La visita del Papa Francisco destapó las encarnizadas pugnas internas de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), cuya directiva se valió del cardenal Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia y protegido del Papa, para golpear mediáticamente al arzobispo de México, el cardenal Norberto Rivera Carrera, debido a que éste –en un desaforado protagonismo– empezaba a manejar la visita con fines políticos y para provecho propio.
A pesar de ser el titular de la arquidiócesis más importante del país y uno de los anfitriones de Bergoglio, la CEM también relegó de la coordinación de la visita papal al cardenal Rivera Carrera, quien en desquite se negó a aportar su cuota de miles de voluntarios para vigilar las vallas dispuestas al paso del pontífice.
El analista Elio Masferrer Kan, quien ha seguido muy de cerca todos los pormenores de la visita, comenta: “La visita solo aceleró el descrédito de Rivera Carrera, a quien ya desde antes se le viene pronosticando poco tiempo al frente de la arquidiócesis, principalmente por sus fuertes nexos con la clase política y empresarial, los jugosos negocios que realiza con el culto guadalupano y la protección que le dio a Marcial Maciel, acciones totalmente opuestas a la línea pastoral del actual Papa”.
En octubre pasado, poco antes de que se confirmara la visita del Papa y los lugares que visitaría, Rivera Carrera prestó sus buenos oficios para que Andrés Manuel López Obrador, presidente nacional de Morena, y Miguel Ángel Mancera, jefe del gobierno capitalino, tuvieran sendos acercamientos con el pontífice y los aprovecharan para apuntalar su respectivas carreras a la Presidencia de la República.
Mientras tanto, el episcopado mexicano, molesto, tomaba nota de estas maniobras políticas del cardenal para impulsar a Los Pinos a sus amigos, valiéndose de la figura papal.
El diario El País presenta una versión ampliada de esta entrevista al experto Elio Masferrer, quien detalla la incómoda relación de Rivera con la Iglesia encabezada por Francisco, para más información.
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