“Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual”. (Martin Luther King)
William D. Hartung, director de Arms and Security Project, del Center for International Policy, interpela a quienes añoran el gobierno de Barack Obama haciéndoles notar que, si bien es cierto se trataba de un presidente inteligente, bien leído y que no representaba ser una vergüenza global, los años de Obama «ayudaron a montar el escenario de nuestro predicamento actual«.
«En algunas partes importantes del mundo, los militares estadounidenses se convirtieron en la primera y con frecuencia única herramienta de Washington teniendo como resultado guerras desastrosas». (William D. Hartung )
Según William D. Hartung, los Generales de Trump construirán de hecho sobre las políticas de Obama un estado de guerra permanente.
Los indicadores de cómo la política exterior de Obama dependió tanto del factor militar incluye el lanzamiento de un número récord de ataques con aviones no tripulados (10 veces más que en los años de Bush), guerras no declaradas en al menos seis países, el despliegue anual de fuerzas de operaciones especiales a más de la mitad de los países del planeta, el registro de mayúsculas ventas de armas a Oriente Medio y una plétora de nuevas armas y programas de entrenamiento del Pentágono.
Amor de Trump a los Generales
Además, el director de la CIA Mike Pompeo es graduado de West Point y ex oficial de tanques del Ejército en la Guerra Fría e incluso el asesor de la Casa Blanca Steve Bannon ha realizado actividades militares de algún tipo». ( William D. Hartung)
Rebecca Gordon publica por su lado en TomDispatch sobre Donald Trump preparándose para llevar a EU a la versión más reciente de su guerra sin fin:
Siempre será bueno recordar la advertencia hecha el 17 de enero de 1961, cuando el presidente republicano Dwight Eisenhower se dirigió por última vez al pueblo estadounidense desde su escritorio del despacho Oval, después de ocho años en la Casa Blanca.
En su discurso televisado ese 17 de enero, Eisenhower habló a los estadounidenses del novedoso concepto del «complejo militar-industrial» conformado por las Fuerzas Armadas y los fabricantes de armamentos y advirtió de su creciente ingerencia en el manejo de las políticas públicas del país:
“Nunca debemos dejar que el peso de esta combinación ponga en peligro nuestras libertades o procesos democráticos. No deberíamos dar nada por hecho. Solo una ciudadanía alerta y con conocimiento puede forzar el correcto funcionamiento de la maquinaria industrial y militar de defensa con nuestros métodos y objetivos pacíficos, para que la seguridad y la libertad puedan prosperar juntas”. (Diwight D. Eisenhower)
Tal advertencia logró tener un profundo impacto precisamente porque fue realizada por un militar que, desde los intríngulis gubernamentales había experimentado de primera mano la capacidad de presión que esa industria podía ejercer. Dicha influencia, señaló Eisenhower, se hacía sentir en cada condado y alcaldía; en gubernaturas, legislaturas estatales y oficinas federales. La Guerra Fría nos impone la necesidad de disponer esos recursos, aseguró Eisenhower, pero no podemos dejar de ser conscientes de las graves implicaciones de haber concedido tanto poder a esa industria.
Estados Unidos es la indiscutible superpotencia militar del mundo. Gasta en Defensa tres veces más que China y siete veces más que Rusia. Su presupuesto, que ronda actualmente los 600.000 millones de dólares anuales, supera al gasto combinado de los siete países que le siguen en la lista, según el Stockholm International Peace Research Institute.
Pero ese monstruoso gasto militar resulta ser insuficiente para Donald Trump. Su administración ha anunciado que pedirá al Congreso una partida adicional de 54.000 millones de dólares en Defensa para el año fiscal que comienza en octubre, lo que supondría un aumento del 9% en los fondos destinados al Pentágono.
«Ya es hora de que Estados Unidos vuelva a ganar guerras» (Donald Trump)
En ese contexto, Trump ha asegurado que quiere fortalecer el arsenal nuclear al considerar que Estados Unidos ha mermado su capacidad de armamento atómico:
“Vamos a mejorar sustancialmente todo nuestro Ejército, todas nuestras capacidades ofensivas y defensivas. Será más grande, mejor y más fuerte que nunca”. (Donald Trump)
Ya casi para concluir este breve trabajo «Entre Noticias», recuperamos para la ocasión una frase trascendente de Martin Luther King sobre el gasto militar y posteriormente la imagen del presidente que hace 56 años advirtiera al pueblo estadounidense sobre un peligro consumado.
Trump quiere ganar guerras sin importar para ello lo que la gente diga o piense. Para eso sirve la propaganda, capaz de movilizar en las masas emociones manipuladas de odio y miedo.
Tal como explica Naief Yehya en su libro Guerra y Propaganda: «La magia del propagandista consiste en crear un tiempo fuera del tiempo, inmune a cualquier noción de coherencia y al juicio de la historia«.
Redacción/Entre Noticias