Reporte Espinoso: La excepcionalidad de Nicaragua

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Miles de menores de América Central migran hacia EEUU.

Miles de niños centroamericanos están viajando solos hacia los Estados Unidos, pero muy pocos de ellos son de Nicaragua.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, está pidiendo al Congreso una inyección de 3.700 millones de dólares para afrontar lo que se ha denominado como una “crisis inmigratoria”. En la otra vereda, los parlamentarios republicanos han llegado a describir incluso “una invasión” y culpan a la actual administración por la horda de menores de edad que están viajando solos hacia Estados Unidos por medio de la frontera con México.

La solución propuesta por el gobernador de Texas, Rick Perry: militarizar la frontera, ordenando a 1.000 efectivos de la Guardia Nacional a que se adhieran a las labores de patrullaje.

Nada de esto tiene que ver con las causas propias de esta crisis, que es una crisis humanitaria por sobre todo, donde niños son capaces de abandonar sus casas para viajar miles de kilómetros, sorteando miserias, proxenetas y violencia, para llegar a Estados Unidos.

¿Por qué lo hacen? ¿Qué los fuerza a tal odisea? Esta es la pregunta que lleva a las causas del problema, que es justamente lo que se debe remediar.

Y la respuesta nos lleva a los países de origen de estos niños: México, Guatemala, El Salvador y Honduras, países azotados por la violencia, por las pandillas criminales, por la inseguridad social y económica. Pero hay un país que escapa de esta regla, que siendo uno de los países más pobres del continente, no tiene a tantos niños tratando de escapar haca el norte.

Se trata de Nicaragua.

Apenas 157 niños, de los más de 16.000 menores que cruzaron la frontera entre octubre 2013 y junio 2014, eran nicaragüenses.

La pregunta es entonces evidente, ¿qué sucede en Nicaragua que evite esta horda de menores tratando de migrar hacia el norte? ¿cuál es la diferencia fundamental con sus vecinos centroamericanos?

No es la economía, es la baja criminalidad

Un artículo de KPBS de la Universidad de San Diego nos entrega luces sobre este fenómeno. La nota comienza señalando al parlamentario republicano Darrel Issa, quien indica la situación económica de los países de origen de estos menores como el principal factor que desencadena su migración.

Nicaragua, junto con Haití, es uno de los países más pobres del continente. Y efectivamente muchos nicaragüenses viajan al extranjero para buscar mejores horizontes laborales. Pero lo hacen hacia el sur, hacia Costa Rica, donde ya hay una fuerte comunidad de compatriotas que se desempeñan en distintos rubros y que actúan como una red de ayuda y protección hacia los recién llegados.

La respuesta está entonces en la criminalidad. Tanto El Salvador, Guatemala, México y Honduras (que tiene una de las tasas de homicidio más altas del mundo), son países que están saboteados por la violencia, el narcotráfico y las pandillas. Estos problemas no se observan a gran escala en Nicaragua, que tiene una tasa de crimen bastante baja en comparación al resto de la región.

“Durante los 90’s, (Nicaragua) realmente invirtió en tratar de reformar su policía (…) Eso les permitió controlar el crimen de una manera muy efectiva”, señala José Miguel Cruz, profesor de la Universidad Internacional de Florida, originario de El Salvador, quien ha estudiado a las pandillas centroamericanas por dos décadas.

Las cifras sustentan este argumento. Mientras un tercio de la población de El Salvador y Honduras considera el crimen como el principal problema social, apenas un 3 por ciento de los ciudadanos de Nicaragua piensa lo mismo. Una reciente encuesta sobre confianza policial, indica que los nicaragüenses apoyan en un 80 por ciento a su fuerza policial, mientras que en el caso de Guatemala, apenas un 15 por ciento de la población tiene confianza en su policía.

Geopolítica y seguridad en el continente

El historiador Jeffrey Gould, quien es experto en la historia reciente de Nicaragua, indica que el sólido apoyo popular a los sandinistas tras 43 años de dictadura del clan Somoza, permitió a la nueva facción gobernante extirpar de raíz los elementos corrosivos de la policía.

“Cuando los sandinistas emergieron, se propusieron crear un nuevo tipo de fuerza policial, que estuviera en sintonía con la población local y sus necesidades, en vez de ser opresiva”, indica Gould.

Por su parte, el periodista estadounidense Judy Butler, quien vivió en Nicaragua por 31 años, dice que “hubo una limpieza de los militares y otras estructuras de gobierno que nunca sucedió en Guatemala, El Salvador y Honduras”.

Efectivamente, basta mirar la historia reciente de la región para darse cuenta que la corrupción y la inestabilidad política son problemas latentes. El ex presidente salvadoreño Antonio Saca (2004 – 2009) fue expulsado de su propio partido político cuando una investigación interna arrojó que se había robado 219 millones de dólares durante su administración. En 2009 se ejecutó un golpe de Estado en Honduras que depuso al presidente Manuel Zelaya.

El papel de Estados Unidos en la región tampoco ha sido favorable. Como lo explora un artículo del Washington Post, la política de deportaciones masivas durante los años 90’s, provocó que muchos pandilleros del sur de California volvieran a sus países de origen para recapitular las gangas (como la Mara Salvatrucha) en Centroamérica.

La ayuda financiera para el combate del crimen tampoco ha tenido resultados auspiciosos. Desde 2008, bajo el alero de la Iniciativa de Seguridad Regional de Centro América, los Estados Unidos han proporcionado 649 millones de dólares a los gobiernos locales, sin que ninguna de las variables a considerar (tasa de homicidios, secuestros, población penal, aceleración de procesos judiciales) haya mejorado. Por el contrario, todo ha empeorado. Otro ejemplo de fracasos en este sentido es el Plan Colombia (1.600 millones de dólares), que no ha frenado el narcotráfico ni mermado significativamente la fuerza de las guerrillas marxistas en el país sudamericano.

Desde el arribo de Daniel Ortega a la presidencia de Nicaragua, se puede observar un cambio en el eje geopolítico del país, que vira hacia el ALBA y las alianzas con gobiernos de izquierda (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Cuba) que hacia Estados Unidos. Más aún, los planes de construcción de un canal transoceánico con capital de China agrandan más aún la brecha que está desconectando a Nicaragua del eje estadounidense que dominó la historia política de la región durante el siglo XX. Visto desde otra perspectiva, se podría decir que Nicaragua ya no es un foco de influencia, por lo tanto tampoco un problema, para Estados Unidos.

Por Hugo Espinoza Caut / Entre Noticias.

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