«La noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza».
La cruz estaba rodeada de zapatos viejos y sandalias que simbolizan la dramática situación de los migrantes que muchas veces mueren tratando de cruzar hacia Estados Unidos.
El Pontífice se inclinó y oró en silencio durante unos minutos y dejó un ramo de flores.
Luego bendijo el lugar y dio la bendición a ambos lados de la frontera, especialmente a los migrantes que ya no pueden volver a México.
Francisco pidió por los millones de migrantes que arriesgan su vida. Aseguró que detrás de cada migrante hay un rostro, una familia y lamentó la tragedia de la migración forzada. Recordó, además, que Jesús era un migrante.
La visita de Francisco a la frontera es quizás la parada más simbólica de su peregrinación: mantuvo su oración por una pronta reforma migratoria en EE.UU. y junto al cardenal estadounidense Sean O’Malley, dijo que los inmigrantes traen una energía, una ética al trabajo y un espíritu de aventura que ha hecho de Estados Unidos una gran nación.
«Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado. Frente a tantos vacíos legales, se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres», señaló el Papa.
El jefe de la Iglesia católica, quien días atrás había pedido que México sea un país «donde no haya que emigrar para soñar», se despidió citando al poeta Octavio Paz de quien leyó el comienzo de su poema «Hermandad» y dijo:
«La noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza».
Frase del Papa Francisco
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