Las instituciones sanitarias británicas predicen la llegada de una “tercera ola” de la pandemia que recargará los servicios de salud
En un informe sobre las previsiones oficiales del gobierno británico para la tercera ola de la pandemia de coronavirus, se puede determinar que esperan que las hospitalizaciones y las muertes corresponderán a las personas ya vacunadas.
El 31 de marzo la subcomisión SPI-M-O del equipo científico que asesora al gobierno británico publicó las previsiones sobre el efecto que tendría la relajación del toque de queda en las futuras hospitalizaciones y muertes. Los datos proceden de las previsiones facilitadas por la Universidad de Warwick, el Imperial College de Londres y la London School of Hygiene and Tropical Medicine.
Como en otros países, las instituciones sanitarias británicas predicen la llegada de una “tercera ola” de la pandemia que recargará los servicios de salud, pero el documento de la SPI-M-O contiene una afirmación sorprendente:
“El resurgimiento, tanto de las hospitalizaciones como de las muertes, está dominado por aquellos que han recibido dos dosis de la vacuna, comprendiendo alrededor del 60 por ciento y el 70 por ciento de la ola respectivamente. Esto puede atribuirse a los altos niveles de aceptación en los grupos de edad de mayor riesgo, de manera que los fallos de inmunización explican una enfermedad más grave en los vacunados que en los no vacunados”.
Un párrafo posterior reafirma esta hipótesis, señalando que en la tercera oleada “la mayoría de las muertes e ingresos en un resurgimiento posterior a la Hoja de Ruta corresponden a personas que han recibido dos dosis de vacunas”.
Lo anterior refuerza los informes de médicos que se han manifestado contra el uso de vacunas diciendo que las personas vacunadas pueden enfermar más gravemente de Covid y además nos hace ver que aún con la vacuna habrá personas que siguen enfermando y muriendo.
El documento intentó explicar su predicción de cómo las personas «vacunadas» podrían representar una mayoría sustancial de las admisiones hospitalarias y las muertes previstas, atribuyendo estas estadísticas a la edad y a la probabilidad de que el 10% de las personas queden sin protección contra la infección después del virus : “Esto se debe a que la absorción de la vacuna ha sido muy alta en los grupos de mayor edad (modelado aquí al 95% en los mayores de 50 años). Por tanto, hay un 5% de mayores de 50 años que no han sido vacunados y un 95% x 10% = 9,5% de mayores de 50 años que están vacunados pero, sin embargo, no están protegidos contra la muerte”.
Sin embargo, a pesar de esto, SPI-MO no arrojó ninguna duda sobre las inyecciones en sí: «Este no es el resultado de que las vacunas sean ineficaces, simplemente la absorción es muy alta».
El razonamiento utilizado en esta línea aparece en marcado contraste con el utilizado durante la mayor parte de los últimos 12 meses, cuando se considera que las muertes que ocurren en los 28 días posteriores a una prueba COVID-19 positiva (que, por cierto, han sido ampliamente criticadas como muy poco confiables) debido al virus, sin embargo, SPIMO decidió no hacer ninguna correlación entre las inyecciones y las muertes previstas.
Si bien estos párrafos (32, 55 y 56) sugieren que los ancianos que han recibido las inyecciones representarían la mayoría de las hospitalizaciones y muertes, en el párrafo 31, SPI-MO diferenciaba entre la causa de posibles nuevas infecciones y aquellas afectado por la ‘tercera ola’.
La sección en cuestión culpó del “resurgimiento” a que “algunas personas (en su mayoría niños) no eran elegibles para la vacunación; otros eligen no recibir la vacuna; y otros están vacunados pero no están perfectamente protegidos (incluidos aquellos que solo han recibido una dosis, en lugar de dos)”.
Aunque la afirmación preocupante es la que suma la mayoría de las muertes encontradas entre la población inyectada, la declaración de SPIMO refleja la creciente discusión sobre la cantidad significativa de efectos adversos y muertes después de las inyecciones de COVID-19.
En resumen, el informe del SPI-M-O refleja que las cifras de efectos adversos y muertes tras la vacunación son mucho más importantes de lo que admiten y que así seguirá siendo en el futuro.
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