Por Jaime Casillas-Ugarte
El Chapo Guzmán fue recapturado, fundamentalmente, por dos razones. La primera porque quería enamorar a la actriz Kate del Castillo. La segunda, porque imaginó que la historia de su vida debía ser llevada a la pantalla, para que en adelante lo considerara el mundo como el Vito Corleone de Badiraguato, Sinaloa.
A esta conclusión llego luego de seguir el rastro de las informaciones que se han generado a partir de la captura del Capo, atraído más que nada por la polémica provocada por la aparición del texto del actor Sean Penn, en la revista de la “piedra rodante”, que ha puesto en el escaparate revisar el tema de la ética en los medios de comunicación, al acercarse al muy ilícito negocio del narcotráfico.
Sobre la primera de las razones que enumeré arriba, la de la infatuación del narco por la actriz, que se ocupen otros. A mi no me interesa. Es relevante solo en la medida que indica el atolondramiento del “Chapo”, por decirlo de manera matizada, que eventualmente lo llevó a cometer graves errores que comprometieron su propia seguridad y la de su círculo interno.
Ocupémonos pues de la película sobre su vida.
Invito al lector a que filmemos al Chapo, un día que se levanta de la cama en algún enclave del “triángulo dorado” y se dice a sí mismo: “Para que dejen de decir tantas cosas malas de mí ¿por qué no hago una película sobre mi vida? Ahí les enseñaré de lo que estoy hecho.”
Y comienza a imaginar el proyecto.
Ya se conocieron varios contactos en los que emisarios de Don Joaquín, intentaron que personas serias realizaran diversos trabajos periodísticos que hablaran del hombre detrás del mito. Uno de estos fructificó en la relación con Kate del Castillo, además de un intenso intercambio de mensajes de texto y el ulterior encuentro entre ambos, al que Kate invitó al actor Sean Penn, para discutir los detalles de su infomercial, perdón, de su biografía.
No tengo la menor idea de cómo le iban a hacer, ni de qué iba a tratar la película, porque de estos detalles no se ha difundido ninguna información. Sin embargo, hay una frase muy sintomática, que extraigo del intercambio de mensajes de texto que publicó el gobierno mexicano, para ilustrar cómo (y en qué tono) se estableció el contacto entre la actriz y el capo: “Dice la dama que es más chingón que el que hizo la de El Padrino.”
La frase aparece en el momento en que Guzmán Loera le pregunta a su abogado, que ya había hecho contacto con Kate, que quién era ese tal Sean Penn, que ella quería involucrar en el proyecto y además llevar como invitado a su encuentro. De esto se infiere que la dama es Kate, el chingón Sean Penn y el que hizo la de El Padrino, Francis Coppola, que por cierto no pinta vela en este entierro.
No tengo más detalles, pero especulo que la película “El Padrino”, pudo llegar a ser considerada por el entorno del capo como el modelo a seguir a la hora de realizar la citada biografía fílmica de Don Joaquín. Creo que hasta se pudo haber mencionado el nombre de Coppola. Por eso decirles que Kate pensaba que Sean Penn era más chingón que él. Corte a: “el Chapo” diciendo frente al espejo ensayando su parte: “No es personal, son sólo negocios.”
“El Padrino” fue un gran acierto y un gran negocio. Construyó terribles personajes que nos invitaron en su momento, a dimensionar el imperio de lo criminal, como un universo en el que debía existir un código de honor y de valores, que muchos han confundido como una criminalidad ética. Y sostengo esto porque no puedes establecer un universo ético basado en prácticas anti-éticas, como el utilizar la violencia, la intimidación y el asesinato, por mencionar algunas, como parte de las acciones que se emprenden para operar un negocio. Ese ambiente de ambigüedad moral, debió haber sido el que “el Chapo” quería, a la hora de se contara en technicolor, su historia. Corte a: “Soy un hombre de negocios, la sangre resulta muy costosa.”
Ese es el ambiente de ambigüedad moral que se respira en el escrito de Sean Penn, donde nos platica su aventura. Es lo que se respira de la tímida entrevista. “Yo lo único que hago es defenderme…” Con esto Joaquín Guzmán apela a una narrativa muy en boga donde el narco y sus territorios alienados en violencia, han sido concebidos con mucho éxito comercial, en cierto cine, televisión y literatura, como espacio donde aflora una particular gallardía, heroicidad y gestos nobles. Estos encarnados por personajes que podrían hasta llegar a ser entendidos como víctimas de un sistema de cosas. ¿Recuerdan a Don Joaquín diciendo que él era un pobre muchacho que vivía en un lugar donde no había oportunidades? Bueno, pues por ahí síganle y van a encontrar a los pocos pasos la madeja de lo que posiblemente hubiera sido el proyecto cinematográfico de la vida de “el Chapo” Guzmán según Kate del Castillo Productions.
Este “las circunstancias me orillan”, también es el espíritu del retrato que nos dejó Penn en su polémico relato para “Rolling Stone”, que no atina a definir a “el Chapo”, como un eficaz gatillero que asesina sin dar explicaciones, o un héroe al estilo Robin Hood que lleva bienestar a “La Tuna” y tierras circunvecinas.
Es pues la pieza de Penn ¿una apología de la criminalidad? No le demos más vueltas. Es una pieza fallida. Porque es de un actor, no de un periodista.
Yo que conozco muchos actores, que soy hijo de una señora que fue actriz y que estudié los vericuetos por los que Stanislavzki metía a sus histriones para llegar al interior de su papel, me doy cuenta que los indicios que toma Penn para tratar de llegar al centro de los personajes que observa, son los ejercicios que un actor hace en la etapa de investigación, previa a la de creación. Sigue aquella regla de estudiar los gestos, las manías, las modulaciones de la voz, su manera de vestir, de moverse y otros múltiples aspectos exteriores. Esa es la primera fase para comprender las motivaciones internas. Construye, como recomienda para ciertos casos el célebre teatrero ruso, al personaje de afuera hacia adentro. ¿Se dan cuenta cómo se fijó en los relojes que traían los hijos de Guzmán? ¿Cómo describe al detalle las atmósferas que los rodean y los convierte en verdaderos escenarios? ¿Cómo hay una obsesión por la apariencia de la gente que rodea al capo? En el final, para su desgracia, no pudo romper, ni con su ojo entrenado para interpretar, el cerco que su estelar personaje tendió alrededor y se quedó sólo en la superficie. Sólo en la observación, sin revelar el interior del criminal.
Quiero darle el beneficio de la duda a Sean Penn y considero su escrito como un relato de aventuras curiosas y sus apuntes primarios para construir con mayor seriedad el personaje de una película. Quiero pensar que en futuros encuentros surgiría “el Chapo” que se confronta con el remordimiento. El de un hombre que con sus violentas acciones ha provocado más daño que bienestar. No el que se jacta de ser el narcotraficante más poderoso del mundo y el muchachito que se hizo a sí mismo en un medio que le era muy hostil. El que Penn ostenta como el que ha llevado prosperidad a Badiraguato y tierras circunvecinas. ¿Robin Hood? ¡My ass!
Es más, de un actor a otro actor. De Jaime Casillas-Ugarte, actor fracasado, a Sean Penn, hombre de cine más chingón que el de El Padrino. Desde aquí te emplazo para que sigas con tu proyecto. Ya está el capo en la cárcel, ya no tienes que vivir aquellas aventuras agotadoras que te llevaron a New York, a París, a el triángulo dorado, donde no te puedes ni pedorrear a tus anchas. Ya lo puedes ir a ver al Penal del Altiplano y seguir recabando información. Nada más que te advierto que no sería un buen camino seguir El Padrino versión Badiraguato. Lo que no te diste cuenta es que estabas viviendo “El Corazón de las Tinieblas”. Coppola si lo hubiera advertido. Sean, mientras tú recorrías carretera y cielos de México, a unos pasos de ti se regaba un sendero de sangre. Lo ibas siguiendo, sin darte cuenta que las gotas rojas terminaban justo a los pies de tu Robin Hood. De tu otro presidente de México. Y tú llegaste ante él con tus preguntas tontas: ¿Tienes sueños? ¿Quieres a tu mamá? Sean, en México alguien tiene que hablar por la gente. Por los que vemos el sendero de violencia y destrucción, sembrado por el crimen organizado y abonado por un gobierno corrupto que en muchas instancias actúa coludido con ellos.
Sean aquí no queremos ver El Padrino, aquí estamos viviendo “Apocalipsis Ahora”. ¿Quién va a ser el artista que tenga el valor de hablar por todos nosotros?
Jaime Casillas-Ugarte es colaborador de Entre Noticias:
Aspirante de escritor, dibujante, pintor, cineasta, guionista, fotógrafo, ciclista, beisbolista, corredor, futbolista, crítico de cine, crítico de arte, melómano, gourmet y sommelier. Trato de entender este desastre y darle un sentido. Y para eso escribo.