En Fort Worth, una ciudad de más de 850.000 habitantes, se han pedido más de 2.127 permisos para perforar en el área metropolitana
La actividad desenfrenada de la industria energética no es ninguna novedad en Texas. Aun así, en la actualidad no solo implica la perforación en zonas remotas. Desde hace una década, desde que en los campos de Barnett [en la cuenca Forth Worth] se empezó a utilizar el fracking, los campos perforados han pasado a formar parte del paisaje urbano de la cuarta área metropolitana de mayor tamaño del país. Algunos de estos campos están situados a escasos metros de casas, negocios, iglesias, escuelas, parques y del undécimo aeropuerto con más tráfico del mundo.
La extracción de hidrocarburos da dinero y trabajo a los residentes y a los ayuntamientos, pero en los últimos años los ecologistas han mostrado su preocupación por el impacto que esta actividad pueda tener sobre la calidad del aire y el agua, así como por el riesgo de fugas y explosiones. Además, ahora es cada vez más evidente que las actividades relacionadas con la tecnología de fracturación hidráulica causan terremotos.
Un nuevo estudio dirigido por un sismólogo de la Southern Methodist University, situada en Dallas, y publicado en noviembre indica que esta avalancha de temblores en el norte de Texas se está produciendo en fallas que han estado inactivas durante al menos 300 millones de años. El experto ha utilizado un método analítico diferente al de estudios publicados con anterioridad y que precisamente confirma las conclusiones de estos informes e indica que estos movimientos sísmicos son consecuencia de la actividad humana.
En Fort Worth, una ciudad de más de 850.000 habitantes, se han pedido más de 2.127 permisos para perforar en el área metropolitana; algunos ya han sido concedidos y otros están siendo tramitados.
Desde 2008, la cuenca de Fort Worth ha pasado de no registrar movimientos sísmicos a experimentar cientos de ellos, la mayoría de poca intensidad. El principal culpable de este cambio no es el fracking, sino la técnica mediante la cual se eliminan las aguas residuales. Las operaciones industriales de inyección de aguas residuales se utilizan de forma masiva para deshacerse de grandes cantidades de agua que surgen como consecuencia de la fracturación hidráulica y de otros métodos extractivos. Consiste en utilizar pozos de deshecho para empujar estas aguas bajo tierra, donde probablemente ejercen una presión sobre las fallas.
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