Son muchas las voces que comparan en Estados Unidos al tristemente célebre segregacionista George Wallace con el magnate Donald Trump
Diferentes observadores y críticos de la campaña en forma y fondo de Donald Trump, han venido señalando similitudes entre su discurso durante las primarias republicanas y el de la campaña presidencial del gobernador de Alabama, George Wallace, en 1968.
George Corley Wallace Jr, construyó su carrera política como miembro del Partido Demócrata, sobre la base de ideas y propuestas de segregación racial, habiendo gobernando el estado de Alabama durante un cuarto de siglo y siendo justo sus políticas el motivo de masivas protestas del reverendo Martin Luther King contra la segregación en general, además de su lucha por garantizar a los negros el derecho al voto.
Wallace había logrado ganar las elecciones para la gubernatura de Alabama en 1962, 1970, 1974 y 1982. Se retiró tras su último mandato, en enero de 1987. Durante el discurso inaugural que pronunció el 14 de enero de 1963 (luego de ganar su primer mandato como gobernador) y que le había escrito un conocido miembro del Ku Klux Klan, Asa Carter, Wallace prometió proteger al pueblo anglosajón de la «amenaza de una amalgama comunista con los negros» y concluyó con una frase que lo perseguiría durante toda su vida: Segregación hoy, segregación mañana, segregación para siempre».
Discurso inaugural como gobernador de Alabama pronunciado el 14 de enero de 1963
El gobernador se hizo famoso por plantarse ese mismo año de 1963 a la entrada de la Universidad de Alabama para impedir el ingreso de dos estudiantes negros a ese centro de estudios, que hasta entonces era solamente para blancos.
Wallace nació el 25 de agosto de 1919 y se casó tres veces. Murió de un paro cardíaco y respiratorio.El estado de salud de Wallace se fue deteriorando cada vez más desde el atentado que sufrió en 1972, cometido por Arthur Bremer, un joven desempleado de 21 años. Desde entonces utilizaba una silla de ruedas.
En noviembre de 2007 a los 57 años, Arthur Bremer fue liberado después de 35 años por haber tenido buen comportamiento en prisión, pero con restricciones que le ordenaban mantenerse lejos de funcionarios electos por voto popular y de candidatos.
Imagen televisiva. El momento que Arthur Bremer atenta en 1972 en Maryland contra George Wallace.
A partir de 1979, el ex gobernador de Alabama inició una campaña de disculpas y explicaciones revisionistas, destinada a borrar el término racista de su epitafio. Reconoció sus errores y con los ojos llenos de lágrimas, pidió perdón a la comunidad negra. Incluso en su posterior gobernación designó más negros que cualquiera de sus predecesores o sucesores en Alabama.
Entre muchas otras cosas protagonizadas por la retórica de Trump en estas elecciones primarias, recordemos cuando en noviembre de 2015 un manifestante del movimiento Black Lives Matter (Las vidas afroestadounidenses importan) fue pateado y golpeado por partidarios de Trump en un acto político en Birmingham, Alabama, mientras Trump gritaba:
«¡sáquenlo inmediatamente de aquí, carajo!». Trump defendió el comportamiento de sus seguidores, diciendo que «tal vez [el manifestante] se merecía haber sido maltratado, porque lo que estaba haciendo era totalmente repugnante»
Reflexión Entre Noticias
Mucho más allá de las similitudes que se puedan encontrar o no entre lo dicho por Trump sobre los inmigrantes, sobre su idea de cerrar las fronteras y cancelar de manera total el ingreso de los musulmanes a Estados Unidos, entre otras «joyas» discursivas, el problema no es el señor Trump, como hemos dicho aquí en anteriores ocasiones. El problema es la radiografía que las palabras incendiarias del magnate revela sobre los «valores» que dominan en una buena parte del electorado estadounidense:
«Vamos a mantener a las familias juntas, pero se tienen que ir», ha dicho sobre el tema de inmigración y sus muchos seguidores le aplauden fanáticamente como los que le aplaudían a Wallace su propuesta de «segregación ahora, mañana y siempre».
Algunos piensan que se trata sólo de la estrategia electoral de «un payaso», pero resulta que el payaso acapara los aplausos en el circo electoral republicano que hemos estado presenciando, poniendo en evidencia los sentimientos y pensamientos verdaderos que muchos tienen en el país que se considera así mismo excepcional por sus «valores morales y democráticos».
El fenómeno «Donald Trump» está muy lejos de ser sólo una broma y, si así fuese, recordemos que «entre broma y broma la verdad se asoma».
La verdad en estas primarias no sólo se ha asomado. Para quienes «los árboles no les impide ver el bosque», habrán podido percibir una verdad de cuerpo entero: asistimos a una nueva escenificación del aparente triunfo de las mayorías que «eligen a sus gobernantes libre y democráticamente», cuando en realidad son masas reactivas controladas por el espectáculo sensacionalista y los tradicionales métodos de la psicología de la propaganda en la que «los pastores» logran guiar a sus «rebaños» a donde quieren que éstos vayan.
De hecho, gane quien gane su respectiva nominación para la votación general de noviembre próximo, haber tenido a Trump como candidato y con tantos seguidores, entre otros aspirantes trogloditas como Ted Cruz, constituye ya de entrada una derrota para Estados Unidos. Ni qué agregar si alguno de estos llegara a ocupar la Casa Blanca.
Pero seamos positivos invitando a la reflexión sobre el significado de un viejo Proverbio Árabe:
«Es mejor encender una luz que maldecir la oscuridad»
Ruben Luengas/Entre Noticias
