«Es como pedirle a un tigre que se vuelva vegetariano», me dijo alguien en twitter. Otro escribió: «AMLO pide una consulta….. pues que sea con un buen médico porque el paciente agoniza».
por Rubén Luengas
Afirmó Gandhi: «Los ingleses no nos han tomado la India, nosotros se la hemos dado». ¿Hemos dado México nosotros los mexicanos o nuestro país fue tomado por los llamados poderes fácticos a cuyo servicio están los poderes formales?
Influido por Henry David Thoreau, de quien aprendió la práctica de la desobediencia como instrumento para hacerle frente a lo injusto, Gandhi pensaba que «la esclavitud consiste en someterse, mientras la libertad exige la desobediencia», pero a diferencia de Thoreau, Gandhi le dio al concepto de desobediencia, una dimensión de organización colectiva, más allá de la opción personal como la de Thoreau, cuando este dejó de pagar impuestos al gobierno en protesta por la invasión estadounidense a México (1846-1848).
Gandhi puso en práctica una desobediencia inseparable de su compromiso con la no-violencia, siendo esos principios los que inspiraron las grandes movilizaciones sociales como la de millones contra el impuesto británico a la sal o el boicot a la escolarización británica por lo que en varias ocasiones Gandhi fue arrestado y encerrado en la cárcel.
Hoy en la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador le pidió al presidente Enrique Peña Nieto que «consulte al pueblo de México» antes de que se dictamine y se someta al pleno de las Cámaras la reforma energética propuesta por su administración.
«Es como pedirle a un tigre que se vuelva vegetariano», me dijo alguien en twitter. Otro escribió: «AMLO pide una consulta….. pues que sea con un buen médico porque el paciente agoniza».
El columnista del diario La Jornada, Julio Hernández (@julioastillero) destacó también en twitter lo que fue sin duda uno de los momentos más significativos de la marcha: «AMLO interrumpe brevemente su discurso ante coro de «¡Paro nacional, paro nacional! «; luego dice que se necesita participación y voluntad popular».
Hay quienes interpretan lo anterior como la señal de que López Obrador podría verse rebasado por gente que en definitiva quiere acciones más contundentes y concretas como la de un paro nacional que podría, comentaron otros en las redes sociales, «no estar contemplado en los cálculos de aspiraciones electorales para el 2018».
López Obrador dijo: «para eso que ustedes o algunos plantean, el paro nacional, para cualquier cosa, lo primero que se requiere es que haya participación ciudadana. No se olvide, el motor del cambio es el pueblo; si no se tiene el apoyo de la gente, si no se manifiesta la gente no se avanza. Debemos ser cada vez más y más y estar dispuestos a construir una amplia alianza con todos: organizaciones sociales y culturales, partidos, sectores económicos,con empresarios, con todas las clases sociales sin distinción de creencias, ideologías o posiciones políticas, y no es la aspiración de que nosotros encabecemos esa alianza. No tenemos ningún afán protagónico, que quede muy claro»
Ante lo que significa en la práctica el llamado «nuevo orden internacional» al que se refirió literalmente Enrique Peña Nieto el 4 de junio de el 2013 durante la visita a México del presidente de China, Xi Jinping, en el que se convierte a México, según el analista Álvaro de Regil, en un territorio cuya función es proveer el libre acceso a los recursos naturales y la proveeduría de fuerza laboral a precios de moderno trabajo esclavo»; parece no quedar mucho tiempo para despertar la conciencia de millones de mexicanos que aún no han tenido acceso a la información que les permita mirar por encima de sus creencias, para percibir con claridad el sometimiento de México al dictado de una fuerza superior de enorme capacidad destructiva: el mercado financiero internacional.
Nadie en México ha votado para elegir a quienes ejercen el poder global de esa fuerza superior que desde hace mucho tiempo esta sedienta, entre otros recursos naturales, del codiciado «jugo negro» de la tierra llamado petróleo y que impone a nivel global la obediencia ciega a los dictados del mercado, ante los cuales, hace décadas que el poder político en México ha claudicado.
En ese contexto ¿qué significa el llamado de López Obrador al presidente Peña Nieto para que se consulte al pueblo de México y sea este quien decida el destino de la llamada «reforma energética»?
Creo que la persona del twitter tiene razón, es como pedirle a un tigre que se vuelva vegetariano. Pero si efectivamente el 6 de octubre aumenta considerablemente el número de mexicanos que se una a la protesta y se contempla en serio la opción de un paro nacional, al tigre sí que le podrían temblar las piernas.
Enrique Peña Nieto fue impulsado a la presidencia de México por esa fuerza superior globalizadora, a la que el periodista español Iñaki Gabilondo llamó dictadura en un programa de televisión: «Somos súbditos de los mercados, es decir que el régimen en que vivimos es una dictadura; una dictadura muy particular, pero una dictadura, disfrazada con los ropajes de la democracia, pero una dictadura.»
¿Logrará la convocatoria, hasta ahora a la realización de nuevas marchas y a una consulta popular, frenar la decisión de los poderes fácticos nacionales y extranjeros de privatizar la industria del petróleo mexicano?
No lo se, pero mientras el «nuevo orden internacional», citado por Peña Nieto, avanza vertiginosamente convirtiendo la salud, la educación y todo lo que toca en mercancía, queda todavía el recurso de la desobediencia civil, el del no sometimiento voluntario a la esclavitud de los mercados; el del «paro nacional» que le pedía la gente a coro este domingo a Andrés Manuel López Obrador . Queda la opción personal y colectiva de hacerle frente a la globalización definida por Mario Benedetti como sinónimo de agonía sin fin de la esperanza:
«De un tiempo a esta parte, nuestro enemigo no tiene enemigos. Y, en consecuencia, todo lo ve global, todo absoluto. Sus neuronas son espingardas, sus pensamientos son arcabuces, su corazón unidad blindada. Para sus malditos creadores, la globalización significa la captura ad infinitum del poder omnímodo. Pero es también el sistema adicional de acabar con la Humanidad. Tal vez sus gestores no advirtieron que la Humanidad no sólo incluye a los seres comunes, a los intelectuales y a los menesterosos, sino también a los dueños del poder, a los fabricantes de misiles y a los empresarios de la muerte».