Trump: el presidente que se cree superior por el origen de sus genes

Trump ha estado estrechamente vinculado, entre otros, a un peligroso racista llamado Kris Kobach, quien le ha asesorado sobre la idea del muro fronterizo con México y quien ha trabajado para un grupo racista, cuyo objetivo declarado es reducir, no el número de inmigrantes indocumentados, sino el número de personas no blancas en Estados Unidos.

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¿Son las expresiones racistas de Trump, única y exclusivamente, estrategia para buscar quedarse cuatro años más en la Casa Blanca?

Corren buenos tiempos para recordar el contenido de un documental del canal de televisión estadounidense PBS, en el que Michael D’Antonio, biógrafo del presidente Donald Trump, afirma que Fred Trump, padre del del ahora mandatario, enseñó a Donald que el éxito de la familia era genético, tal como lo publico en su momento el diario The Independent.

«La familia (Trump) profesa la teoría de la carrera de caballos sobre el desarrollo humano. Creen que hay gente genéticamente superior, y que si mezclas los genes de una mujer superior y un hombre superior, el resultado es descendientes superiores», explica D’Antonio en el documental.

PBS incluye en su documental, vídeos de diferentes momentos en los que Trump recalca esta idea, afirmando que «cree en lo del gen» y que por eso tiene una «muy alta aptitud».

Creencia de Trump en contexto

Importante referir en este contexto a War Against the Weak (Guerra contra los débiles), un muy documentado libro de la autoría de Edwin Black, de más medio millar de páginas, sobre una criminal operación planeada por Estados Unidos (EU) desde inicios del siglo XX y puesta en práctica entre las décadas de los años 1930 y 1960, cuyo propósito era crear una raza superior dominante.

Esa campaña estadounidense, prácticamente ignorada hoy en todo el mundo en virtud del ocultamiento mediático a que ha sido sometida por razones obvias, sirvió de modelo para el holocausto a que sometió el nazismo alemán liderado por Adolfo Hitler a la población judía. Personajes e instituciones de la política y la economía que hoy se presentan como respetables paladines de la democracia y el respeto a los derechos humanos, estuvieron involucrados en este genocidio.

El libro cuenta que, en las primeras seis décadas del siglo XX, a cientos de miles de norteamericanos etiquetados como débiles mentales (feeble minded), les estuvo vedada la reproducción. Seleccionados en prisiones, manicomios y orfanatos por sus antepasados, su origen nacional, su etnia, su raza o su religión fueron esterilizados sin su consentimiento, impedidos de procrear, de casarse o separados de sus parejas por medios burocráticos gubernamentales.

Esta perniciosa guerra de guante blanco fue llevada a cabo por organizaciones filantrópicas, prestigiosos profesores, universidades de elite, ricos empresarios y altos funcionarios de gobierno, formando un movimiento pseudocientífico llamado eugenesia (eugenics) cuyo propósito, más allá del racismo, era crear una raza nórdica superior que se impusiera a nivel global.

El movimiento eugenésico paulatinamente construyó una infraestructura jurídica y burocrática nacional para limpiar a Estados Unidos de los “no aptos”. Pruebas de inteligencia coloquialmente conocidas como “mediciones de IQ” se inventaron para justificar la exclusión de los “débiles mentales” que frecuentemente no eran más que personas tímidas o que hablaban otra lengua, o que tenían un color de la piel diferente. Se decretaron leyes de esterilización forzosa en unos 27 estados del país para impedir que las personas detectadas pudieran reproducirse. Proliferaron las prohibiciones de matrimonio para impedir las mezclas de razas. A la Corte Suprema de EEUU llegaron numerosos litigios cuyo verdadero propósito era consagrar a la eugenesia y sus tácticas en el derecho cotidiano.

El plan era esterilizar de inmediato a 14 millones de personas en Estados Unidos y varios millones más en otras partes del mundo para, posteriormente, continuar erradicando al resto de los “débiles” a fin de dejar solo a los nórdicos de pura raza en el planeta. En la década de 1930 se esterilizó coercitivamente a unos 60,000 estadounidenses y un número incalculable de matrimonios fueron vedados por leyes estaduales brotadas del racismo, el odio étnico y el elitismo académico, con un manto de respetable ciencia. (Manuel E. Yepe)

«Si mencionas la palabra ‘eugenesia’, muchos la asocian con los nazis y con el holocausto. Pero eso es errado. De hecho, Hitler aprendió de lo que los estadounidenses habían hecho», aseguró en 2017 Daniel Kevles, un historiador de ciencia de la Universidad de Yale, según publicó BBC Mundo

La genialidad hereditaria

Según Kevles, para entender la eugenesia hay que empezar en la Inglaterra victoriana, la de mediados de 1800: «Empezó con las ideas de Francis Galton, un científico que era primo de Charles Darwin», afirma.

A Galton le interesaba todo. Era antropólogo, geógrafo, explorador, inventor, meteorólogo, estadístico, psicólogo. Pero más que todo le fascinaba la genialidad y la herencia.

Galton pensaba que si podíamos encontrar la manera de cuantificar la herencia, podríamos controlarla y producir mejores personas, como hacemos con el ganado y las plantas.

A ese nuevo programa de reproducción selectiva que permitiría tomar las riendas de nuestra evolución lo llamo eugenesia.

Para el victoriano, la eugenesia trataba de fomentar la reproducción de genios, pero en EU empezaron a pensar en una eugenesia de otro tipo: el control de quién se reproduce y quién no.

«Concuerdo con usted si lo que quiere decir, como supongo, es que la sociedad no tiene porqué permitir que los degenerados se reproduzcan», dice la carta del autor y estadista Teodoro Roosevelt (1858-1919) al biólogo y eugenesista Charles Benedict Davenport (1866-1944).

Eventualmente, la eugenesia, cuyos objetivos eran globales, fue esparcida por evangelistas norteamericanos a Europa, Asia y Latinoamérica hasta formar una bien entretejida red de movimientos con prácticas similares que, mediante conferencias, publicaciones, y otros medios, mantenía a sus líderes y propugnadores al acecho de oportunidades de expansión de sus ideas y propósitos.

Fue así que llegó a Alemania, donde fascinó a Adolfo Hitler y al movimiento nazi. El Nacional Socialismo alemán transformó la búsqueda norteamericana de una “raza nórdica superior” en lo que fue la lucha de Hitler por una “raza aria dominante”.

La eugenesia nazi rápidamente desplazó a la norteamericana por su velocidad y fiereza. En las páginas de este libro, Edwin Black -de madre judía polaca- demuestra cómo la racionalidad científica aplicada por los médicos asesinos de Auschwitz, en Alemania, fue concebida antes en los laboratorios eugenésicos de la Institución Carnegie, en su complejo de Cold Spring Harbor en Long Island, donde se le hacía propaganda de manera muy entusiasta al régimen nazi. También se relata en el libro de Black la masiva ayuda financiera otorgada por las fundaciones Rockefeller, Carnegie y Harriman a las entidades científicas alemanas donde comenzaron los experimentos eugenésicos que culminaron en Auschwitz. (Entre Noticias)

 
Trump ha estado estrechamente vinculado, entre otros, a un peligroso racista llamado Kris Kobach, quien le ha asesorado sobre la idea del muro fronterizo con México y quien ha trabajado para un grupo racista, cuyo objetivo declarado es reducir, no el número de inmigrantes indocumentados, sino el número de personas no blancas en Estados Unidos. Kobach ha sido abogado de Immigration Reform Law Institute, el brazo legal de la organización Federation for American Immigration Reform, (FAIR), que el Southern Poverty Law Center clasifica como un grupo de odio.

FAIR ha recibido, según varios reportes publicados, más de un millón de dólares de financiamiento de una organización llamada Pioneer Fund, que se describe a sí mismo como un grupo formado en la tradición evolutiva de Charles Darwin y de Francis Galton considerado este último el padre de la eugenesia por impulsar la aplicación de la selección artificial del ser humano para mejorar la raza.

Durante los últimos 70 años, el Pioneer Fund ha financiado controvertidas investigaciones sobre raza e inteligencia con el propósito de demostrar “la superioridad de la raza blanca”. El mandato original del grupo era promover los genes de aquellos que pudieran ser considerados descendientes de las personas blancas que se asentaron en las primeras trece colonias antes de que se adoptara la Constitución.

Todo lo anterior, está en la raíz misma de lo que Donald Trump piensa, siente y expresa ante muchedumbres, medios de comunicación o redes sociales, contra personas que considera inferiores.

Rubén Luengas/Entre Noticias

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