La situación del mercado laboral en Europa sigue delicada. Cerca de 27 millones de personas (un 10,1 por ciento) no tienen empleo, según revela esta semana la oficina estadística de la Unión Europea. En países como Grecia o España, la tasa de paro alcanza el 27 por ciento.
Por Leticia Roncero
Amenos de seis meses para que los europeos elijan a sus representantes en la Eurocámara (principal órgano legislativo de la Unión Europea), la derecha nacionalista encabeza los sondeos de muchos de los países miembros: Grecia, Francia, Reino Unido o Países Bajos, entre otros.
La mayoría de estos partidos se declaran “euroescépticos” y contrarios a la inmigración. «Europa es enemiga del pueblo, por lo que éste debe movilizarse contra ella», señalaba hace poco la presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, cuyo partido encabeza los sondeos franceses para las próximas europeas. El presidente del Partido por la Libertad de los Países Bajos, Geert Wilders, le sigue en el discurso: “Hoy comienza la liberación de la élite europea, el monstruo de Bruselas”, anunció después de sellar el acuerdo con Le Pen para formar una alianza de cara a las próximas elecciones.
El desalentador contexto
La situación del mercado laboral en Europa sigue delicada. Cerca de 27 millones de personas (un 10,1 por ciento) no tienen empleo, según revela esta semana la oficina estadística de la Unión Europea. En países como Grecia o España, la tasa de paro alcanza el 27 por ciento.
La percepción que la mayoría de europeos tiene del conjunto de sus instituciones tampoco es alentadora. Los resultados de los sondeos previos a las elecciones del Parlamento Europeo -que tendrán lugar el próximo mes de mayo- ponen de manifiesto la creciente pérdida de confianza de sus ciudadanos en el proyecto político común. Un 56 por ciento de los europeos encuestados en junio para el Eurobarómetro de 2013 aseguraba no estar interesado en las políticas comunes, mientras que un 46 por ciento se declaraba insatisfecho con el funcionamiento de la democracia en la Unión Europea.
Un movimiento xenófobo
Las ideas que defienden muchas de estas formaciones políticas de ultraderecha podrían compararse a las del Tea Party en los Estados Unidos. Llaman a recuperar la “soberanía nacional” por encima de los “dictados” de la Unión Europea, son contrarios a la inmigración y al actual sistema de gobierno y afrontan la globalización como una amenaza a la seguridad de sus ciudadanos.
En su página web, los británicos del UK Independence Party -tercera fuerza política en Reino Unido que cuenta con 9 escaños en la actual Eurocámara- asegura que sus preocupaciones por la llegada de inmigrantes “no tienen nada que ver con el racismo” sino con “la falta de espacio, recursos, escuelas, hospitales y viviendas”.
La influencia de estos partidos puede ser decisiva para el futuro de Europa. Si finalmente las formaciones “euroescépticas” consiguen suficiente representación en el Parlamento para formar alianzas, la toma de decisiones en materia legislativa podría verse paralizada. Algo similar a lo que ocurrió en Estados Unidos durante la discusión del presupuesto del pasado mes de octubre.
En un artículo para el diario español El País, el presidente de la Comisión de Libertades, Justicia e Interior del Parlamento Europeo, Juan F. Aguilar, señalaba el caso de las revelaciones de espionaje masivo de la NSA a países europeos como un ejemplo de respuesta ineficaz por parte de sus instituciones. Una crisis que puso de manifiesto las diferencias internas entre los miembros del Parlamento Europeo y que tuvo como resultado una falta de acuerdo y de acción efectiva.
Mientras se aproxima el momento de ir a las urnas, los europeos tienen por delante el reto de decidir, con su participación, quiénes serán los actores políticos que den respuesta a sus principales preocupaciones: la protección de los derechos humanos, la solidaridad entre los estados miembros, la igualdad entre hombres y mujeres o la libertad de expresión, entre otros asuntos.