Un informe de Armed Conflict Location & Even Data Project (ACLED), titulado «Los 10 conflictos armados más preocupantes de 2020», advierte que existe un «alto riesgo» de que los cárteles mexicanos de la droga “se conviertan en insurgencia”.
ACLED prevé que este año México cerrará con nuevo récord de homicidios.
Lo anterior, señala, se desprende de la serie de incidentes «brutales» ocurridos durante 2019 y que ilustran cómo los cárteles están adoptando cada vez más técnicas de insurgencia.
Se destaca el incidente del pasado 17 de octubre en Culiacán, Sinaloa, durante el fallido operativo para detener a Ovidio Guzmán López.
Se hace referencia también, a la masacre en contra de la familia LeBarón, en los límites de Chihuahua y Sonora.
«Incidentes como el ataque de represalia del Cártel de Sinaloa tras el arresto del hijo de El Chapo, aumentan el temor de que (las organizaciones criminales) puedan parecer más fuertes que los militares», apuntó.
ACLED es una asociación sin fines de lucro, financiada por instancias como el Ministerio de Exteriores de Países Bajos y la Oficina Federal de Exteriores de Alemania y está encabezada por Clionadh Raleigh, catedrática de la Escuela de Estudios Globales de la Universidad de Sussex y experta en violencia política.
Nada nuevo, ya en 2009 el Instituto de Estudios Estratégicos del Ejército de Estados Unidos de América, dio a conocer un informe llamado «La Narcoinsurgencia de México y la política antidrogas de Estados Unidos de América», donde advertía el paso del narcotráfico tradicional, a una subersión paramilitar con prácticas de guerrilla financiadas por la delincuencia organizada con gran penetración entre la ciudadanía, también, hace 10 años, ya nos comparaban con Afganistan e Irak, se hablaba de Estado fallido e, incluso, el gobierno de Barack Obama enviaba militares a nuestra frontera.
Carlos Fazio nos hacía una serie de análisis sobre el tema y quiero citar uno del 26 de julio de 2010:
«Diecinueve días antes del atentado en Ciudad Juárez, [un atentado con explosivos que dejó cuatro muertos], un diario capitalino había señalado que instructores del Comando Norte venían entrenando a militares mexicanos en contrainsurgencia, con tácticas utilizadas en Afganistán e Irak. La información fue ratificada por el subsecretario del Pentágono, William Weschler. (…) La tácita equiparación de los cárteles de las drogas con la insurgencia iraquí y afgana, implica, como respuesta militar, la guerra irregular o asimétrica, con todo y sus daños colaterales, acciones genocidas incluidas.Ergo, más de lo mismo pero peor. Con un agregado: en la fase de afganización de México y según la nueva jerga del Pentágono recuperada por el experto Edgardo Buscaglia, se debe sustituir la denominación cárteles del narcotráfico por mafia insurgencia; una fórmula sencilla para justificar la contrainsurgencia en un asunto de seguridad pública.
Por pura casualidad, también, en momentos que el gobierno de Barack Obama anunciaba el envío de mil 200 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera con México, junto con aeronaves de vigilancia a control remoto (drones), otro experto aventuró que ante la militarización de los sicarios mexicanos –devenidos en fuerzas especiales del crimen organizado (sic)– y el empleo de tácticas terroristas similares a las usadas en Irak y Afganistán, no sería extraño que el Ejército y la Armada comiencen a utilizar aviones de manera intensiva en Ciudad Juárez. Que el comisionado de Aduanas y Protección Fronteriza estadunidense, Alan Bersin, admitiera que se está negociando el empleo de drones del lado mexicano de la frontera, es un dato anecdótico. Igual que la noticia de que la Armada de México está fabricando vehículos aéreos no tripulados (VANT), en Veracruz.
Narcoestrategia. Desde el gobierno de Ronald Reagan el narcotráfico es un instrumento de Washington para rencauzar el sistema de control social en América Latina. Gregorio Selser la llamó narcopolítica. En 1983, el embajador de Estados Unidos en Colombia, Lewis Tambs, acuñó la expresión narcoguerrilla, asimilada a las FARC y el ELN. Otro halcón, Elliot Abrams, matrizó narcoterroristas en 1986. Vía el Plan Colombia (2000), a Washington le llevó 10 años convertir al Ejército colombiano en una fuerza cipaya y disponer de siete bases militares en el país. La reproducción intensiva del modelo de reingeniería militar lleva tres años en México; los de Calderón. Ah, por cierto, la quinta Zona Militar informó el viernes 23 que decomisó 26 kilos de explosivo Tovex en el simbólico municipio de Madera. ¡Vaya casualidad!».
También Jorge Luis Sierra, en la revista Contralínea, en octubre de 2010, decía:
Puede ser que el nombre del embajador Henry A Crumpton signifique poco fuera de la comunidad de inteligencia de México y Estados Unidos, pero sus opiniones tienen un peso relevante: Crumpton fue agente de operaciones clandestinas de la Agencia Central de Inteligencia por más de dos décadas, encabezó las operaciones en Afganistán y luego coordinó la lucha contra el terrorismo en el Departamento de Estado.
Crumpton es uno de los civiles que desarrollan los conceptos mientras los militares los llevan a cabo. Así sucede con el término narcoinsurgencia, que Crumpton aplica para México y que tanto la comunidad civil como la militar de Estados Unidos han elegido para analizar al crimen organizado mexicano.
El exjefe de inteligencia sostiene que equiparar a los cárteles del narcotráfico con el de “grupos insurgentes” es la manera correcta de abordar el problema. La misma secretaria de Estado, Hillary Clinton, adoptó el concepto cuando habló de la “narcoinsurgencia mexicana”, igual a la colombiana, y provocó una reacción áspera en México, incluyendo el rechazo del propio presidente Felipe Calderón.
En una entrevista reciente con el Wall Street Journal, Crumpton reconoció, sin embargo, que ese concepto es “particularmente incendiario” para los mexicanos por su temor histórico a que el ejército de Estados Unidos se ponga al frente de la lucha antinarcóticos.
Quizá, a nuestros vecinos del norte, la idea no se les ha quitado de la cabeza y en esta última década han seguido buscando la manera de implementar la forma de intervenir en nuestro país y, más en la actual circunstancia política de México, en que se están dejando de lado políticas relacionadas con el Plan Mérida y se buscar pacificar al país y neutralizar la violencia del narco.
Tal vez ahora sí debamos tomar más en serio la advertencia, ahora hay en México un gobierno de centro izquierda que no es muy cómodo para ciertos sectores tanto internos como externos que, estarían dispuestos a hacer de la narcoinsurgencia una realidad con tal de no dejar que las políticas que se están implementando prosperen.
La derecha no tiene base social con la que buscar llegar al poder, lo que tiene es poder económico y mediático, por lo que la narcoguerrilla sería una herramienta que estaría dispuesta a usar con tal de volver al poder.
Eduardo Vargas
Redacción Entre Noticias