Por Rubén Luengas
El pasado miércoles 20 de mayo, en la catedral de San Luis Potosí, se realizó a puerta cerrada algo denominado ritual del “Magno Exorcismo”, aplicado a México”, en medio del mayor sigilo, con la participación del cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo emérito de Guadalajara y la del conocido exorcista español, el padre Antonio Fortea, quien viajó a México para asesorar la celebración del ritual, entre varios sacerdotes “exorcistas” que acudieron de diversas diócesis de México para la realización de tal procedimiento.
José Antonio Fortea, según se puede leer en Wikipedia, es un sacerdote católico y teólogo especializado en demonología: ángeles, demonios, posesión diabólica y exorcismo.
“Si a las tres horas de exorcismo el demonio no sale del cuerpo del poseído, hay que dejarlo para otro día”, dijo en 2008 , el padre José Antonio Fortea, entre cuyas novelas preferidas está El nombre de la rosa, de Umberto Eco.
¿Habrá salido o no el demonio en el exorcismo dirigido a todo México realizado en San Luis Potosí el pasado mes de mayo?, ¿Habrá sido dejada para otro día tan delicada tarea de extirpación del Maligno?.
Portales de orientación católica en la internet, señalan que “el hombre que discute con el diablo” rehusó dar detalles sobre el ritual realizado en San Luis Potosí, pero comentó en entrevista telefónica que sin duda alguna: “Aborto, satanismo, corrupción, culto a la ’santa’ muerte y legalización de aberraciones sexuales han provocado una gran infestación satánica en todo México, ocasionando una violencia incontrolada y generalizada debido precisamente a la acción demoniaca”.
Por lo pronto la web católica, Religión en Libertad, vinculada a Los Legionarios de Cristo, según el periódico El Plural, preguntó a sus lectores si consideraban que España y otros países necesitaban un exorcismo como el realizado en México. Resultó que “70% de los lectores se decantaron por el sí”. Sosteniendo que “el demonio se ha adueñado del mundo corrompiendo las costumbres hasta extremos inauditos”. Sólo un 6,19% pensó que se trataba de “una decisión algo extravagante y que crea una polémica innecesaria”.
La idea de exorcizar a México y al mundo no me parece mala, la comparto de hecho, pero habría que comenzar por exorcizar a muchos de los altos jerarcas de la propia iglesia, quienes en no pocos casos se prostituyen coludiéndose con el poder, exhibiéndose públicamente codo a codo con gente, política y económicamente muy poderosa, no precisamente para evangelizarles en el amor, la verdad y la justicia, sino para bendecir sus acciones, sus fraudes electorales, en nombre de la defensa de las “buenas costumbres”; su ideología diabólica neoliberal que en México y el mundo quiere poseerlo todo: al Estado y sus instituciones, la salud, la educación, el trabajo, los recursos naturales, los medios de comunicación y hasta a nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestras ideas y pensamientos, sueños e ilusiones, bajo la ley de la sacrosanta competencia, no así de la fraternidad, la solidaridad y la cooperación que enseñan los evangelios, la exégesis y hermenéutica de los libros del Nuevo Testamento.
Cuando Jesús expulsaba a los demonios, según la narración de los evangelios, esto nada tenía que ver con la imagen hollywoodense que se reproduce en nuestras mentes al abordar el tema, sino con la expulsión de ideologías demoniacas que tanto daño, dolor y angustia humana han provocado a lo largo de nuestra historia. El Jesús de los evangelios, expulsaba a los demonios de la falsedad y la mentira con la luz de la verdad, mientras que sus milagros, como el de la multiplicación de los panes, no es que se haya tratado de un acto de magia, sino que el milagro consistió en que la palabra de Jesús, invitación para la expulsión del demonio del egoísmo, movió los corazones de los presentes, logrando que decidieran compartir la comida que guardaban sólo para ellos. De tal suerte que todos comieron y hasta sobró la comida. El milagro consistió en poner los alimentos en común, expulsando de los corazones al demonio del individualismo y la codicia, dejando que este se llenara del gozo que sólo pueden proporcionar las acciones genuinas movidas por el espíritu del amor y la hermandad. Desgraciadamente, sigue siendo muy vigente aquello que el escritor español, Juan Ramón Jiménez, decía sobre su país y que bien puede aplicarse a México: “España, es un país más católico que cristiano, más eclesial que espiritual. País más de raíces y de pies que de alas”.
Lamentable que los “exorcistas” reunidos en la catedral de San Luis Potosí, no identifiquen como demoniaca a la ideología que se planteó como objetivo cambiar el corazón y el alma de las personas en el mundo entero, en sentido contrario al que propuso Jesús, independientemente de que se sea o no cristiano. La imposición en México de esa ideología que idolatra al dios mercado de las inversiones especulativas, y su concomitante corrupción, es causa profunda del desastre que tiene a México sumido en la inseguridad y en la pornografía de la violencia nuestra de cada día. Urge sin duda un exorcismo del demonio neoliberal que reduce todo a la categoría de mercancía y que tiene poseídos a políticos, a empresarios; escuelas, hospitales, bancos, iglesias, televisoras, radiodifusoras, periódicos, empresas del espectáculo y el entretenimiento, y a los lugares mismos de trabajo, en los que se ejerce el culto a la competitividad como valor existencial supremo.
A nivel mundial, el diagnóstico que presenta la ONU para los próximos años espera tendencias que bien pueden calificarse de diabólicas:
“De los 1,200 millones de personas que padecen hambre, para el año 2025, aumentarán a 2,000 millones de pobres. Para el 2025, 6 millones de Km2 de tierra, ahora fértil, se habrán convertido en desierto y la mitad de las reservas pesqueras se habrá agotado. Actualmente 1/3 parte de los países en desarrollo no tienen acceso al agua potable, para el 2025 serán 2/3 partes, afectando de 130 millones de personas actualmente a un mil millones. Existen 850 zonas francas para exportación en el mundo conocidas como fábricas de sudor dependientes de las empresas transnacionales con una sobreexplotación de las mujeres. Para el 2025, las reservas de petróleo estarán a punto de agotarse y en la medida que se apliquen fuentes alternativas de generación de energía, se prevé una grave crisis del proceso de reproducción capitalista actual”.
Sí, urge un exorcismo en España, en México y en el planeta entero que expulse a los demonios antidemocráticos de los centros supranacionales de poder hegemónico mundial, cuyos sacerdotes deciden en sigilo sus “liturgias” y predican en público favor de la privatización global corporativa de la existencia misma como sinónimo de paraíso o de nueva tierra prometida. Urge, antes de que su posesión diabólica pueda ser irreversible.