Una gran parte de la población de la Samoa Estadounidense (no confundir con la Samoa independiente) se enlista en el ejército. Las escasas oportunidades laborales en este territorio polinésico hacen de la carrera militar un imperativo en muchos casos. Las bajas (un eufemismo para decir muertes) de los soldados samoanos son comparativamente superiores a las de cualquier otro estado. Se sacrifican por su país. Un caso similar sucede con la isla de Guam, que pertenece a EE.UU. y donde 1 de cada 8 hombres son veteranos de guerra. Ellos se identifican con Estados Unidos, a pesar de que el país no los reconoce en todos sus derechos. Esta situación es similar en todos los territorios insulares de Estados Unidos.
Los originarios de las Islas Vírgenes, Guam, las Islas Marianas del Norte y Puerto Rico son estadounidenses, pero no tienen derecho a voto en las elecciones presidenciales como los demás ciudadanos que han nacido en otros estados continentales o en Hawaii. Sus representantes tampoco gozan de la misma condición que otros congresistas: apenas tienen derecho a voz y a entregar su opinión en el Capitolio, pero no pueden votar. Dicho de otro modo: las personas nacidas en estos territorios insulares de Estados Unidos son ciudadanos, pero una segunda clase de ciudadanos, sin la plenitud en los derechos que otros estadounidenses disfrutan.
El caso de la Samoa Estadounidense es incluso peor: a pesar de que la 14ta Enmienda de la Constitución garantiza la ciudadanía a toda persona nacida en territorio estadounidense, los nacidos en esta isla no son considerados ciudadanos. Son meramente “nacionales estadounidenses” pero no pueden acceder a la ciudadanía, tal como se indica expresamente en su pasaporte. Esta disposición acaba de ser refrendada y avalada nuevamente por una corte federal en Washington D.C., como informa el sitio Mother Jones.
¿Por qué esta diferencia? ¿Qué tienen los habitantes de Oklahoma que no tengan los soldados samoanos-estadounidenses? Son 4 millones las personas que viven en los territorios insulares de Estados Unidos, y un 98 por ciento de ellos son de razas mixtas o minorías étnicas (o sea, no son blancos). Revisando la historia de estos territorios y la forma en que fueron anexados a Estados Unidos, en un recuento hecho por el programa Last Week Tonigh de HBO (ver video al final), nos damos cuenta que desde un inicio los jueces continentales aplicaron leyes distintas en estas islas porque en su opinión ellas estaban habitadas por gente de “razas extranjeras” (alien races, en inglés), que eran “salvajes” no cumplían con los estándares o principios de la cultura Anglo-Sajona, en sus propias palabras.
Estos prejuicios contra los estadounidenses insulares están contenidos en los infames “Casos Insulares”, que lamentablemente se siguen aplicando hasta hoy en día. Los representantes legales de los samoanos-estadounidenses probablemente apelarán al reciente revés judicial en el ampliado Circuito de Washington D.C., donde jueces más progresistas pudieran ser más proclives a enmendar el fallo.