Exfuncionarios de la gesión anterior y actuales legisladores del Frente para la Victoria (FpV) ya lo dan como un hecho, señala la publicación y agrega: «El mes clave, dada la velocidad con la que se precipitan los acontecimientos, será febrero».
Según Tiempo Argentino, «la expectativa es grande aunque la alusión a un retorno puede dar lugar a un equívoco: quienes conversan con ella saben que la exjefa de Estado está al tanto de todo lo que pasa con la nueva administración, porque sigue al mando del FpV».
Aunque sus interlocutores no lo hagan público -afirma- Cristina Fernández mantiene periódicas comunicaciones telefónicas con legisladores de su espacio político y exmiembros de su Gabinete.
El periódico acota que «para su reaparición en la escena pública, la exmandataria tendrá muy en cuenta la experiencia de Luiz Inácio Lula da Silva tras dejar la presidencia de Brasil».
Los acontecimientos en el tablero político brasileño sacaron a Lula de la inactividad pública, recuerda la publicación.
El deterioro de la economía internacional para los intereses de los países emergentes y la ofensiva de la derecha y la corporación política de su país debilitaron mucho a Dilma en el inicio de su segundo mandato, enumera el diario. También intentaron aislar a Lula, ponerlo a la defensiva, añade.
Lula llegó a la conclusión que «sólo se puede matar a un pájaro si se queda quieto. Si sigue volando, es más difícil. Por eso yo volví a volar de nuevo».
La evolución de los acontecimientos en Brasil aporta una enseñanza para la coyuntura argentina: los liderazgos populares, a los que la derecha continental pretende erradicar definitivamente, nunca tendrán tregua, incluso si sus líderes intentan descansar y dejar un lado la política cotidiana.
Esos antecedentes explican en parte por qué Cristina Fernández ya hizo trascender que en febrero se la volverá a ver y escuchar en público, señala Tiempo Argentino.
El otro factor para analizar su reaparición es el tipo de gobierno que viene impulsando el nuevo presidente. Para muchos analistas, la impronta de shock sin gradualismos, que eligió Macri favorece que el sistema político se organice con dos actores principales: el presidente y su predecesora.
La opción de Macri gobernar por decreto de espalda al Congreso como designar jueces a la Corte Suprema y embajadores en comisión, intervenir y clausurar organismos estatales, modificar leyes, ordenar un nuevo megacanje cambiando las letras del Tesoro por bonos en moneda extranjera precipitan los acontecimientos.
A eso se suma el ajuste monetario, la ola de despidos de trabajadores estatales, la advertencia de que los salarios se podrán ver perjudicados y que no escatimará en reprimir la protesta social como ya sucedió en La Plata.
Para Tiempo Argentino el gobierno macrista es el «clásico liberal en lo económico, monetarista en lo financiero y autocrático con el resto de los poderes de la República».
Mientras tanto así reprime la Gendarmería de Macri
