Por Manuel Ibarra
Estados Unidos ha exportado fraudes electorales a otros países durante un siglo. Ahora, los fraudes están en su propia casa.
Hasta en una sociedad tan conservadora como los Estados Unidos se respiran vientos de cambio. La elección inesperada de Donald Trump hace 4 años fue el inicio, pero el auge de un social demócrata moderado como Bernie Sanders en las elecciones primarias del Partido Demócrata representa algo que parecía básicamente impensable hace apenas 5 años.
Al obsoleto y complicado sistema electoral norteamericano, que decide las elecciones presidenciales con un sistema de “colegio electoral” que data de la era esclavista de los Estados Unidos, le hace buena mancuerna el ridículamente complicado sistema de elección de los candidatos presidenciales del bipartidismo hegemónico estadounidense: en vez de votos directos, se llevan a cabo diversas elecciones primarias y “caucuses” (elecciones abiertas únicamente para miembros del partido) en distintos estados, de forma escalonada, para concluir en una convención en donde los delegados que cada candidato haya logrado recabar imponen su mayoría por encima de los de sus contendientes.
El caso de Sanders es algo excepcional, ya que pese a ser un senador independiente compite en las primarias del Partido Demócrata ante el monopolio que los dos principales partidos tienen de los medios y el poder económico en EU. Más excepcional aún es su discurso de centro-izquierda bastante moderada, la cual plantea ideas tan “radicales” como darle acceso a salud y educación a todos los estadounidenses, acabar con las guerras eternas del complejo militar industrial en el Medio Oriente y África y obligar a los oligarcas a pagar los impuestos que le corresponden.
Más excepcional aún es que “Bernie” esté tan cerca de quedarse con la nominación de un partido de derecha neoliberal como el Demócrata, apoyado por una población la cual no se asusta tan fácilmente con conceptos como socialismo o comunismo. El nulo crecimiento de los sueldos en las últimas décadas, el imperialismo y belicismo desmedido de su país y crisis como la de las adicciones a los opiáceos y de las personas que viven en situación de calle han logrado que los estadounidenses de a pie abran sus mentes a otros estilos de gobierno más allá del fallido neoliberalismo.
Es por eso que se puso en marcha toda la maquinaria corporativa para detener el triunfo de Bernie Sanders en Iowa. Todas las encuestas daban al senador por Vermont la ventaja en el pequeño estado cuyo principal distintivo es ser el primero en las elecciones primarias de los Estados Unidos. Aunque el número de delegados que aporta es relativamente pequeño, el impacto de ganar la primera contienda tiene un gran eco e importancia a nivel mediático y en la moral de los equipos de campaña y por supuesto, de los votantes.
A Bernie le hicieron un fraude tipo “IFE”. Las cosas comenzaron a viciarse cuando el neoliberal aspirante presidencial Peter «Pete» Buttigieg (ex militar señalado por tener nexos con la CIA) se quejó y logró que no se publicara la última y más importante encuesta que aparece antes del “caucus” en el estado de Iowa. Dicha encuesta ha logrado adelantar con precisión el ganador del resultado y todo indicaba que Sanders aparecía en primer lugar.
El día del “caucus”, comenzaron los problemas, con un “colapso” de una aplicación que se utilizaba para contabilizar los resultados, mismos que deberían haber estado listos el lunes y aún no aparecen al momento de escribir esto (miércoles por la tarde).
Sin embargo, el equipo de Sanders, previendo cualquier movimiento “extraño” por parte de los Demócratas, llevó su propio conteo del proceso del lunes. Sus números internos les daban una ventaja, en sus propias palabras “cómoda”.
Pese a que no había ningún resultado oficial, el neoliberal Buttigieg (personaje que representa a la más rancia extrema derecha belicista yanqui y al cual quieren vender como personaje “progre” con una predecible campaña de “política identitaria” que resalta su orientación sexual por encima de su ideología) salió a decir que había logrado la victoria, en un resultado que “sorprendería a la nación” norteamericana. Y si la sorprendió, pero no por la inexistente victoria del ex militar, sino por el cinismo con el que los medios hegemónicos actuaron para favorecer a Buttigieg por encima de Sanders.
El acabose ocurrió ayer, cuando los Demócratas publicaron resultados “parciales” del conteo, mismos que daban una “victoria” parcial al sujeto señalado por tener vínculos con la CIA por encima de Sanders ¡pese a tener menos votos en total! ¿Ecos de 2000 y 2016, acaso?
¿Y la famosa “app” del conteo, misma que no es capaz de dar resultados oficiales en 72 horas? Ah, pues pertenece a una empresa llamada “Shadow, Inc.” (no es broma), misma que fue financiada en parte por el propio Pete Buttigieg y su campaña (hay pruebas de al menos un pago de 21 mil dólares en julio de 2019).
Shadow es parte de una empresa más grande llamada “ACRONYM”, misma que está infestada de ex miembros de las campañas de Obama y Hillary Clinton, enemigos declarados de Sanders, además de que un miembro del equipo de campaña de Buttigieg también trabaja ahí.
En Estados Unidos no existe una auténtica democracia, porque una oligarquía apoyada por un complejo militar industrial y un “estado profundo” representado por las agencias de espionaje pueden alterar abiertamente los resultados de unas primarias para imponer a una nulidad como el “alcalde Pete”, que no representa nada, ni a nadie, excepto a sus amos billonarios por encima de Bernie Sanders.
Poca cara tendrán los norteamericanos para seguir emitiendo juicios sobre elecciones en otros países y enviar “observadores” cuando no pueden ni mantener limpias sus propias elecciones internas. Aunque dudo que les importe. El gran capital no entiende un concepto como el de la vergüenza.
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