Quiebra de granjas e incremento de suicidios de granjeros en Estados Unidos: ¿Por qué?

En 2019 The Washington Post describió el suicidio del granjero Chris Dykshorn en Platte, una ciudad agrícola rural en Dakota del Sur, en el contexto de la creciente tasa de suicidios entre los granjeros de Estados Unidos.

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¿Vuelve a cobrar vigencia en EU aquella frase de Las Uvas de la Ira de John Steinbeck?: «No soy más que un dolor cubierto de piel».

Datos proporcionados en 2019 por U.S. Centers for Disease Control and Prevention (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos) muestran que los estadounidenses que trabajan en la agricultura, la ganadería y el manejo agrícola, tienen algunas de las tasas de suicidio más altas del país.

La tasa de suicidios entre los hombres en edad laboral en estas industrias, fue de 32.2 suicidios por cada 100,000 trabajadores en 2015. Eso significa que las tasas de suicidio entre los agricultores significaban hace cinco años el doble del promedio nacional.

Según informa el diario Público.es, el Sindicato Nacional de Granjeros alerta del incremento de suicidios de granjeros y quiebras de granjas en un sector que cerró 2019 con la deuda más elevada de su historia.

«Las pérdidas millonarias que arrasan el sector agrícola norteamericano llevaron a que el año pasado aumentara un 20% el número de bancarrotas; a esto se les añaden factores como la caída constante de los precios y los cambios en el patrón de lluvias debido a los efectos del cambio climático, hasta el punto de que una porción cada vez mayor del sector apenas se sostiene sino con la inyección constante de abultados fondos públicos, una respiración asistida que está evitando de momento que se expida el certificado de defunción definitivo. Es un cóctel que acaba pasando de la tierra a la persona: los casos de estrés, depresión y suicidios de granjeros se han disparado en la última década».

 
En los últimos meses, el suicidio de campesinos ha empezado a tomar una enorme relevancia pública y política. Uno de esos episodios más impactantes fue el de Chris Dykshorn, granjero de Platte, un pequeño pueblo agrícola de 1.200 habitantes en Dakota del Sur.

Según contó entonces el Washington Post, Dykshorn se quitó la vida en noviembre tras acumular una deuda de más de 300.000 dólares. El granjero no había podido vender su cosecha por la situación de bloqueo desatada por la guerra comercial de Trump con China. Además, las lluvias intensísimas habían anegado sus tierras, lo que había reducido la cosecha siguiente. Se pegó un tiro con una pistola. Dejó mujer e hijos.

La organización American Farm Bureau Federation publicó una encuesta el 16 de abril de 2019 para examinar la salud mental de los agricultores estadounidenses. Esta encuesta encontró que el 91 por ciento de los trabajadores agrícolas piensan que los problemas financieros están afectando la salud mental de los agricultores.

«En los últimos años, los bajos precios de los cultivos y los desastres climáticos han perjudicado a los agricultores. Y ahora una creciente guerra comercial con China está empeorando las cosas».

 
En una entrevista de 2018, Mike Rosmann, psicólogo clínico y agricultor de Iowa, informó que recibía siete llamadas por semana de agricultores con problemas de salud mental que generalmente resultaban de sus luchas con las finanzas.

La deuda agrícola de Estados Unidos asciende a un total combinado de $ 416 mil millones de dólares que es el máximo histórico, mientras más de la mitad de todos los agricultores han perdido dinero cada año desde 2013. Al igual que otras áreas de la economía, los pequeños agricultores y los trabajadores agrícolas están perdiendo sus ganancias.

La pérdida de un trabajo para agricultores independientes significa a menudo perder una casa que ha sido su granja familiar durante generaciones. La probabilidad de encontrar otro trabajo en las zonas rurales es baja, incluso en las cadenas de almacenes que, durante mucho tiempo, fueron el pilar de las ciudades pequeñas pero que han venido cerrando ante la competencia de los almacenes gigantes y las entregas realizadas por empresas como Amazon.

«Aunque no hay datos recientes oficiales sobre el incremento de los suicidios entre granjeros, un reciente estudio de la Universidad de Iowa encontró que entre 1992 y 2010, la tasa de suicidios de los granjeros y agricultores es, al menos, tres veces más alta que para el resto de la población».

 
Según ese estudio, durante esos 18 años un granjero se suicidó cada mes (230 en total). Y las asociaciones del sector aseguran que esta cifra se está incrementando en los últimos cinco años debido al desplome del sector.

Público.es reporta que el Sindicato Nacional de Granjeros (NFU, en inglés), el tercero en tamaño del país al aglutinar a más de 200.000 agricultores (fundamentalmente familias y pequeños propietarios), lanzó en la primavera de 2017 junto a otros colectivos agrícolas, una página web para asistencia en casos de estrés y depresión. En apenas tres años ha recibido 17.000 visitas.

El pasado mes de agosto, el Departamento de Agricultura informó que los granjeros estadounidenses habían tenido que dejar sin sembrar casi ocho millones de hectáreas.

Muchos granjeros del Medio Oeste tienen riesgo de suicidio

En estos Estados es, precisamente, donde el estudio de la Universidad de Iowa halló una de las tasas mayores de suicidios entre granjeros: uno de cada tres había ocurrido en esa zona del país.

«Muchos de los granjeros del Medio Oeste reúnen el perfil para tener un elevado riesgo de suicidio: edad media, blanco, varón, un entorno laboral completamente volátil y una vida en aislamiento, a lo que se añade el fácil acceso a un arma. Muchos de esos suicidios han sido causados por un arma de fuego», explica Brandi Janssen, una de las autoras del estudio.

 
La coautora de esta investigación, Corinne Peek-Asa, añade a este cuadro «la carencia de recursos dedicados a la salud mental en esas zonas rurales. Esto ha llevado incluso a que este año los senadores Grassley (republicano de Iowa) y Tester (demócrata de Montana) hayan promovido en el Senado una normativa sobre salud mental en el mundo rural. Sin embargo, la financiación de la infraestructura que conllevaría la medida está encontrando problemas». Esto es debido, fundamentalmente, a que en Estados Unidos no existe ni el derecho intrínseco a la salud ni un modelo sanitario público como se entiende en Europa.

Las grandes granjas, las únicas que no pierden

A perro flaco todos son pulgas, dice el dicho; de lo que se podría inferir lo contrario: a perro robusto todo son ganancias. Es decir, ante la mala situación que afecta especialmente a los pequeños agricultores y granjeros, los grandes propietarios de tierras (con más mimbres para resistir los embates de esta crisis) se están frotando las manos: mientras que Estados Unidos ha perdido unas 100.000 granjas entre 2011 y 2018, el número de grandes granjas (a partir de 800 hectáreas) ha aumentado de forma estable durante ese período de tiempo. «Se está produciendo una concentración cada vez mayor de tierras en menos manos», alerta el NFU.

Las Uvas de la Ira:

«Sí, pero el banco no está hecho más que de hombres.
No, estas equivocado, estás muy equivocado. El banco es algo más que hombres. Fíjate que todos los hombres detestan lo que el banco hace, pero aún así el banco lo hace … Es el monstruo. Los hombres lo crearon, pero no lo pueden controlar».

 
Entre Noticias/Público

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