Bertolucci, que llevaba años postrado en una silla de ruedas tras los problemas ocasionados por una cirugía de hernia de disco, obtuvo diversos reconocimientos profesionales a lo largo de su carrera, como el León de Oro en 2007 al logro de toda una vida en el festival de Venecia o la Palma de Oro de Honor de Cannes. Asimismo fue Gran Oficial de la Orden del Mérito de la República Italiana y Medalla de Oro para el meritorio de la cultura y el arte.
Hijo de un poeta y profesor amigo de Pasolini, Bernardo se rodeó desde joven de un ambiente artístico. Estudió literatura en la universidad de Roma y no tardó en ganar cierta fama como poeta. De hecho, obtuvo el Premio Viareggio por el libro de poemas In cerca del mistero, pero decidió no continuar porque no podía competir con su padre.
Su obra más colosal fue Novecento (1976), un drama histórico que hacía un recorrido político y social por la Italia del siglo XX
“Los fascistas”. Pocos supieron explicar y estetizar el fascismo como Bernardo Bertolucci. Hay reflexiones que no pierden actualidad.
Sit tibi terra levis. pic.twitter.com/xJIxWE6ais— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 26 de noviembre de 2018
Bertolucci empezó en el cine realizando cortometrajes con su hermano Giuseppe con una cámara de 8 mm y debutó a los 21 años con La Commare seca. A esta primera producción le siguió Prima della rivoluzione (1964), obras que le definieron como un director que sabía cómo diseccionar las interioridades de los personajes, algo que logró con notoriedad con la aclamada El conformista (1970), basada en la novela de Alberto Moravia. La película era un estudio psicológico de un hombre de comportamiento agresivo que busca ser un sujeto corriente en el marco de un momento sociopolítico en el que la extrema derecha está en auge. “Viví en una especie de sueño de comunismo”, comentó años más tarde acerca de la película.
Con El último tango en París (1972) logró dos candidaturas al Oscar -mejor director y mejor actor- y se ganó fama de polémico debido a las escenas de fuerte contenido erótico que mostraba entre un maduro Marlon Brando y la joven Maria Schneider. Para el recuerdo queda la escena de la mantequilla, que traumatizó de por vida a la actriz y que fue rodada sin que ésta supiera lo que habían conspirado Brando y Bertolucci la misma mañana del rodaje con tal de que Maria “no interpretara su miedo sino que lo sintiera”, según aseguró el propio director en una entrevista a Cinémathèque Francaise en 2013 .
“La escena de la mantequilla la pensamos Marlon Brando y yo esa mañana, antes de rodar. Creo que me porté horriblemente con Maria, porque no le conté lo que iba a pasar. Quería que su reacción fuera la de una chica, no la de una actriz. Quería que se sintiera la humillación, que gritara ¡no, no!… Creo que nos odió a Marlon y a mí porque no le contamos el detalle de la mantequilla como lubricante. Aún me siento muy culpable por todo esto”.
Hasta siempre, Bernardo Bertolucci. Nos hiciste soñar con "El último tango en París", descubrir con "El último emperador" y emocionar con "Novecento". Estaremos siempre en deuda contigo y con tu cine.#Bertolucci #Novecento #Elcuartopoder #EnnioMorricone pic.twitter.com/EKVUXiNE2a
— literland (@literlandweb1) 26 de noviembre de 2018
Entre Noticias/Agencias