Lucas no puede viajar en transporte público ni en automóviles sin caer dormido, así como al asistir a clases en la escuela.
“Ha sido la peor de mis pesadillas. Trataba de proteger mi familia y en lugar de eso le he dado a Lucas una condición para toda su vida», dijo Pauline al diario británico Liverpool Echo sin contener las lágrimas.
Lucas tendrá que tomar medicamentos durante toda la vida para ayudarle a mantenerse despierto. Además, sufre de una afección relacionada, cataplejía, que provoca que una emoción fuerte o la risa le hagan sufrir un colapso físico repentino o perder el control de los músculos faciales, a menudo resultando en dificultad para hablar.
La familia no tiene derecho a indemnización por los daños permanentes provocados por el efecto secundario de la vacuna.
De acuerdo con un estudio en Inglaterra, una de cada 55.000 personas inyectadas con la vacuna contra la gripe porcina de 2009-10, desarrollaron narcolepsia.