Unidos por este acto de fe, Margaret Thatcher y Ronald Reagan contrajeron matrimonio político a principios de los 80 para instaurar el fundamentalismo de mercado en el mundo, con la bendición ideológica de Adam Smith y sus discípulos.
La «dama de hierro» decía que no había alternativa, que los mercados se «regulan solos» sin necesidad de la intervención del Estado.
Unidos por este acto de fe, Margaret Thatcher y Ronald Reagan contrajeron matrimonio político a principios de los 80 para instaurar el fundamentalismo de mercado en el mundo, con la bendición ideológica de Adam Smith y sus discípulos , tales como Milton Fridman, y con la guía inmaculada y santa de «la mano invisible» que conduce al paraíso a quienes se mantienen fieles en el amor a un mercado sin barreras.
Thatcher fue la primera mujer del Reino Unido en llegar al cargo de primer ministra en el que permaneció durante casi 11 años, privatizando industrias estatales, el transporte público (trenes y autobuses); impulsando la reforma de los sindicatos, a los que prácticamente despojó de poder y reduciendo el gasto público. Estas medidas lograron bajar la inflación, pero aumentaron el desempleo y entonces la euforia inicial por su llegada al número 10 de Downing Street, la residencia de los primeros ministros, se transformó en frustración.
Pero vino entonces la guerra de las islas Malvinas contra Argentina y la victoria británica en junio de 1982 hizo que la «dama de hierro» se alzara con el triunfo en las elecciones generales de 1983. Margaret
Thatcher fue sinónimo de un neoliberalismo sin concesiones que dejó el campo libre al poder del más fuerte en las relaciones económicas. La «dama de hierro» ha sido despedida en Gran Bretaña como «una gran patriota» y como la figura política más influyente desde Winston Churchill por parte de los conservadores de su país. Por deseo expreso de la propia Thatcher, no habrá sin embargo funeral de estado.
Redacción: «Entre Noticias»