Por Rubén Luengas
En el contexto de las elecciones primarias en Estados Unidos, asistimos a un espectáculo mediático vergonzoso que oculta y manipula hechos sumamente graves como los ocurridos el sábado 14 de mayo en la caótica convención del Partido Demócrata en el estado de Nevada, donde dirigentes de ese partido provocaron la irritación y el descontento de los seguidores de Bernie Sanders, entre los cuales hubo algunos que insultaron y hasta amenazaron a Roberta Lange, la presidenta del Partido Demócrata en Nevada, tras haber ignorado la justa petición de los simpatizantes de Sanders para que se realizara un recuento de votos antes de dar por concluida arbitrariamente una convención marcada por graves irregularidades, que terminó declarando a Hillary Clinton como ganadora del concurso electoral en Nevada y con la intervención de las fuerzas policiacas.
Antes de continuar con lo ocurrido el sábado en Nevada y con la evidente manipulación mediática que se está haciendo de lo acontecido, permítanme recordar al distinguido periodista Edward Murrow, quien enfrentó en Estados Unidos con la veraz contundencia de sus investigaciones periodísticas al fanático senador ultraconservador Joseph McCarthy, impulsor de una paranoica cacería de brujas anticomunista, haciendo una muy importante advertencia, en el sentido de que la información periodística en televisión estaba a punto de ser dominada por el espectáculo, desplazando a los programas de debate, investigación y análisis de la actualidad política. Murrow pronunció un histórico discurso que encontró oídos sordos el 25 de octubre de 1959, ante los representantes de la llamada industria de la radio y la televisión.
“Al final de este discurso puede que algunos acusen a este periodista de morder la mano que le da de comer”–y agregó– “Es mi voluntad y mi deber hablar con franqueza a quienes integran este sistema de lo que ocurre en la radio y la televisión, pasaremos a la historia por nuestros actos y si dentro de cincuenta o cien años aún quedan historiadores y se han conservado grabaciones de lo emitido por las tres cadenas, encontrarán registradas en blanco y negro o en color pruebas de nuestra decadencia, nuestro escapismo y nuestro aislamiento de las realidades del mundo en que vivimos».
Ha transcurrido más de medio siglo desde aquel discurso de Ed Murrow mientras el panorama de los grandes medios masivos sigue en ese sentido siendo el mismo, pero peor aún, más abrumador y grotesco, más cínico y omnipresente. Se trata en lo general del triunfo avasallador del espectáculo frívolo, del entretenimiento insustancial, de la mercantilista colonización masiva del ocio, de lo que llaman en inglés, “infotainment”, que es una mezcla de difusa información y entretenimiento, además del manejo sesgado y tramposo de la información orientado a la fabricación de la llamada opinión pública.
Ante los acontecimientos de la convención demócrata de Nevada, muchos medios optaron primero por el silencio, como si nada hubiera ocurrido, para después montar una ofensiva contra el propio Bernie Sanders queriéndole responsabilizar por la reacción de algunos de sus seguidores legítimamente frustrados por arbitrariedades como la supresión de 64 de sus delegados a quienes les negaron el acceso aduciendo errores en sus datos de registro.
Mientras cadenas como CNN realizan entrevistas con personas como Debbie Wasserman Schultz, la presidenta del Comité Nacional Demócrata, quien trabajara para la campaña de Hillary Clinton contra Obama hace ocho años, la senadora Bárbara Boxer que apoya a Clinton y estuvo en ese convención o la propia Roberta Lange, presidenta demócrata en Nevada, hasta donde he podido seguir sus transmisiones no me ha tocado escuchar la versión de los indignados seguidores de Sanders ni de protagonistas como Leslie Sexton, co-presidenta del comité demócrata de acreditación para la convención, quien dado el momento en medio de las protestas del sábado pasado, tomó por su cuenta el micrófono para decirle a los agraviados seguidores de Sanders que tenía algo importante que declarar, pero que no le permitían hacerlo. Más tarde, ante la mirada inquisidora de Roberta Lange, le permitieron finalmente a Sexton hacer uso de la palabra para reportar sobre la exclusión de los 64 delegados que no tuvieron acceso a la convención y decir que eso significaba “una violación del espíritu democrático de los valores del estado y de la nación”.
Además de mostrar valor y honestidad, sin refugiarse en la seguridad del silencio haciendo esa declaración contra la voluntad de la cúpula del Partido Demócrata en Nevada, Leslie Sexton, tenía la razón de su lado porque resulta también que la abrupta y arbitraria cancelación de la convención habiendo tal inconformidad solicitando un recuento, constituye una violación de lo estipulado en el propio reglamento de la convención demócrata estatal.
En las diferentes emisiones que he podido seguir, nunca escuché que se expusieran las causas de las apasionadas protestas ni se pusiera en contexto la indignación de los seguidores de Sanders, independientemente de que algunos de ellos hayan incurrido en insultos y “amenazas” que son efectivamente condenables, pero que no le otorgan a los medios el derecho de pretender fabricarle a la llamada “revolución política” de Bernie Sanders la falsa imagen de estarse convirtiendo en un movimiento “agresivo y violento”, como sí ha resultado ser el caso entre muchos de los seguidores de Donald Trump, quien personalmente a invitado a sus seguidores en algunos de sus actos de campaña al uso de la violencia contra los que le contradicen públicamente o protestan en su contra.
Roberta Lange, la presidenta del Partido en Nevada, no sólo le dio carpetazo arbitrariamente a la convención, sino que a las 9:30 de la mañana, mientras muchos delegados hacían todavía fila para poder ingresar a la convención, decidió convocar a un rápido “voice vote”, se llevó a cabo antes de que todos los delegados estuvieran presentes, que resultó ser una autentica competencia de gritos entre los seguidores de Clinton y Sanders, sobre si cambiar las reglas de la convención justo en ese momento, beneficiando así a Hillary Clinton, voto que de ninguna manera arrojó un resultado creíble y que no fue debidamente concluido como claramente puede comprobarse en estas imágenes.
En fin, la maquinaria del poder, con sus vigorosos brazos mediáticos, trabaja a marchas forzadas para tratar de parar en seco a Bernie Sanders, tratando de fabricarle la imagen de “mal perdedor” que con su actitud “divide” al Partido Demócrata y lo debilita de cara a la “madre de todas las batallas” contra Donald Trump. Una y otra vez los medios no logran disimular su agenda para que Sanders deje de “jugar a la democracia” y se discipline de una vez por todas para que Clinton sea “coronada” sin contratiempos según lo establecido por allá en las alturas del poder. Si esto se confirma y como todo parece indicar, Clinton se consolida como la candidata demócrata a la presidencia, necesitará irremediablemente de los seguidores de Sanders para poder ganarle a Donald Trump. Sin los simpatizantes de Sanders, enfrentados ahora con la estructura demócrata, un triunfo de Clinton sobre Trump luce como misión imposible.
Lo cierto es que a el “establishment”, en general lo que más preocupa es la gran movilización y politización que Sanders ha logrando provocar, de manera contundente entre los jóvenes, justo cuando el sistema político bipartidista da muestras de agotamiento extremo. ¿Se les saldrá de control la ‘democracia’?
Artículo de Rubén Luengas originalmente publicado en: El Socialista Digital
