Ecuador está colapsando ante pandemia de COVID-19

Reportan colapso del sistema de salud, que dejan muertos "en las veredas", e incluso que la semana pasada las autoridades retiraron unos 100 cadáveres de viviendas en Guayaquil.

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A pesar de reportar el pasado lunes solo 60 fallecidos como consecuencia del coronavirus, ciudadanos en algunas ciudades ecuatorianas denuncian la muerte de sus familiares en sus casas a consecuencia de una “neumonía” y la mala gestión de autoridades sanitarias para proceder con el traslado de los cadáveres.

 

El Gobierno del presidente Lenín Moreno estableció como parte de los protocolos para esta pandemia uno concerniente con la “manipulación y disposición final de cadáveres con antecedente y presunción de Covid-19″.

Este cuenta con dos versiones, uno para los casos de fallecimientos en centros hospitalarios y otro para los muertos que se producen fuera de esos lugares, disponiendo, entre otras cuestiones, que “el cadáver deberá ser cremado, aunque también existe la posibilidad de inhumarlo, pero sin ser velado”.

El pasado lunes, el presidente de Ecuador comentó en la red social Twitter que se coordinó junto al vicepresidente de la nación comenzar los trabajos de construcción de un cementerio en la ciudad de Guayaquil, una de las ciudades más afectadas, para que los fallecidos “tengan el entierro digno que merecen, en un camposanto”.

Sin embargo, aumentan las denuncias por las malas prácticas de las autoridades ante la permanencia de los cadáveres apilados en los hospitales públicos y clínicas privadas.

Familiares y conocidos de los fallecidos se plantean cuándo comenzarán las labores para sepultarlos si el terreno para ello ya fue cedido por la Junta de Beneficencia de Guayaquil.

Asimismo, cuestionan las prácticas que están llevando a cabo las instituciones sanitarias pues a muchas de las victimas que fallecieron en sus casas se les negó la atención médica necesaria y la posibilidad de realizar el diagnóstico de Covid-19.

La provincia del Guayas, donde se encuentra Guayaquil, hasta el 1 de abril había reportado más víctimas del COVID-19 que naciones latinoamericanas enteras: 60 muertos y MIL 937 infectados (MIL 301, solo en la capital).

El colapso del sistema funerario producto de esta crisis es de tal magnitud que el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, debió conformar una fuerza de tarea conjunta para poder enterrar a todas las personas fallecidas.

BBC Mundo se comunicó con algunos de los familiares y vecinos de las víctimas y los testimonios coinciden con aquellas dos palabras que Joseph Conrad destacó en su obra «El corazón de las tinieblas»: el horror, el horror.

«Mi tío murió el 28 de marzo y nadie viene a ayudarnos. Vivimos al noroeste de la ciudad. Los hospitales le decían que no tenían camillas y falleció en casa. Nosotros llamamos al 911 y nos pidieron paciencia. El cuerpo sigue ahí en la cama donde falleció, porque nadie lo puede tocar ni nada de esas cosas», cuenta Jésica Castañeda, sobrina de Segundo Castañeda.

Otra joven guayaquileña que vive en el sureste de Guayaquil y quien pidió que no se difunda su nombre, relató que su padre murió en sus brazos y estuvo 24 horas en la casa.

«Nunca le hicieron la prueba del coronavirus, solo nos decían que nos podían agendar una cita y que tome paracetamol. Tuvimos que retirar el cuerpo por medio de particulares porque no tuvimos respuesta del Estado. Uno siente impotencia al ver a su padre así y tener que salir a pedir ayuda».

Pero esta situación no afecta solamente a los muertos por el virus. Wendy Noboa, quien vive en el norte de Guayaquil, cerca de la terminal de autobuses, cuenta la historia de su vecino Gorky Pazmiño, quien murió el domingo 29 de marzo:

«Él se cayó y del golpe en la cabeza murió. Yo llamé al 911 y nunca vinieron. Él vivía con su papá, que tiene más de 96 años, por eso mi angustia. Permaneció en el piso todo un día, hasta que vinieron familiares con la caja para sepultarlo. Pero no lo pudieron sepultar porque no había médico que firmara el certificado de defunción».

Los casos son tantos que la periodista Blanca Moncada, del diario Expreso, ha comenzado una cadena en Twitter solicitando información de familiares y vecinos de personas que se encuentren en esta situación.

«Tomé esta decisión por el grito desesperado de muchos ciudadanos que tienen que esperar hasta 72 horas e incluso más para que las autoridades recojan los cadáveres que permanecen en las casas; busco cuantificar la magnitud de esta tragedia porque, en cuestión de cifras, Guayaquil es en este momento una gran nube gris».

Enfrentamiento político

El comandante de la Armada Nacional, Darwin Jarrín, quien asumió el 30 de marzo la coordinación militar y policial para la provincia del Guayas, indicó a BBC News Mundo que hasta el jueves 2 de abril, a más tardar, estarán enterrados todos los fallecidos en Guayaquil.

«El Ministerio de Salud entrega en los hospitales el acta de defunción, Policía y CTE (Comisión de Tránsito del Ecuador) trasladan los cadáveres a los dos cementerios -Parques de La Paz en la Aurora y el Panteón Metropolitano en la vía a la costa- y las fuerzas armadas los entierran», señaló Jarrín.

Pero lo ocurrido en la última semana de marzo en la ciudad -donde más de 300 cadáveres fueron recogidos en distintos domicilios por la policía ecuatoriana, según informa el diario El Comercio- puede tener serias consecuencias.

Para comenzar, la crisis ha enfrentado a la alcaldesa de Guayaquil con el gobierno nacional. Cyntia Viteri, quien se encuentra en cuarentena por haberse infectado con el coronavirus, reclamó el 27 de marzo a las autoridades nacionales por las falencias del sistema público:

«No retiran a los muertos de sus casas. Los dejan en las veredas, caen frente a hospitales. Nadie los quiere ir a recoger. ¿Qué pasa con nuestros enfermos? Las familias deambulan por toda la ciudad tocando puertas para que los reciba un hospital público, donde ya no hay camas».

Además de los muertos en los hogares, la ciudad ha tenido que enfrentarse a la pesadilla de muertos en sus calles. Jésica Zambrano, periodista del diario El Telégrafo, le contó a BBC News Mundo su experiencia desde el centro de Guayaquil.

«Mi pareja salió a hacer las compras y se encontró una persona muerta, en las calles Pedro Carbo y Urdaneta. Más temprano nos dijeron que había otro muerto unos cuantos metros más allá. Aquí estamos acostumbrados a ver a mendigos durmiendo en las calles, pero como resultado de esta crisis personas desahuciadas mueren en el centro de la ciudad».

La semana pasada, Cynthia Viteri, alcaldesa de Guayaquil, difundió un video que se ha viralizado, en el cual pide al gobierno sincerar las cifras oficiales de fallecidos por Covid-19 en el país, haciendo especial referencia a la situación de real emergencia y desbordamiento del sistema de salud pública.

«Golpe a las costumbres»

El 28 de marzo, un día después de las declaraciones de la alcaldesa, el diario El Universo informó sobre los planes del gobierno municipal de enterrar a los muertos en una fosa común, pero la idea no prosperó.

«Me parece terrible que se haya lanzado la idea de una fosa común en esta ciudad», le dice a BBC News Mundo el sociólogo guayaquileño Héctor Chiriboga.

«Esta es una ciudad donde la clase media, media baja, demoraba el velorio hasta dos días porque tenía que llegar el pariente que vivía en Europa, los migrantes que se fueron después del 2000. Aquí se vestía a los cadáveres y hasta hace poco la Iglesia católica veía con malos ojos la cremación», explica y añade:

«Esto es un golpe para las costumbres de los sectores populares, para el ritual del fallecimiento y del entierro. El hombre que se gana el pan día a día, que tiene una veta cristiana o católica, es un hombre que se deshace al ver que no se va a poder cumplir con el rito».

Entre Noticias | Aristegui/BBC/TeleSur | evr

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