-La acumulación de riqueza en pocas manos lastra el crecimiento, genera sociedades más injustas y violentas y limita las políticas de reducción de la pobreza
Mientras la riqueza de los 4 millonarios más ricos de México representa ya el 9% del PIB mexicano, la mitad de los mexicanos permanece en pobreza. Es decir, más de 50 millones de mexicanos y mexicanas. Sin embargo, el dato llamativo es que si bien el número de los mil millonarios prácticamente se mantuvo estable en los últimos 17 años, la magnitud de sus fortunas se incrementó exponencialmente. Entre el año 2002 y hoy las cuatro principales fortunas del país han pasado a multiplicarse por cinco. Estos son algunos de los datos que contenidos en el informe “Desigualdad Extrema en México. Concentración del Poder Económico y Político” que Oxfam México ha presentado hoy.
“Esta tendencia de acumulación de riqueza en pocas manos es global y provoca sociedades más desiguales y violentas en las que la combinación de falta de inversión en políticas sociales, fiscalidad regresiva y regulación deficiente de sectores estratégicos, lastra las posibilidades de los más vulnerables a llevar una vida digna y a tener las mismas oportunidades de partida”, afirma Consuelo López Zuriaga, directora de Oxfam México.
Europa no es ajena a esta tendencia. Los programas de austeridad europeos han desmantelado los mecanismos que reducen la desigualdad y hacen posible un crecimiento equitativo. Con el aumento de la desigualdad y la pobreza, Europa se enfrenta a una década pérdida. Según cálculos de la organización el 1% más rico de la población española acumula más riqueza que el 70% más pobre. A nivel internacional el incremento de la acumulación es tal que el 1% más rico de la población (70 millones de individuos) podrían tener más riqueza que el 99% restante en 2016.
El informe presentado hoy en México señala que la desigualdad ha frenado el potencial del capital físico, social y humano de la nación, lo que ocasiona que, en un país rico (es la 14ª potencia mundial), sigan existiendo millones de pobres. “Hay un vínculo claro entre desigualdad y pobreza en México y en el resto del mundo, que genera un círculo vicioso que se debe romper.
En este país, mientras la riqueza de los 4 multimillonarios más ricos representa ya el 9% del PIB mexicano, el 45,5% de la población permanece en pobreza” explicó la directora de Oxfam México.
“Vemos con preocupación la excesiva influencia de los poderes económicos privados en la política pública, y es alarmante observar la interferencia que esto implica para el ejercicio de los derechos ciudadanos. Por ejemplo, mientras que la riqueza de los multimillonarios mexicanos se multiplica por cinco, el 48% de las escuelas públicas carece de acceso a drenaje; el 31% carece de acceso a agua potable; el 12,8 no cuenta con baños o sanitarios; el 11,2% carece de acceso a agua potable”, externó Consuelo López.
Existe un consenso extendido de que el crecimiento económico y la disminución de la desigualdad no se producirá por un crecimiento de los índices macroeconómicos, sino por políticas de redistribución de los ingresos, sobro todo aquellas que beneficien a los más vulnerables y a las clases medias.
Por ellos Oxfam propone cinco puntos centrales para revertir la desigualdad en México:
La creación de un auténtico Estado social basado en los derechos a la alimentación, la salud y la educación, entre otros;
Una política fiscal progresiva, ya que actualmente la estructura impositiva tiende a favorecer a las personas que más perciben y cuyas fuentes de ingreso son gravadas a tasas inferiores a las de las personas de ingresos bajos o medios quienes derivan la mayor parte de sus ingresos de fuentes laborales;
Gasto público mejor focalizado tanto en términos sectoriales como regionales;
Una política salarial y laboral que contemple desde cambiar la fijación de un salario mínimo justo, hasta el cambio en la política laboral en la relación patrón–trabajador, y;
Mecanismos eficientes de transparencia y rendición de cuentas de los tres niveles de gobierno.
Los programas de austeridad europeos han desmantelado los mecanismos que reducen la desigualdad y hacen posible un crecimiento equitativo. Con el aumento de la desigualdad y la pobreza, Europa se enfrenta a una década pérdida, una situación similar, a las ruinosas políticas de ajuste estructural impuestas en América Latina, el Este Asiático y África subsahariana en las décadas de 1980 y 1990. En países como México, uno de los más desiguales del mundo, podemos ver con claridad la conexión de la desigualdad con la pobreza, la exclusión y la violencia. Europa hoy debería mirar estos efectos y proteger su estado del bienestar. Las consecuencias de desmantelar su modelo social podrían ser irreversibles para el futuro de millones de europeos.