En diciembre de 2006, al tomar posesión como presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa desató una guerra contra el narcotráfico que cobraría las vidas de decenas de miles de mexicanos. A partir de entonces Turati, al igual que otros periodistas, se dedicó a dar voz en los medios de comunicación a quienes parecían ser sólo testigos mudos de una guerra.
Por Aleyda González
Ella quería cubrir el tema de la pobreza en México. No sospechaba que unos días mas tarde las circunstancias la convertirían en corresponsal de guerra en su propio país.
El pasado 7 de febrero Marcela Turati, periodista mexicana, recibió el Premio Louis M. Lyon por la Conciencia e Integridad en el Periodismo que otorga la Fundación Neiman de la Universidad de Harvard. Esa tarde, los asistentes a la Casa Nippmann, conocieron una mujer de mirada dulce y hablar amable cuya fuerza se encuentra en el poder que posee para imprimir en la memoria imágenes e historias desgarradoras. En una emotiva ceremonia, los miembros de la fundación e invitados especiales escucharon, de voz de Turati, un breve recuento de lo que significa ser periodista en México y cómo muchos colegas se han visto forzados a dejar su casa, su familia o a entender la muerte como riesgo de trabajo.
En diciembre de 2006, al tomar posesión como presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa desató una guerra contra el narcotráfico que cobraría las vidas de decenas de miles de mexicanos. A partir de entonces Turati, al igual que otros periodistas, se dedicó a dar voz en los medios de comunicación a quienes parecían ser sólo testigos mudos de una guerra que no era suya, pero cuyos muertos sí lo fueron. El reto, como lo describe Turati, era mantener el interés en los lectores durante de lo que parecía un interminable conteo de muertos y mantener la alegría de vivir a pesar del dolor de tantas muertes. “¿Cómo logras que el muerto 100 o el 10 mil o el 100 mil sigan interesando? ¿Cómo logras mantener viva la indignación del lector en cada nota y la esperanza de que las cosas pueden ser cambiadas? ¿Cómo te limpias el alma de tanto horror?”, indicó.
Durante los últimos seis años más de 60 periodistas han sido asesinados, torturados o desaparecidos en México, convirtiéndolo en el segundo país más peligroso para practicar el periodismo, sólo después de Irak. «Llegó un momento en que todos los que cubríamos la violencia teníamos pesadillas. En las mías, veía sicarios, camiones cargados de muertos, paredes manchadas de sangre,» expresó Turati. «Ese fue un tiempo en que nuestra lucha era por mantener la alegría de vivir a pesar de lo que cubríamos», agregó.
La voluntad de Turati de ayudar no sólo a las victimas de la guerra, sino a los colegas que cubrían la violencia en México, llamaron la atención de los 12 periodistas estadounidenses y 12 más de múltiples nacionalidades que conforman la generación 2013 de la Fundación Neiman. Esta fundación cada año selecciona un periodista, organización o grupo que reflejen conciencia y ética periodística para recibir el premio.
Turati aceptó el reconocimiento a nombre de los periodistas mexicanos valientes que arriesgan sus vidas a diario para cubrir los trágicos sucesos que suceden en el país. Se dijo sorprendida de que la eligieran a ella pero al mismo tiempo «contenta de saber que alguien se fijó en el trabajo hormiga que durante estos últimos años varios periodistas hemos hecho para cuidar a otros y cuidarnos entre nosotros».
El esfuerzo de Turati se ve reflejado en el número de colaboraciones y libros que cuenta entre sus obras, así como las actividades que realiza en beneficio del gremio. Actualmente colabora con al revista Proceso. Es autora del libro «Fuego Cruzado. Las victimas atrapadas en la guerra del narco», coautora de los libros «Migraciones vemos… Infancias no sabemos», «72 Migrantes», «La Guerra por Juárez» y «Nuestra aparente rendición». Recientemente participó en la edición del libro «Entre las Cenizas: historias de vida en tiempo de muerte». Turati también ha mostrado un profundo compromiso y solidaridad con sus compañeros. En 2007, acompañada de un pequeño grupo de periodistas – todas mujeres – que compartían su interés por dar una perspectiva social y humana a la noticia, crearon la red Periodistas de a Pie.
El subdirector de El País, periodista Borja Echeverría de la Gándara, miembro de la generación 2013 de la Fundación Neiman, preguntó a Turati sobre la participación de las mujeres en la cobertura de la violencia México y por qué cree que sean mayormente mujeres quienes, como ella, han tomado la iniciativa de formar organizaciones como la de Periodistas de a Pie. “Generalmente las mujeres no son las que cubren el tema del narcotráfico”, explicó Turati. “Pero con todo lo que ha pasado y los asesinatos, les ha tocado a las mujeres entrar en la cobertura”.
Destacó también que “en las redes de periodistas, las mujeres están tomando un papel para cuidar a otros, y también lo vemos entre las víctimas. En Ciudad Juárez las mujeres fueron las que salieron a tratar de ayudar a la gente que sufría la pérdida de alguien. Las poetas, las raperas, las defensoras de derechos humanos, las madres de las personas desaparecidas. Son mujeres y más mujeres las que están exigiendo justicia y tratando de reconstruir la sociedad”, señala Turati. Desafortunadamente, también ha habido muchas mujeres periodistas asesinadas y defensoras de los derechos humanos que han sido torturadas o severamente lastimadas, cuando no asesinadas, por levantar su voz para exigir justicia.
Turati asegura que la violencia y la lucha por silenciar sus voces continúa. Enrique Peña Nieto hereda de Calderón, junto a muchos otros retos el de proteger a los periodistas. Aunque desde que comenzó de su mandato la violencia parece desvanecerse de la agenda pública. Pero cambiar el discurso no cambia la realidad y la amenaza contra los periodistas no se irá, en sus palabras, “hasta que el Estado haga lo que le corresponde. Hasta que matar periodistas en México tenga un costo. Un castigo. Una pena”.
Crédito foto: LatinoCalifornia