Carnival es la compañía más grande del mundo de su tipo. Prevé viajar a Cuba dos veces al mes con un total de 26 veces en el año 2016.
La embarcación, con 704 pasajeros a bordo, entre ellos una docena de cubano-estadounidenses, entró en la bahía de La Habana y ha atracado en la terminal de cruceros Sierra Maestra, situada en el centro histórico de La Habana.
Muchos cubanos siguen incrédulos ante la cadena de eventos que han ocurrido en el país desde que los presidentes Raúl Castro y Barack Obama anunciaron el 17 de diciembre de 2014 que sus países comenzarían a romper el hielo que los desunió desde que la revolución cubana triunfó en 1959.
A pesar de que persiste el bloqueo o embargo económico de Estados Unidos contra la isla, una variedad de acuerdos bilaterales ha dado paso a situaciones que eran impensadas hace 18 meses, como la visita de este crucero.
El “Adonia” llega a La Habana en una semana cargada de eventos importantes, como, por ejemplo, el desfile de temporada de la marca Chanel, la filmación en las calles habaneras de la película “Fast and Furious 8” y la celebración de la Feria de Turismo de Cuba, una de los más importantes de su tipo en América.
Con la promesa de ofrecer una “experiencia de inmersión cultural” a bordo del buque y en tierra, el crucero cubrirá una travesía de siete noches e incluirá paradas en La Habana, Cienfuegos y Santiago de Cuba.
En una rueda de prensa ofrecida este domingo, el presidente y gerente general de Carnival Corporation, Arnold Donald, explicó que con la puesta en marcha de la operación naviera la compañía está “contribuyendo a la historia” y está generando “un impacto mucho más positivo para la sociedad”. “Hemos trabajado muchísimo desde que recibimos la aprobación del Gobierno cubano y estadounidense. Ser la primera compañía que puede realizar cruceros, incluyendo a aquellos que pueden embarcar en Cuba, es un privilegio tremendo”, manifestó.
El histórico viaje supone parte de la concreción de meses de negociación, en los que Carnival consiguió ser la empresa elegida para operar de nuevo entre los dos países vecinos. Se trata además de uno de los avances más nítidos en el complicado camino para una normalización plena de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Llegan pasajeros, no turistas
Oficialmente no es todavía “turismo”. Los que vengan a la Isla desde Estados Unidos solo podrán viajar desde el supuesto de “intercambio cultural, artístico, religioso o humanitario”, como la compañía Carnival, la mayor empresa crucerista del mundo, ha advertido una y otra vez desde que comenzaron las negociaciones para este viaje. Mientras el Congreso de Estados Unidos no levante la prohibición de viajar libremente a Cuba -una de las trabas más controversiales del bloqueo-, ningún estadounidense que visite la Isla puede darse un chapuzón en una playa, salvo si viene como estudioso de los fondos marinos, los caracoles, las algas o algún pretexto que lo salve en su país de una multa de cinco dígitos.
Entre los pasajeros hay varios niños
Desde finales de enero de 2015, el Congreso tiene una propuesta de ley bipartidista para acabar con la absurda prohibición. La “Ley de Libertad para Viajar a Cuba 2015”, sin embargo, todavía no ha avanzado lo suficiente en el largo proceso legislativo. En la cámara alta, senadores como el republicano Marco Rubio, ex precandidato presidencial, o el demócrata Bob Menéndez, se oponen ferozmente a cualquier gesto hacia la isla donde nacieron sus padres. “El Congreso debería hacer su trabajo y acabar con la idiota prohibición de los viajes”, reacciona una pasajera sesentona, que lleva un sombrero con dos banderitas, la de Cuba y Estados Unidos, y que repite una y otra vez, alternando el inglés y el español, para todo el que quiera oírla: “estoy feliz”, “wonderful”, “buenos días, Cuba”, “I’m very happy”.
Entre Noticias/Agencias