Una nueva etapa política empieza desde hoy con la necesidad de acuerdos y una insólita incertidumbre. La irrupción con fuerza en el Parlamento de Ciudadanos y, especialmente, de Podemos ha dibujado un nuevo tablero en el que el PP es el más votado pero con menos del 30% de las papeletas y con muchas dificultades para formar Gobierno y para que Mariano Rajoy vuelva a ser presidente.
El nuevo Parlamento será un puzzle con más piezas de las que tenía el anterior y, además, difíciles de encajar por incompatibilidades entre ellas. La sombra de la ingobernabilidad marcará el día después del 20-D, porque hace falta el acuerdo de al menos tres partidos para llegar a los 176 escaños de la mayoría absoluta.
El PP pierde 65 diputados respecto a 2011 y queda con 121 muy lejos de la mayoría absoluta, incluso aunque obtuvieran el apoyo de Ciudadanos. El segundo es el PSOE, que pierde 18 diputados pero mantiene el liderazgo en la oposición y podría buscar una mayoría alternativa. El tercero es Podemos con 69 diputados. Ciudadanos queda muy por debajo de sus expectativas: 40 diputados.
El PP es el partido más votado en las elecciones generales del 20-D, las más disputadas de la democracia. Pero Mariano Rajoy, cabeza de lista de los populares, lo tendrá sumamente difícil para formar una mayoría que le permita gobernar. Tampoco es fácil que se pueda configurar una mayoría alternativa al PP y, en todo caso, sería preciso el acuerdo de más de tres partidos. El PSOE como segundo podría esperar a que lo intente el PP y buscar luego una alianza de partidos de izquierda y nacionalistas. Pero en todo caso con más de tres partidos y complicaciones en acuerdos programáticos.
PSOE y Podemos suman casi lo mismo que PP y Ciudadanos. El partido de Pablo Iglesias debe decidir si gobiernan los socialistas con otros partidos más. Uno de los escollos para ese acuerdo es el referéndum que Podemos defiende para Cataluña.
Otra opción es el gran coalición PP-PSOE, pero ha sido negada siempre por Sánchez.
Con los datos provisionales, el PP queda en 121 diputados, lo que hace que ni siquiera pueda alcanzar con Ciudadanos la mayoría absoluta de 176 escaños necesaria para que Rajoy repita como presidente. Ya Albert Rivera, cabeza de lista de Ciudadanos, había repetido en la campaña que no votaría sí en ningún caso en esa investidura, pero aunque apoyara a Rajoy, haría falta un tercer partido para completar el puzzle.
Y no hay más opciones porque Rivera, además, se mostró incompatible con partidos nacionalistas que son los únicos que podrían completar esa mayoría con el PP.
Nunca antes un partido había ganado las elecciones con tan poco porcentaje de voto y nunca antes la noche electoral había dejado tan incierto el futuro. Tampoco es posible numéricamente la opción admitida por Ciudadanos en el último día de campaña, es decir, abstención para facilitar la reelección por mayoría simple: Rajoy no sumaría en solitario frente al resto y la abstención de Ciudadanos.
El resultado está marcado por la irrupción con fuerza de dos partidos nuevos: Podemos y Ciudadanos. Especialmente bueno es el resultado de la candidatura de Pablo Iglesias, aunque no llegue a la altura del PSOE en su primera comparecencia en unas elecciones generales: es tercero con 69 diputados. En el resultado de Podemos debe sumarse el de las otras tres candidaturas que concurren con nombre propio en Galicia, Cataluña y Valencia: En Marea Podemos, En Comú Podem y Compromís/Podemos/És el moment, respectivamente. Aspiran a formar grupos parlamentarios distintos, pero la base es Podemos y, por tanto, en el global del resultado se le suman los votos y los escaños. El partido de Pablo Iglesias logra datos espectaculares en Cataluña y el País Vasco, donde su irrupción cambia por completo el escenario político.
Ciudadanos queda finalmente como cuarto partido y 40 diputados. Rivera aspiraba a ser el más votado pero no cumple las expectativas creadas por ellos mismos, y no es seguro que pueda hacer de árbitro para encajar las piezas incompatibles del nuevo Parlamento. Si puede tener un papel destacado en el Congreso.
La inestabilidad política que se dibuja es aun mayor porque es difícil configurar una mayoría alternativa al PP. Nunca antes en España ha gobernado un partido que no sea el que ha ganado las elecciones, pero nunca antes se habían dado unos resultados tan ajustados y un Congreso de los Diputados tan fragmentado.
En esa supuesta mayoría alternativa una de las dificultades es que Ciudadanos también dijo en la recta final de la campaña que no apoyaría un Gobierno con Podemos ni con partidos nacionalistas e independentistas. Y para sumar 176 es necesario que entre alguno de ellos junto al PSOE en una coalición para desalojar al PP de La Moncloa.
Esa posición de Rivera, motivada por las radicales diferencias sobre cómo abordar el asunto de Cataluña, hace imposible un buen número de combinaciones que sí permitiría la aritmética. Sería posible entre PSOE, Podemos, PNV, IU y ERC, por ejemplo.
El PSOE de Pedro Sánchez llega a su suelo histórico con 91 diputados, por debajo de su peor resultado en democracia, los 110 escaños que obtuvo Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011. Pero aguanta, porque teniendo partidos nuevos que le acechaban a izquierda y derecha su pérdida es menor a la esperada. Mitiga la caída el hecho de que la fragmentación del Parlamento y, especialmente, de la izquierda obliga a que todos los partidos reduzcan necesariamente el número de escaños en el nuevo Congreso.
Y, sobre todo logra ser segundo para en el peor de los casos liderar la oposición y con la paradoja es que, con ese notable descenso y siendo casi igualado por Podemos, Sánchez podría intentar una complicada mayoría alternativa al PP. El PSOE, no obstante, se estrella en lugares importantes como Madrid.
El PP y el PSOE sufren un notable y previsto retroceso y pasan de sumar más del 80% de los votos a un escaso 50%. El bipartidismo, entendido como la suma hegemónica de ambos y la alternancia en el poder sin dificultades, cae como estaba anunciado.
La lista de Unidad Popular-Izquierda Unida, que encabeza Alberto Garzón, quedaría con dos diputados, lejos de los cinco escaños que permiten tener grupo parlamentario propio.
No estará en el Congreso Josep Antoni Duran Lleida, cabeza de lista Unió y en ese Parlamento fragmentado no solo hay incertidumbre sobre el futuro Gobierno, sino que la habrá en las cábalas para reformas legales esenciales. Por ejemplo, la ley electoral cuyo cambio reivindican los nuevos partidos requiere 176 diputados. Y el PP tiene escaños suficientes para bloquear una reforma constitucional como las que plantean los otros tres partidos.
Para complicar la situación, el PP tendrá mayoría absoluta en el Senado. La última palabra sobre las leyes la tiene el Congreso, pero los populares podrían poner en dificultades un Gobierno de otro signa. En la Cámara Alta, por ejemplo, se vota la aplicación del artículo 155 de la Constitución.