“Aunque nadie puede volver atrás y tener un nuevo comienzo, todos pueden empezar desde ahora y tener un nuevo final» (Carl Bard)
En el autobús que traslada a la selección croata en Rusia está escrito: «Pequeño País. Grandes sueños». Selección integrada por una mayoría de jugadores que de niños vivieron los horrores de la guerra ocurrida en el territorio de la antigua Yugoslavia.
Entre 1991 y 1995 miles de familias de las diferentes repúblicas yugoslavas se vieron obligadas a abandonar sus hogares -la mayoría a países centroeuropeos- en busca de un lugar mejor para salir adelante. Dos de los jugadores croatas más reconocidos a nivel mundial, Luka Modric e Iván Rakitic, tienen una marca de guerra en la piel y en el alma. A los seis años Modric vio cómo asesinaban a su abuelo a unos metros de su casa, lo que derivó en la huida inmediata de Obrovac, su lugar de nacimiento, junto a sus padres Stipe y Jasmina, quienes buscaban protegerlo de las balas y las bombas.
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«Fue difícil de niño entender lo que estaba pasando en los Balcanes» escribió Modric en un artículo publicado en la prestigiosa publicación The Player’s Tribune.
«Mis padres nunca hablaron con mi hermano o conmigo sobre la guerra ya que ellos perdieron mucha gente que amaban. Nosotros tuvimos suerte», reconoció.
Rakitic no sufrió frente a él ningún asesinato de un ser querido en ese conflicto de los Balcanes, pero si nació en la ciudad suiza de Möhlin fue porque sus padres habían dejado Croacia huyendo de la guerra. Es hijo de un croata y de una serbia. La estrella del Barcelona incluso representó al país helvético en varias selecciones de las categorías inferiores antes de elegir jugar con Croacia.
Otro de los jugadores que fue desplazado por la guerra durante su infancia es Mario Mandzukic, el autor del gol ganador en la semifinal contra Inglaterra, quien creció en Alemania junto a su familia. Mario tuvo que huir de pequeño junto a su familia rumbo a Alemania para protegerse de los peligros bélicos de su país. A los 12 años, ya con la guerra terminada, volvió a Croacia.
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“Deja que tus esperanzas, y no tus heridas, den forma a tu futuro». Robert H. Schuller
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