Al expresidente no le gusta cómo la Casa Blanca ha manejado el asunto del fundamentalismo en Irak y Siria. Considera que la política de su país ha sido errática y ha estado mal planificada.
Jimmy Carter, presidente de los Estados Unidos entre 1977 y 1981, ha concedido una entrevista al Star-Telegram en la que critica duramente a Obama. En concreto, no le gusta cómo la Casa Blanca ha manejado el asunto del fundamentalismo en Irak y Siria. Considera que la política de su país ha sido errática y ha estado mal planificada.
«En primer lugar», dice, «esperamos demasiado tiempo. Permitimos que el Estado Islámico construyera sus finanzas y armamento mientras todavía estaba en Siria. Más tarde, cuando se desplazó a Irak, los musulmanes suníes no se opusieron y aproximadamente un tercio del país quedó abandonado». Para el lider demócrata, Obama peca de indecisión, sus políticas actuales contradicen las anteriores, si bien sostiene que ahora está «en el buen camino».
A Carter, conocido por dedicarse casi por completo a las actividades benéficas, le parecen muy significativas las discrepancias mostradas por varios ex colaboradores de Obama. «Dos Secretarios de Defensa, en cuanto abandonaron su cargo, han sido muy críticos con la falta de respuesta mostrada por el presidente».
Tampoco considera ajustados a la legalidad internacional o al derecho de EEUU algunos de los bombardeos cometidos por drones. En especial aquellos que han acabado con la vida de presuntos terroristas de nacionalidad estadounidense: «Estoy en contra del asesinato, y en particular de matar a americanos que se encuentran en otro continente y no han sido llevados ante la justicia para someterse a juicio. Hemos matado a cuatro estadounidenses con drones. A mi entender, eso viola tanto la Constitución como los derechos humanos».
La política exterior de EEUU encaja así otro golpe «desde dentro», luego de que ayer mismo el antiguo Secretario de Defensa y director de la CIA, Leon Panetta, señalase sus discrepancias con Obama. Tanto Panetta como Carter han señalado su convencimiento de que las operaciones militares contra el Estado Islámico no tendrán el efecto esperado si no se complementan con el despliegue de tropas terrestres. Justo lo que Barack Obama, que prometió dejar atrás los fantasmas de Irak, ha tratado de evitar desde que llegó a la presidencia.
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