Hasta ultraderechistas se quejan del implacable espionaje contra ciudadanos

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Se trata de James Sensenbrenner, congresista por el estado de Wisconsin y dueño del grupo de empresas Kimberly Clark, quien pedía también que se le negara a esos niños, acceso a la educación, asistencia social, servicios médicos y que fueran deportados con sus padres a sus países de origen.

¿Recuerdan al congresista Republicano que propuso criminalizar a los inmigrantes indocumentados , castigar a quienes les ofrezcan cualquier tipo de ayuda, trabajo o alquiler de una vivienda y que a los niños nacidos en EE.UU. hijos de indocumentados les fuera retirada la ciudadanía estadounidense?

Se trata de James Sensenbrenner, congresista por el estado de Wisconsin y dueño del grupo de empresas Kimberly Clark, quien pedía también que se le negara a esos niños, acceso a la educación, asistencia social, servicios médicos y que fueran deportados con sus padres a sus países de origen.

Sensenbrenner es también uno de los arquitectos de la Patriot Act, (Acta patriótica), descrito en 2006 por la revista Rolling Stone como el segundo peor congresista de la Cámara, endosándole el apelativo de «el dictador». ¿Cómo estarán las cosas que hasta ese «dictador» se ha mostrado alarmado por el poder ilimitado concedido a la National Security Agency (NSA) para realizar labores de vigilancia implacable sobre los ciudadanos?:

“Después del 11S, con el país en peligro y listo para entrar en el mayor conflicto desde la guerra de Vietnam, el Congreso amplió los poderes del Ejecutivo para ayudar a proteger al pueblo norteamericano. Pero la NSA ha abusado de esa confianza. Ha ignorado las restricciones cuidadosamente diseñadas por los congresistas y ha asumido una autoridad total nunca prevista por el Congreso. Aun peor, la NSA ha ocultado sus operaciones bajo un manto de secreto tan grueso que, incluso cuando recuperemos la confianza, ni el Congreso ni el pueblo norteamericano tendrán la capacidad de verificar sus actos».

Hace 52 años , el saliente presidente de EE.UU Dwight Eisenhower, ofreció lo que muchos consideran la despedida presidencial más recordada de la historia estadounidense. Fue un discurso televisado el 17 de enero de 1961 en el que se escuchó por primera vez el concepto «complejo militar-industrial». El discurso original incluía otra palabra que el presidente decidió quitar para evitar enemistarse con los congresistas:»complejo militar-industrial -congresional».

En el histórico discurso, Eisenhower advertía:

«Debemos cuidarnos de la adquisición de influencias injustificadas, buscadas o no, por parte del complejo militar-industrial. La posibilidad de un aumento de poder desastroso e inapropiado existe y persistirá. No debemos permitir nunca que el peso de esta combinación ponga en peligro nuestras libertades o procesos democráticos».

Después de más de medio siglo, hasta algunos como Sensennbrener parecen empezar a comprender parte de la advertencia de Eisenhower.

Redacción/Entre Noticias

Foto: civic.mit.edu

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