Por Fernanda Paúl (BBC)
Mientras no deja de llegar información sobre la cantidad de muertes por covid-19 en países europeos como Italia y España, o el abrupto aumento de contagios en Estados Unidos, hay un continente del que se sabe poco, pero preocupa especialmente a las autoridades sanitarias: África.
Quien activó la alarma hace unos días fue el propio presidente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, al afirmar que este continente debe prepararse para «lo peor».
«África debe despertar», dijo.
Advertencias similares han lanzado autoridades de otras instituciones internacionales, quienes han señalado que el «desastre es inminente» en el continente y que puede convertirse en una «tormenta brutal» si no se toman medidas urgentes.
Según cifras oficiales, hasta este miércoles 1 de abril había 5.849 casos positivos de covid-19 confirmados y 201 muertes en todo África. Si se le compara por ejemplo con Europa, el número no parece abrumador.
Entonces ¿por qué hay tanto temor a la llegada de la pandemia al continente?
Sistema de salud precario
De acuerdo con diversas proyecciones de expertos, África está a dos o tres semanas de alcanzar a Asia y Europa en cuanto a la transmisión del virus.
En consecuencia, distintas ONG e instituciones internacionales han llamado a los gobiernos africanos a que apliquen medidas como el confinamiento o el cierre de sus fronteras.
Algunos de ellos lo han hecho: Sudáfrica, por ejemplo, implementó la cuarentena obligatoria y anunció que comenzará a hacer miles de pruebas casa por casa.
Asimismo, Nigeria puso en confinamiento a los habitantes de sus dos ciudades más pobladas, mientras Gambia cerró sus fronteras. Y en Kenia hay toque de queda.
Sin embargo, nada de esto parece suficiente.
«Los casos están aumentando muy, muy rápido», advierte la nigeriana Mary Stephen,representante de la OMS en África.
«Tenemos que romper la cadena de transmisión y, cuanto más casos tengamos, más difícil será», le dice a BBC Mundo.
«Debemos prevenir que las muertes escalen y para ello necesitamos ser más proactivos e implementar medidas preventivas y de control de manera urgente”, agrega.
La doctora explica que uno de los grandes problemas que tiene África para enfrentar la pandemia es su precario sistema de salud, con su falta de camas, de unidades de cuidados intensivos (UCI), de médicos especialistas y del resto de la equipamiento imprescindible para enfrentar el virus, como respiradores artificiales.
Por eso, dice Stephen, es tan importante romper la cadena de transmisión «antes de que sea demasiado tarde».
Una opinión similar tiene la epidemióloga Anna Roca, quien vive hace diez años en África trabajando para la Unidad de Gambia de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de la Universidad de Londres (LSHTM).
«Las estrategias para enfrentar la pandemia, como aplanar la curva de contagios, se han diseñado en Europa o en países de renta alta y es muy difícil pensar que se pueden implementar en estos países», dice a BBC Mundo.
«Aquí el sistema va a estar saturado mucho antes que en aquellos países; colapsará muy rápido», agrega.
«Daño colateral»
Solo por dar un ejemplo, la investigadora afirma que en Gambia no existen unidades de cuidados intensivos.
Ahora se están acomodando unas 100 camas en todo el país para combatir la pandemia, pero se considera que se necesitarán más de 1.000.
«Es decir, estamos atrasados en todo», dice.
De esta manera, se teme que la expansión de la pandemia pueda traer efectos devastadores en uno de los sistemas sanitarios más débiles del mundo, dejando además sin atención a millones de pacientes que padecen otras enfermedades como tuberculosis, VIH, malaria o malnutrición.
«El daño colateral esperado en África es mucho mayor al de Europa», dice Roca.
«Aquí está claro que las mujeres no llevarán a sus niños a los programas de vacunación, por lo tanto, puede haber brotes de otras enfermedades», menciona.
Y «también se espera que los hospitales no puedan atender a otros pacientes; incluso hay miedo de que las mujeres tengan a sus niños en casa, lo que puede llevar a un incremento de la mortalidad de los recién nacidos”, añade.
Malas condiciones de higiene y falta de agua
El panorama es aún más sombrío en África si se considera que hay zonas donde no se puede acceder a algo tan básico como lavarse las manos.
De acuerdo con Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en la región subsahariana un 63% de la gente que vive en áreas urbanas (o 258 millones de personas) no tiene acceso al lavado de manos.
En África occidental y central, en tanto, más de un tercio de todas las personas aún no tienen acceso a agua limpia.
Esto genera que las condiciones de higiene sean tremendamente frágiles.
«Para obtener agua en Gambia tienes que salir de tu casa y acudir a grifos generales. La higiene, por lo tanto, no es una prioridad porque no hay agua para continuamente lavarse las manos», explica la investigadora Anna Roca.
Además, la alta densidad poblacional de algunas zonas de este continente hace que sea aún más difícil contener la pandemia.
Por ejemplo, en Nairobi, la capital de Kenia, hay barrios marginales -como el denominado Mukuru- donde vive más de medio millón de personas hacinadas.
Allí, las casas están hechas de cartón o plástico, no tienen ventilación ni drenaje, ni tampoco recolección de desechos: la fórmula perfecta para la propagación de enfermedades.
«No es posible que separemos a un niño de otro en caso de infección. No tenemos espacio. No hay habitaciones aquí», le dijo a la BBC una de las habitantes de este lugar, Celestine Adhiambo.
Asimismo, hay tradiciones culturales arraigadas en algunas sociedades africanas que tampoco ayudan a detener los contagios.
«Aquí los programas de Europa de aislamiento de la gente vulnerable son muy difíciles de implementar pues muchas familias viven juntas, en una misma casa y comen todos del mismo plato», explica Anna Roca.
A esto se suma que, además, en muchos casos los gobiernos no están trasmitiendo la información correcta para evitar la transmisión de la enfermedad.
“Necesitamos asegurarnos de que la gente está siendo informada correctamente de lo que está pasando en sus países y cómo pueden cuidarse a ellos mismos, por ejemplo, el distanciamiento social, o cómo toser y estornudar, el lavado de manos, etc.”, explica Mary Stephen, de la OMS.
“Hay mucho pánico y, debido a que la gente está en pánico, hay países que están tomando medidas sin evidencia científica”, agrega.
Impacto dramático en la economía
La crisis por el coronavirus dejará expuesto otros de los problemas que acecha a muchos países africanos: la tremenda desigualdad social.
«Vamos a ver la brecha, la división entre los pobres y ricos», dice Andrew Harding, corresponsal de la BBC en África.
«Ya lo vemos en Sudáfrica, con las diferencias en los sistemas de salud privados y públicos. Y, como siempre, los pobres serán los que más sufrirán», le agrega a BBC Mundo.
Y, en economías inestables como la de muchos países africanos, la posibilidad de crear paquetes económicos que ayuden a la gente a enfrentar la crisis se ve como una posibilidad muy remota.
En consecuencia, muchas personas no podrán dejar de trabajar porque no tendrán qué comer.
«En los países donde la gente vive al día, donde no hay capacidad de ahorro, donde la mayoría de intercambio de moneda es informal, el impacto puede ser muy grande y rápido», explica Anna Roca.
De esta forma, algunas medidas ya están afectando a ciertos países.
Por ejemplo, Gambia cerró sus fronteras con Senegal, pero esto va a traer un coletazo a su economía pues depende en gran medida de este país.
Para el corresponsal de la BBC en África, Andrew Hardwing, «no hay duda de que esto puede convertirse en un desastre».
«El impacto económico en África va a ser enorme porque tenemos economías muy vulnerables, e incluso en las más sofisticadas, como la de Sudáfrica, el golpe va a ser muy duro», explica.
Además, es muy difícil pensar que naciones con situaciones económicas estables van a poder ayudarlos pues, esta vez, la crisis está golpeando a todo el mundo.
«Aquí estamos acostumbrados a que, cuando pasan catástrofes, los países de renta alta nos envían recursos. Pero en estos momentos es muy difícil pensar que nos va a llegar ayuda», dice Roca.
Por ahora, la única esperanza que queda es que el brote tarde en llegar a África, de manera que, cuando lo haga haya ya países con sus crisis superadas y puedan enviar refuerzos.
«Los datos indican que aquí el brote será tan fuerte como en Europa y no estamos preparados. Espero que en el momento en que ellos estén saliendo de la pandemia, reaccionen rápido para ayudar a África», dice la investigadora.
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