condiciones deplorables, sin vivienda, en pobreza, bajo la amenaza de redadas migratorias y sin la garantía de que se les pague».

 
En 2006, un año después de la catástrofe provocada por Katrina, alrededor de la mitad de la mano de obra para reconstruir Nueva Orleans era latina y el 54 % compuesta por indocumentados, según un estudio de la Universidad Tulane y la Universidad de California en Berkeley.

«Pese a que su labor era clave, estos trabajadores fueron víctimas de muchos abusos e injusticias como el robo de salario, la explotación laboral, la exposición a materiales tóxicos, la discriminación y persecución por parte de varias agencias policiales, así mismo como la deportación masiva de cientos de ellos».

 
Una de las primeras decisiones del presidente George W. Bush, pocos días después del desastre en la zona del Golfo de México causado por Katrina, fue suspender la ley Davis Bacon, una ley federal que prohíbe pagar a los trabajadores involucrados en proyectos de obras públicas menos que el salario que prevalece en la zona. Esto significó en la práctica que empresas como Halliburton entre muchas otras, cobraran al gobierno como si pagaran altos salarios a sus empleados, pero desembolsaban menos que el salario mínimo con el obvio propósito de incrementar sus ganancias y beneficiarse así de la tragedia.

Cómo el poder lucra con los desastres: Naomi Klein

Después del huracán Katrina, mientras veía a hordas de contratistas militares privados desembarcar en la ciudad inundada para encontrar maneras de beneficiarse del desastre, incluso cuando miles de residentes de la ciudad, abandonados por su gobierno, eran tratados como Criminales peligrosos sólo por tratar de sobrevivir, comencé a notar las mismas tácticas de zonas de desastre alrededor del mundo. Utilicé el término «doctrina de choque» para describir la táctica brutal de utilizarr la desorientación del público después de un trauma colectivo -guerras, golpes de Estado, ataques terroristas, debacles en los mercados bursátiles o desastres naturales- para impulsar medidas radicales pro-corporativas». Naomi Klein: how power profits from disaster

 
La tragedia causada por Katrina fue ciertamente el escenario de un lucro inmoral por parte de empresas de la construcción que exprimieron jugosos contratos federales con muy pocas regulaciones laborales y casi ninguna supervisión, permitiendo abusos indignantes sobre los trabajadores. Estanos hablando de decenas de miles de millones de dólares en contratos federales y privados, mientras los más grandes fueron obtenidos por compañías como Bechtel, Halliburton y su entonces filial Kellogg Brown & Root.

¿Qué pasará ahora con la reconstrucción en las zonas devastadas por el huracán Harvey? ¿Quienes buscarán beneficiarse del dolor y la tragedia?

Por lo pronto Trump visito Texas y en lugar de hablar antes que nada de las víctimas de Harvey, su megalomanía y egocentrismo no le permitieron evitar exclamaciones más propias de un acto de campaña que las obligadas por el sufrimiento de miles de personas:

Donald Trump: «Thank you everybody, what a crowd, what a turnout!» (Gracias a todos, qué multitud, qué concurrencia».

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