Mapa antiguo de América.
Este hito, que es señalado como el “descubrimiento del Nuevo Continente”, comienza con un hecho simbólico de tremendo significado. Colón rebautiza a la isla como “San Salvador”.
Se le adjudica un nombre cristiano en un idioma latino. Una nueva religión y un nuevo idioma se convierten tanto en el acervo como en la desdicha cultural que los europeos trajeron a las nuevas tierras.
Es justamente el sometimiento de la cultura aborigen y de las civilizaciones precolombinas (especialmente los aztecas y los incas) lo que la corona española traza como objetivo imperativo para la conquista y colonización del nuevo continente. Los presbíteros cristianos queman los textos sagrados de los amerindios. La superioridad táctica militar, las estrategias para dividir al enemigo y especialmente las enfermedades que traían los españoles terminan por disipar toda resistencia indígena.
Lo que sigue tras la conquista europea es una esclavitud de varios siglos, una historia colonial que va promoviendo identidades nacionales de cada pueblo, con la inmigración europea, africana, y el mestizaje como elemento central en la formación de los latinoamericanos.
La emancipación se gesta desde un hecho ajeno: la invasión de las fuerzas napoleónicas a España. Los cabildos abiertos y juntas de gobierno locales en las principales provincias de América son aprovechadas por la oligarquía criolla para presionar por la independencia y el fin del colonialismo.
Esta gesta heroica, desde donde surgen los nombres de Simón Bolívar, José de San Martín y tantos otros, termina por configurar un nuevo escenario político donde se da paso a una plutocracia conformada por la elite social de cada país, que transa sendos acuerdos económicos con capital foráneo de la misma Europa (donde muchos eran educados) y de Estados Unidos, aletargando el crecimiento económico de la clase trabajadora de nuestros países.
La gruesa influencia que capitales extranjeros tienen en nuestras economías es plenamente visible: basta con investigar quiénes son los dueños de la gran minería, de las forestales, de la pesca industrial, de la electricidad, del gas, de las telecomunicaciones, del petróleo. A pesar de varias revoluciones populares y de reformas agrarias, la esfera de influencia que las grandes potencias han ceñido sobre Latinoamérica aún es insoslayable, y ello ha quedado demostrado en todos los golpes de Estado, o los intentos, que han marcado la historia reciente de nuestra región.
El único pueblo que no pudo ser conquistado por los españoles fueron los Mapuche, en el sur de Chile. Los indígenas establecieron varios tratados de paz y treguas y hasta la fijación de un límite terrestre. La paradoja es que tras la emancipación de la corona española, ha sido el estado de Chile, junto con el valor económico de los territorios, quienes se han convertido en el enemigo principal de la autonomía y la paz para el pueblo Mapuche, cuyos actos de defensa (como quema de camiones forestales) son judicializados como actos terroristas.
Se trata pues de un ejemplo que bien resume la historia latinoamericana en su conjunto, donde atropellamos a los aborígenes llamándolos “indios”, donde perdemos el sentido de lo que significa vivir en paz y en comunidad por la noción eurocentrista del progreso macroeconómico, esa religión de números y cifras estériles que nuestros gobernantes suelen adorar ciegamente.
Tomemos esta fecha del 12 de octubre, que algunos llaman “el día de la raza”, como un momento idóneo para reflexionar sobre nuestra historia, y RE-descubrir lo que significa ser latinoamericano.
Por Hugo Espinoza Caut / Entre Noticias
Quien todavia duda que siguen los gobiernos supuestamente Democraticos manipulando las noticias que dejan entrever las barbaridades que cometen contra nuestras comunidades indigenas ???