Ya el pasado 10 de septiembre Estados Unidos, Israel, Australia y Canadá, acompañados por las Islas Marshall, la Federación Micronesia, Palau y Tuvalu, habían votado en contra del proyecto para izar la bandera palestina que fue aprobado con el voto de 119 países y la abstención de 45.
En su rueda de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest. aseguró que «EUA se opone a la resolución de izar la bandera palestina en las Naciones Unidas», lo que se realizó en una ceremonia especial a la que asistieron el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Palestina es un observador permanente de Naciones Unidas. Hasta hace poco sólo podían colocar su bandera los países de pleno derecho, pero el pasado 10 de septiembre la Asamblea General de la ONU cambió esa norma.
La bandera palestina fue creada a principios del siglo XX durante las revueltas árabes contra el Imperio Otomano y en 1988 se convirtió oficialmente en la bandera del anhelado Estado Palestino que no existe hasta la fecha.
El líder palestino, Mahmud Abás, declaró que a partir de hoy, (ayer), su pueblo celebrará cada año el 30 de septiembre el «día de la bandera palestina», y confió en que «pronto» podrá levantarse la enseña «en Jerusalén como capital del Estado palestino».
Al acto asistió también el secretario general de la ONU, quien afirmó que la ceremonia es «un recordatorio de que los símbolos son importantes, y de que un símbolo puede llevar a acciones en la dirección correcta».
La bandera palestina será trasladada próximamente a la parte frontal del complejo de la ONU, al lado de la del Vaticano, también observador permanente de Naciones Unidas.
Para la embajadora estadounidense ante la ONU, Samantha Power, el despliegue de la bandera «no es una alternativa a las negociaciones directas (entre palestinos e israelíes) y no acercará a las partes a la paz».
La primera respuesta que dan algunos analistas al por qué de la postura de Washington es el supuesto deseo del gobierno de Barak Obama de no afectar más sus complicadas relaciones con Israel, su principal aliado en le región.