El Evangelio del día habla de las tentaciones de Jesús en el desierto. El Papa, después de haber recordado que la Cuaresma «es un buen momento para recuperar la alegría y la esperanza que hace sentirnos hijos amados del Padre», explicó: «Nuestro Padre, es el Padre de una gran familia, es nuestro Padre. Sabe tener un amor único pero no sabe generar y criar “hijos únicos”. Es un Dios que sabe de hogar, de hermandad, de pan partido y compartido. Es el Dios del Padre nuestro no del “padre mío” y “padrastro de ustedes”.
Pero este sueño siempre está «amenazado por el padre de la mentira, por aquel que busca separarnos, generado una sociedad dividida y enfrentada. Una sociedad de pocos y para pocos». Cuántas veces, recordó Francisco, «experimentamos en nuestra propia carne, o en la de nuestra familia, en la de nuestros amigos o vecinos el dolor que nace de no sentir reconocida esa dignidad que todos llevamos dentro. Cuántas veces hemos tenido que llorar y arrepentirnos por darnos cuenta que no hemos reconocido esa dignidad en otros. Cuántas veces (y con dolor lo digo) somos ciegos e inmunes ante la falta del reconocimiento de la dignidad propia y ajena».
La Cuaresma es un tiempo «para desenmascarar esas tres grandes formas de tentaciones que rompen, dividen la imagen que Dios ha querido plasmar. tentaciones de Cristo… Tres tentaciones del cristiano que intentan arruinar la verdad a la que hemos sido llamados. Tres tentaciones que buscan degradar y degradarnos».
La primera de ellas, indicó el Papa, es la riqueza, es decir adueñarnos «de bienes que han sido dados para todos utilizándolos tan solo para mi o “para los míos”. Es tener el “pan” a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta es el pan que se le da de comer a los propios hijos».
La segunda es la tentación de la vanidad, es decir «esa búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que “no son como uno”. La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdona la “fama” de los demás»
La tercera es el orgullo, o sea «ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la “común vida de los mortales» y que reza todos los días: “gracias Señor porque no me has hecho como ellos”. Son estas las tres tentaciones » a las que el cristiano se enfrenta diariamente. Tres tentaciones que buscan degradar, destruir y sacar la alegría y la frescura del Evangelio. Que nos encierran en un círculo de destrucción y de pecado».
Y el Pontífice después se preguntó: «¿hasta que punto somos conscientes de estas tentaciones en nuestra persona, en nosotros mismos?». «¿ Hasta dónde nos hemos habituado a un estilo de vida que piensa que en la riqueza, en la vanidad y en el orgullo está la fuente y la fuerza de la vida? ¿Hasta dónde creemos que el cuidado del otro, nuestra preocupación y ocupación por el pan, el nombre y la dignidad de los demás son fuentes de alegría y esperanza?».
Con el demonio no se puede dialogar
«Si nos acordamos lo que escuchamos en el Evangelio —añadió Papa Francisco dejando a un lado el texto preparado de la homilía—, Jesús no le contesta al demonio con ninguna palabra propia, sino que le contesta con las palabras de Dios, las palabras de la Escritura. Hermanos y hermanas, ¡metámonoslo bien en la cabeza, con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar, porque nos va a ganar siempre! Solamente la fuerza de la palabra de Dios puede derrotarlo».
"Cuaresma, tiempo para ajustar los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias que atentan directamente contra el sueño y proyecto de Dios". El texto completo de la Homilía del Papa Francisco en la Misa en Ecatepec, lo encuentras aqui http://bit.ly/1ogDgwv
Posted by EWTN Español on Sunday, February 14, 2016
El texto íntegro de la homilía del Papa en Ecatepec puede ser leído aquí