Mujeres, el sector más vulnerable en campos agrícolas de San Quintín

Durante la temporada agrícola, que concluye en junio, la mayoría de las jornaleras en el Valle de San Quintín trabajamos por contrato, sin prestaciones sociales.

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Campo agrícola en San Quintín, en BC, donde laboran mujeres en desventaja frente a los hombres.

Por Antonio Heras

Durante la temporada agrícola, que concluye en junio, “la mayoría de las jornaleras en el Valle de San Quintín trabajamos por contrato, sin prestaciones sociales”, señaló Abelina Ramírez Ruiz, dirigente de la organización de Mujeres Unidas en Defensa de Jornaleras e Indígenas (MUDJI), quien señaló que les pagan 16 pesos por cada caja de fresa que cosechan.

Pasa lo mismo con la mora o el arándano, pues por cada caja con ocho basquetes (canastas de plástico) les dan 16 pesos, “y en ocho horas hacemos 25 cajas mínimo, aunque depende de las habilidades de cada una de las trabajadoras”.

Fuera de esta temporada, a partir de julio les pagan por día con salario integrado, donde supuestamente les incluyen prestaciones sociales que no se refleja en la cotización del Seguro Social.

En el caso del Valle de San Quintín, el sector más vulnerable es el de las jornaleras indígenas, señalan investigadores sociales. Desde el momento que no pueden doblar jornada como los hombres, las mujeres tienen menores ingresos y se ven orilladas a cambiar sus tradicionales vestidos por el pantalón, lo que les permite adoptar la mejor posición para la recolección, asegura el antropólogo físico Raúl Hernández, quien ha documentado expresiones culturales en zonas indígenas de la entidad.

En los hogares de los jornaleros se reproduce el machismo y el esquema patriarcal, además los hombres son quienes realizan las negociaciones laborales, sostuvo Hernández.

En este valle agrícola, donde no hay comedores ni venta de alimentos, las mujeres inician su jornada a las 3 de la madrugada para preparar el alimento y bebidas de desayuno y comida en el campo para ellas y sus familias.

El cuidado de los hijos, otro problema

Más allá de las condiciones laborales, un problema para las jornaleras es el pago para quienes cuidan a sus hijos en sus comunidades, porque les cobran 70 pesos diarios por cada menor de edad que dejan en custodia. “No tenemos estancias infantiles ni guarderías del gobierno o del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Una se mata a diario para ganar dinero, pero nos queda muy poco al pagar estos servicios”, aseguró Ramírez Ruiz.

“Hay temor entre las mujeres pues quieren mantener su trabajo y porque las jornaleras no fuimos a la escuela y nos limita más no conocer nuestros derechos, por eso es importante organizarnos, presionar todas juntas, porque el gobierno no se preocupa por nosotras”, refirió.

La lideresa asegura que al cancelarse el Programa de Atención a Jornaleros Agrícolas se cerraron los comedores que beneficiaban a las familias, además que ahí podían comprar lonches baratos.

Ellas salen a dejar a sus hijos a las casas donde los cuidan durante la jornada laboral y después se dirigen al lugar donde las esperan los camiones que las llevan a sus centros de trabajo que están disponibles desde las 5 de la madrugada.

Hace 17 años, Abelina llegó al Valle de San Quintín procedente de Oaxaca, con su esposo y su primogénito. Venían por tres años, pero se quedaron en San Quintín y ahora son cinco, pues dos de sus hijos nacieron en esta entidad.

Escucharon un anuncio en la radio, los engancharon con la promesa de tener excelentes condiciones de trabajo y hasta comida para el viaje de tres días con sus noches, pero no les cumplieron. Dijo Abelina que empezaron a trabajar en el ahora inexistente campo El Pedregoso, donde sembraba tomate, chiles y calabaza.

Mujeres contra la violencia

“Hace dos años empezamos con la defensa de derechos laborales, esto nos abrió las puertas a trabajar en comunidades en asuntos de migración, violencia de género y laboral, aunque el tema más fuerte es la ausencia de guarderías para hijos de jornaleras indígenas por parte del gobierno y el IMSS”, agregó Ramírez Ruiz. Dijo que están en favor de erradicar la violencia contra las jornaleras en Baja California y por condiciones justas de trabajo.

Desde Guerrero, Oaxaca y Puebla llegan en temporada alta en camiones desde el sur, pero ahora llegan familias triquis, mixtecas y zapotecas completas con abuelos, tíos y primos que, explicó la activista de derechos de jornaleras e indígenas, las empresas trasnacionales se las traen con promesas de trabajo pero sin garantías de nada.

Señaló que en San Quintín ya empezaron los paros laborales y rechazó estar en contra de los patrones, sino a favor de mejores condiciones que no han podido regularizar gobierno ni sindicatos.

La organización MUDJI empezó a trabajar en cinco colonias de Camalú y Vicente Guerrero, entre ellas La Coyotera, Emiliano Zapata, Nuevo México y Playas.

La organización es un trabajo complicado porque somos jornaleras en activo pero nos gusta “tocar” a la gente.

Entre Noticias | La Jornada | EVR

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