Vergüenza por un llamado «debate», rebasado por la cruda realidad que agobia a México

Las redes sociales en México se tomaron con humor el llamado debate electoral que enfrentó a los candidatos presidenciales para las elecciones del próximo 1 de julio, quienes fueron objeto de numerosos memes satíricos que se hicieron virales durante la transmisión del mismo.

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El llamado «debate», exhibió el grave nivel del estado de descomposición cultural y social en el que se encuentra México.

Uno de los momentos más repulsivos del llamado debate presidencial realizado ayer en México, fue cuando el supuesto candidato «independiente», Jaime Rodríguez Calderón, conocido como El Bronco, dijo que propondría una ley para cortar la mano de quien robe.

El llamado «Bronco» propone por lo tanto que en México se realicen castigos como los de Arabia Saudita, país que tiene una interpretación estricta de la ley islámica y una de las las tasas de pena de muerte más altas del mundo.

Arabia Saudita, a pesar de las numerosas críticas que recibe a nivel mundial, aplica estrictamente la Ley Sharia (islámica) en virtud de la cual los ladrones condenados pueden sufrir como pena que se les corte la mano derecha por medio de una espada.

La Ley Sharia es la base del Derecho islámico e incluye un código de conducta con normas sobre los modos del culto, los criterios de la moral y de la vida, las cosas permitidas o prohibidas o las reglas separadoras entre el bien y el mal. Los castigos más severos se reservan para delitos denominados «hadd» que llevan directamente a la lapidación, los azotes y a la amputación de una mano.

 
Tras decir que se requiere en México de un Fiscal Autónomo y diputados autónomos que no dependan de los partidos a los que pertenecen, el llamado «Bronco» soltó sin despeinarse su propuesta de «mocharle» la mano al que robe, retando a los legisladores para que aprueben su propuesta.

Y así, sin despeinarse, sin que ninguna autoridad en México pusiera freno a un descarado acto de impunidad y corrupción, el llamado Bronco logró ser candidato y estar en el «debate» de ayer gracias a «cientos de miles de firmas apócrifas» detectadas por el Instituto Nacional Electoral (INE).

Más allá de su execrable propuesta, que causa gran indignación en el mundo, como cuando se conoció a través de un documental de la BBC que incluso en escuelas islámicas radicadas en el Reino Unido se enseña a los alumnos de entre 6 y 18 años cómo cortar la mano del ladrón y si es reincidente, cómo cortarle el pie, el llamado Bronco y el llamado debate presidencial pusieron en evidencia el nivel tercermundista de una práctica que, además de aburrida, acartonada y fragmentada en espacios de tiempo ridículos para abordar temas con seriedad, ha sido ya rebasada por la cruda realidad que vive México.

Fue grotesco eso de apagarles el micrófono a los aspirantes cuando se les terminaba el tiempo, sin flexibilidad alguna que diera margen para redondear una «idea», de cara a una sociedad que necesita urgentemente sumarse a un esfuerzo colectivo que ataque la raíz, la causa profunda de la problemática mexicana y no engañar con demagogia atacando los efectos del problema.

Nadie verdaderamente sensato, dejaría de percibir la obviedad, desde el arranque de la discusión, que se trato de una escenificación en la que cuatro de los contendientes tenían un adversario común: Andrés Manuel López Obrador.

Comentario de Rubén Luengas inmediatamente después del llamado «debate».

 

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