¿Qué es eso llamado «neoliberalismo» tan criticado por el presidente López Obrador?/ Por Rubén Luengas

"Bajo el neoliberalismo, los ricos se convencen de que son ricos por méritos propios, sin que sus privilegios (educativos, patrimoniales, de clase) hayan tenido nada que ver. Los pobres se culpan de su fracaso, aunque no puedan hacer gran cosa por cambiar las circunstancias que determinan su existencia".

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¿Cómo es posible que la izquierda no haya planteado una alternativa viable al neoliberalismo? dice el escritor británico George Monbiot.

«El neoliberalismo es tan ubicuo que ni siquiera lo reconocemos como ideología. Aparentemente, hemos asumido el ideal de su fe milenaria como si fuera una fuerza natural; una especie de ley biológica, como la teoría de la evolución de Darwin. Pero nació con la intención deliberada de remodelar la vida humana y cambiar el centro del poder». Inicia así un importante artículo del escritor británico George Monbiot sobre los efectos del neoliberalismo.
Hay sin embargo, quienes siendo protagonistas de la aplicación de ese neoliberalismo, como Carlos Salinas de Gortari, presidente de México (1988-1994), que niega haber encabezado un gobierno neoliberal en su momento. Salinas ha dicho que su administración no fue de corte neolibaral, que «eso se aleja de la realidad y es uno de los estereotipos que se han creado» sobre su gobierno: «Claro que introdujimos medidas como privatizaciones para obtener recursos y realizar programas sociales sin déficit fiscal. Claro que desregulamos una economía en la que hasta la producción de cerillos estaba sobreregulada por el estado. Claro que establecimos la autonomía del Banco Central para quitarle al presidente la facultad de imprimir billetes por su orden y a discreción. No, mi administración trabajó bajo el principio de liberalismo social», dijo Salinas en una entrevista que puede ser vista aquí.

Según Salinas, él no colocó al mercado como principal objetivo, ni tampoco fomentó un individualismo posesivo donde el individuo queda aislado de la sociedad. Salinas dice que el neoliberalismo en México empezó a partir del gobierno de Ernesto Zedillo, no antes.

En su reciente toma de posesión como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) culpó al neoliberalismo (1983 – 2018) de varios de los problemas actuales del país, al grado de afirmar que «neoliberalismo es corrupción». Una de las primeras culpas del neoliberalismo, en la visión de AMLO, es la falta de crecimiento económico. De 1983 a 2018, los años del neoliberalismo, en los que AMLO incluye al gobierno de Salinas y antes al de Miguel de la Madrid, el crecimiento promedio anual de la economía mexicana fue 2.5 por ciento, combinado con una inflación, en promedio anual, del 8.5 por ciento.

Durante los tres últimos sexenios (Fox, Calderón, Peña), el crecimiento promedio anual de la economía fue 2.3 por ciento con un promedio anual de inflación del 4.5 por ciento.

López Obrador ha dicho que su objetivo sería alcanzar un crecimiento económico del 4 por ciento, para lo cual se requiere que se invierta más de lo que se ha invertido en las últimas casi cuatro décadas. Sus críticos dicen que esa meta no podría lograrse sin neoliberalismo, sino al contrario, con «más y mejor neoliberalismo».

Sin embargo el neoliberalismo es mucho más que la aplicación de medidas económico-comerciales. «Es toda una ideología que no sólo satura el significado y el contenido mismo de la democracia con valores intrínsecos del mercado, sino que ataca incluso los principios, las prácticas, las culturas, los sujetos y las instituciones de la democracia entendida como el gobierno del pueblo». Citando a Wendy Brown y su libro: El pueblo sin atributos; la secreta revolución del neoliberalismo «El neoliberalismo transforma cada dominio humano y cada empresa-junto con los seres humanos mismos- en algo hecho a imagen y semejanza de los intereses económicos». A imagen y semejanza, diríamos nosotros aquí, del «todo poderoso dios mercado», que tiene supuestamente la capacidad de auto-regularse y generar el llamado trickle down effect, o «efecto goteo», fundamento de las políticas fiscales de Ronald Reagan en los años 80, mismo que supone que favoreciendo a los más ricos, la economía «genera beneficios que, cayendo hacia abajo como gotas, se transforman en un beneficio para todos», lo que en los hechos resulta no sólo ser falso, sino que que resulta ser exactamente lo contrario: los ricos cada vez más ricos, los pobres cada vez más pobres y una clase media media en picada.

El término neoliberalismo se acuñó en París, en una reunión celebrada en 1938. Su definición ideológica es hija de Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, dos exiliados austríacos que rechazaban la democracia social (representada por el New Deal de Franklin Roosevelt y el desarrollo gradual del Estado del bienestar británico) porque la consideraban una expresión colectivista a la altura del comunismo y del movimiento nazi.

El neoliberalismo es una corriente económica y política capitalista, inspirada y a la que se atribuye en ocasiones el resurgimiento de ideas asociadas al liberalismo clásico (laissez faire) o primer liberalismo desde las décadas de 1970 y 1980, aunque existe información que data la aparición del término desde la década de 1930 con el significado de un liberalismo clásico reformado y amigable con algún nivel limitado de intervencionismo. El término neoliberalismo en el presente suele ser asociado con políticas que implican apoyar una amplia liberalización de la economía, el libre comercio en general, grandes reducciones del gasto público y de impuestos así como disminución de la intervención del Estado en la sociedad y economía en favor del sector privado conformado principalmente por consumidores y empresarios, estos últimos quienes podrían pasar a desempeñar roles que en determinados países asume y financia el Estado con impuestos del contribuyente.

 
El neoliberalismo propone que se deje en manos de los particulares o empresas privadas el mayor número de actividades económicas posible. Igualmente propone una limitación del papel del Estado en la economía; la privatización de empresas públicas y la reducción del tamaño del Estado, es decir, una reducción del porcentaje del PIB controlado o administrado directamente por el Estado. Respecto al derecho laboral, mercantil y las regulaciones económicas generales el neoliberalismo propone la «flexibilización» laboral, la eliminación de restricciones y regulaciones a la actividad económica, la apertura de fronteras para mercancías, capitales y flujos financieros.

En su libro The Terror of Neoliberalism, Henry A. Giroux, dice que bajo el neoliberalismo todo está a la venta o es expoliado para obtener ganancia, mientras el concepto de ciudadanía ha llegado a convertirse de manera creciente en una función más del consumismo, y las políticas han sido reestructuradas en tanto las corporaciones han sido progresivamente liberadas del control social por la desregulación y la privatización excesiva entre otras medidas propias del neoliberalismo dictadas por lo que se conoce como el Washington Consensus o Consenso de Washington, que se fundamenta en la teoría económica neoclásica que sustenta a la doctrina del laissez-faire como requisito para resolver todos nuestros problemas económicos.

Giroux describe en su libro de manera puntual, las contradicciones, injusticias y la crueldad brutal cometida por los feligreses del fundamentalismo del mercado, quienes en su vocabulario presentan a la democracia y al libre mercado como si fueran sinónimos.

En ese contexto George Monbiot nos dice:

Bajo el neoliberalismo, los ricos se convencen de que son ricos por méritos propios, sin que sus privilegios (educativos, patrimoniales, de clase) hayan tenido nada que ver. Los pobres se culpan de su fracaso, aunque no puedan hacer gran cosa por cambiar las circunstancias que determinan su existencia. ¿Desempleo estructural? Si usted no tiene empleo, es porque carece de iniciativa. ¿Viviendas de precios desorbitados? Si su cuenta está en números rojos, es por su incompetencia y falta de previsión. ¿Qué es eso de que el colegio de sus hijos ya no tiene instalaciones de educación física? Si engordan, es culpa suya. En un mundo gobernado por la competencia, los que caen pasan a ser perdedores ante la sociedad y ante sí mismos.

 
Muchos de quienes integran la élite mexicana o quienes por diferentes motivos aspirarían a ser parte de ella, están derramando amargamente su pesadumbre por tener ahora en México a un presidente que se atreva a decir que «por el bien de todos primero los pobres». Pasan por alto que, citando a Jacques Ranciere, la verdadera democracia es necesariamente «la erupción de una parte de los que no tienen parte».

Esos inconformes de la élite mexicana, instalados cómodamente en sus burbujas sociales y en sus zonas de confort, debieran dar gracias de no estar enfrentando una rebelión violenta de los millones de excluidos que hay en México. No tienen ni idea de lo que eso significaría en la vida cotidiana de los mexicanos. Si lo entendieran, dejarían de reprender al presidente López Obrador por haber protagonizado una ceremonia en la plaza pública con representantes de las comunidades indígenas de México – con las que suele presumirse en México de nuestro folklore ante el extranjero – y dejarían a un lado lo que Hernán Gómez denominó La pejefobia en un artículo publicado en marzo de 2018 en el diario mexicano El Universal.

A nadie se le pide adherirse ciegamente a los criterios del nuevo gobierno, al contrario, es necesaria la crítica genuina y los contrapesos. Nadie puede ni debe erigirse como dueño de la verdad, pero si revisamos los mensajes contenidos en las redes sociales, proliferan las descalificaciones de doble vía, basadas en el prejuicio y no en el análisis consciente, aunque existan también preocupaciones legítimas.

Una vez más citamos George Monbiot:

«En la narrativa neoliberal, las personas se reducen a la mercancía y se espera que imiten en lugar de desafiar los valores corporativos. Desde este punto de vista, la cultura se convierte en un arma pedagógica cuyo objetivo es convencer a la gente de que es imposible imaginar un futuro alternativo. En esta versión fascista del guión, las personas son consideradas en gran medida como extensiones de capital o desechables, y en última instancia sujetas a limpieza racial, exclusión terminal o algo peor».

 
Creemos que nadie bien intencionado y en su sano juicio, podría negar que cuando muchos neoliberales hablan de «libertad», se refieren en realidad a que no existan obstáculos para su propia rentabilidad, para su neurosis de lucro, su afán por la ganancia, del beneficio propio en estado puro, sin importar los estragos provocados en «los perdedores» o en el planeta mismo.

Para los adoradores del neoliberalismo globalizado (el Dios Mammón en la Biblia) que gobiernan el estado de cosas en el mundo y le queman incienso al capitalismo salvaje y a la dictadura global de los mercados, lo preponderante en el mundo no es la construcción de relaciones genuinas con sentido de comunidad en las que se salvaguarden la dignidad y la salud emocional de las personas, sino las relaciones contractuales, interesadas e impersonales que les permitan satisfacer su hambre desmedida por adquirir dinero, rindiéndole culto al brillo del oro y a su ego, a su mezquindad inagotable que les incapacita para la fraternidad, el amor, la solidaridad humana y el cuidado y buen trato a la naturaleza. Rubén Luengas

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El presidente López Obrador culpa al neoliberalismo: ¿Podrá su gobierno ofrecer la alternativa?

¿Será posible impregnar, no sólo en nuestra sociedad mexicana, sino en nuestra humanidad planetaria, la posibilidad de otros valores que nos conduzcan a luchar por ser y no sólo a luchar por tener, cueste lo que cueste, pasando por encima de quien sea? Hay quienes advierten que si no se reacciona con rapidez ante los embates de la avaricia depredadora y globalizada, muy pronto»se establecerá una especie de fascismo-capitalista-religioso del que será muy difícil de salir porque lo domina todo».

Rubén Luengas/Entre Noticias

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