«Cuando hablamos de Colombianización de Venezuela, no expresamos xenofobía, sino que caracterizamos una estrategia articulada entre los imperialismos colectivos y Colombia (su élite gobernante), para lograr una situación de caos y crisis, que mezcle alternativamente lo emocional y lo real». Juan Romero
Para entender la actual conflictividad, que en el contexto internacional enfrenta Venezuela, debemos ver el alcance e implicación del concepto de espacio vital, que se construye desde la Geopolítica. Karl Haushofer, militar y geógrafo alemán en el siglo XX, le dio sentido amplió al concepto de espacio vital, para el diseño de la política exterior. Espacio Vital (Lebensraum en alemán) se debe entender como la tierra que un Estado es capaz de defender o conquistar, con la finalidad de permanecer creciendo y reproduciéndose.
En el pensamiento del imperialismo colectivo dominante (EEUU-Unión Europea-Japón), el espacio vital ha adquirido nuevo impulso, producto de tres circunstancias claves. Una, la escasez de reservas de petróleo de las grandes economías-mundo, integrantes del denominado G-7 (EEUU, Rusia, China, Inglaterra, Francia, Alemania, Japón). La única excepción, por sus reservas de petróleo, es Rusia y en ese aspecto, hay que entender la agresión de la cual es objeto por el binomio EEUU-Unión Europea. Dos, la escasez de reservas de aguas. Europa y EEUU (los imperialismos colectivos) solo tienen respectivamente reservas de agua dulce por 7.580 Km3 y 6428 Km3 mientras que sólo Suramérica tiene 17.273 km3. Tres, la disponibilidad de tierras cultivables, es cada vez más reducida. De 148 millones de tierra del planeta, solo 31 millones es cultivable y esa cifra, se reduce, a un promedio de 0,3 anual. Eso hace un promedio de tierra cultivable por humano de 4430 m2, que se estima se reduzca a 3875 m2 en 2018 y a 3345 m2 en 2025. Como se observa, esos tres elementos se conjugan para que los imperialismos colectivos, actúen directamente (intervenciones, invasiones) o a través de acciones encubiertas (operaciones negras o black operations).
Dado el alto costo, tanto en términos económicos como humanos, de las últimas guerras en la que actuó los EEUU (Irak y Afganistán), que generaron más de 500.000 muertos y 3.000.000 de víctimas civiles, y un gasto de más de 2 trillones US$, en las operaciones Libertad Duradera y Libertad Iraquí, las acciones directas, características del denominado poder duro (hard power) han sido descartadas (como primera instancia) en Nuestra América. Se ha optado, por las operaciones encubiertas bajo la estrategia denominada rollerback (retorno o regreso, volver atrás). Se trata, de acciones de intervención ejecutadas con el financiamiento de los imperialismos colectivos (esencialmente EEUU a través de la USAID), empleando segundos países (Colombia y Guyana, en nuestro caso, Turquía e Irak en el caso de Siria).
Cuando hablamos de Colombianización de Venezuela, no expresamos xenofobía, sino que caracterizamos una estrategia articulada entre los imperialismos colectivos y Colombia (su élite gobernante), para lograr una situación de caos y crisis, que mezcle alternativamente lo emocional y lo real. Lo emocional, causando miedo, neurotizando a los ciudadanos a través del juego de la violencia paramilitar (asesinatos selectivos, secuestro, abigeato, drogas) y la vinculación de estos con el contrabando de extracción, que sólo en el caso de la gasolina ha costado unos 9.000 millones de US$ anuales. Lo real, incrementando la desestabilización a través del debilitamiento intencional de la moneda, a través de la resolución 8 del año 2000, permitiendo un cambio fluctuante y especulativo en la relación peso/Bsf/dólar. ¿Cuál es el sentido de esta estrategia?
Son múltiples los objetivos. En primer lugar, controlar el espacio vital venezolano de la frontera, rico en recursos hídricos, recursos energéticos y reservas agrícolas por su biodiversidad. Para los EEUU, la actuación avalada por la inacción, del Estado Colombiano, permitiendo el desplazamiento hacia los 2.219 km2 de frontera de paramilitares, permite el impulso e intento de consolidación de «espacios liberados» de la presencia formal y exclusiva de la institucionalidad del Estado venezolano. Se trata de desdibujar la presencia del proyecto bolivariano y acrecentar un «estado paralelo», con base paramilitar y perfectamente articulado al binomio EEUU- Oligarquía Colombiana. En segundo lugar, es la ejecutoria de la tesis de intervención de los EEUU, a través de la privatización de la guerra, que es mucho menos costosa que una intervención militar directa. En tercer lugar, en el diseño de la estrategia de control geopolítico imperial, torpedear la continuidad y proyección de las prácticas anti-imperialistas de Venezuela en el contexto de Nuestra América, es esencial. En cuarto lugar, Colombia sirve para construir un marco interpretativo de contraste, entre el modelo liberal impulsado por los EEUU y el modelo de las democracias insurgentes, encabezado por Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Ese contraste, busca mostrar que las democracias insurgentes, han fracasado y que la opción es el modelo liberal. Lo peligroso de la estrategia de rollerback, impulsada por EEUU en base a la disposición de Colombia, es que trata de penetrar en el control de territorio venezolano. La acción paramilitar en zonas del Estado Táchira, Zulia, Apure y Amazonas, requiere una acción que comience por la articulación, dentro de la Misión Frontera de Paz, de una pequeña misión, que pudiéramos denominar Robinson Fronteriza, cuyo objetivo sería lograr «alfabetizar» a todos los venezolanos, en el conocimiento de la muy diversa y compleja realidad de la frontera. No se puede defender, lo que se desconoce. Finalmente, advertimos que como última instancia, los EEUU ante la posibilidad del fracaso del rollerback, puede recurrir a la intervención militar conjunta, presentando a nuestro país como una amenaza a la estabilidad de la región, tal como lo hacen en Siria. Es la lógica expresada por Spinoza «Quisquis tantum juris habet, quantum potentia valet» (Se tienen tantos derechos, como fuerza se posea)
Publicado Entre Noticias con autorización del autor, quien este miércoles 16 de septiembre estará en vivo en el programa de radio Contragolpe con Rubén Luengas
Juan Romero es historiador, profesor universitario y analista político venezolano.