El portal, Resumen Latinoamericano, de orientación política de izquierda, publicó esta breve crónica sobre lo que le gritaron al venezolano Henrique Capriles en la Casa Rosada durante su visita al presidente Mauricio Macri.
Al grito de “golpista”, “fascista” “asesino” y la repetida consigna de “Chávez vive, la lucha sigue” un grupo de militantes de varias organizaciones sociales argentinas escracharon a Henrique Capriles Radonsky cuando se acercó a las rejas de la Casa Rosada para a dialogar con periodistas. Mientras hablaba con algunos corresponsales extranjeros, surgieron los primeros gritos de repudio, lo que obligó al gobernador de Miranda a meter violín en bolsa y retirarse por donde vino. Se subió a una furgoneta VAN blanca rodeado de guardaespaldas y desapareció de la escena. Afuera arreciaron los gritos y llegaron más manifestantes gritando “Capriles golpista, no pasarán”.
Tras reunirse con Macri, Capriles afirmó -en declaraciones a la prensa – que “no hay ningún giro” en la postura del presidente argentino respecto de la aplicación de la cláusula democrática contra Venezuela en la OEA, y reveló que le solicitó apoyo para “buscar una solución democrática, pacífica y constitucional” para la actual crisis en ese país.
Algo por lo que el chavismo acusa a Capriles
En el año 2000, Henrique Capriles fundó el partido político Primero Justicia con el conservador Leopoldo López y se alió con el International Republican Insititute, rama internacional del Partido Republicano estadounidense. El presidente de la época era George W. Bush, el cual brindó un amplio apoyo a la nueva formación política que se oponía a Hugo Chávez, particularmente mediante el National Endowment for Democracy.
Según el New York Times, “el National Endowment for Democracy se creó para llevar a cabo públicamente lo que ha hecho subrepticiamente la Agencia Central de Inteligencia (CIA) durante décadas, gastando 30 millones de dólares al año para apoyar partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios informativos en docenas de países”.
Henrique Capriles participó activamente en el golpe de Estado contra Hugo Chávez en abril de 2002. Alcalde de Baruto, procedió al arresto de numerosos partidarios del orden constitucional, entre ellos Ramón Rodríguez Chacín, entonces Ministro de Interior y Justicia, el cual fue violentamente agredido por los partidarios del golpe frente a las cámaras de televisión.
Al respecto, las palabras de Rodríguez Chacín fueron esclarecedoras: “Les hice ver (a Henrique Capriles y Leopoldo López, quienes llegaron para arrestarlo) el riesgo, el peligro que había para mi integridad física (de salir frente a la multitud), que la situación se iba a escapar de sus manos, sugerí salir por otro lugar, el sótano y la respuesta que recibí de Capriles, precisamente, fue que no, porque las cámaras estaban al frente del edificio. Ellos querían sacarme en frente de las cámaras, para exhibirme, no sé, supongo; para vanagloriarse ellos, a pesar del riesgo”.
Unos días antes del golpe de Estado, Capriles apareció ante las cámaras de televisión con los dirigentes de su partido político Primero Justicia para reclamar la renuncia de Hugo Chávez, de los diputados de la Asamblea Nacional, del Fiscal de la República, del Defensor del Pueblo y del Tribunal Supremo de Justicia. Tras el golpe del 11 de abril, la primera decisión de la junta golpista fue precisamente disolver todos estos órganos de la República.
En abril de 2002, Primero Justicia fue el único partido político en aceptar la disolución por la fuerza de la Asamblea Nacional que ordenó la junta golpista de Pedro Carmona.
Durante el golpe de Estado de abril de 2002, Capriles también participó en el asedio a la embajada cubana de Caracas, que organizaron la oposición venezolana y la extrema derecha cubanoamericana. Estaba presente Henry López Sisco, cómplice del terrorista cubano Luis Posada Carriles, responsable de más de un centenar de asesinatos, entre ellos el atentado contra el avión de Cubana de Aviación el 6 de octubre de 1976 que costó la vida a 73 pasajeros.
Tras cortar el agua y la electricidad, Capriles, quien pensaba que el vicepresidente de la época Diosdado Cabello, se había refugiado en la entidad diplomática, entró y exigió del embajador revisar el lugar, violando así el Artículo 22 de la Convención de Viena, que estipula que las representaciones diplomáticas son inviolables.
Germán Sánchez Otero, entonces embajador cubano en Venezuela, le respondió lo siguiente: “Si usted conoce el derecho internacional debe saber que tanto Venezuela como Cuba tienen derecho a que un ciudadano sea evaluado para recibir asilo político en cualquier sede diplomática. Un demócrata, un humanista, no puede admitir que haya niños sin agua, sin electricidad y sin comida”.
Al salir de la embajada, Capriles, lejos de calmar la multitud alterada, declaró a la prensa que no había podido revisar la representación diplomática y que estaba en la imposibilidad de confirmar o no la presencia de Cabello, lo que suscitó nuevas tensiones.
Por su participación en el golpe de Estado, Capriles fue enjuiciado y encarcelado de modo preventivo por sustraerse a la justicia.
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