100 años pasaron hasta que un presidente de Estados Unidos reconociera la masacre de Tulsa que le costó la vida a más de 300 ciudadanos estadounidenses afroamericanos.
Joe Biden visitó este martes el barrio que una turba de supremacistas blancos destruyeron el 31 de mayo de 1921 y se reunió con los tres únicos supervivientes.
“Compatriotas, esto no fue un disturbio, fue una masacre”, aseguró el demócrata. Tras un crudo discurso en el que repasó el racismo sistemático del que han sido víctimas los afroamericanos, el mandatario anunció una serie de medidas para que la comunidad tenga mayor acceso a la vivienda y reciba ayudas para hacer crecer sus pequeños negocios.
Sin embargo, pese al reconocimiento de esta tragedia, y evidentemente por el paso del tiempo, el día de hoy ningún blanco fue procesado y ningún negro indemnizado.
“Durante demasiado tiempo, la historia de lo que sucedió aquí se contó en silencio, oculta en la oscuridad. Pero que sea silenciada, no significa que no sucedió. Y aunque la oscuridad puede ocultar mucho, no borra nada. No borra nada”, sostuvo el presidente apuntando que por mucho que haya gente que intente enterrar las injusticias, algunas de ellas “son tan atroces, tan horribles, tan dolorosas” que no se pueden esconder.
Asi se reportó la noche de este miércoles #EnContextoConRubénLuengas:
Entre Noticias te presentó el caso desde 2014, a continuación citamos la nota original en la cual hacíamos referencia al hecho en un contexto mundial que hacía aún invisible ante los medios de comunicación lo sucedido:
Todo inició cuando un lustrabotas negro llamado Dick Rowland chocó sin querer con una mujer blanca que salía apurada del ascensor de un hotel. La mujer se asustó y gritó. Entonces alguien más exclamó: “violación”. ( hay versiones de que ambos se conocían)
Este 31 de mayo (2014) se cumplen 93 años de uno de los episodios de saqueo y asesinato racial más violentos en la historia de los Estados Unidos, sobre el que muy poca gente sabe, pues el hecho se ocultó y quedó sepultado durante 78 años.
Llamarle “disturbio racial” no describe adecuadamente lo que pasó entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 1921 en el barrio negro de Greenwood en Tulsa, Oklahoma, escribe Linda Christensen en el portal independiente de noticias Common Dreams: “Porque el término en sí mismo implica que tanto negros como blancos debieran ser igualmente culpables por la ilegalidad y la violencia, siendo que los registros históricos documentan un asalto sostenido y asesino contra la vida de los primeros y contra sus propiedades”.
Durante la noche y el día de los disturbios, los blancos mataron a más de 300 afroamericanos, mientras 1265 casas en 40 cuadras del vecindario, fueron saqueadas y reducidas a cenizas, incluidos hospitales, escuelas, iglesias, además de la destrucción de 150 negocios.
La policía y soldados de la Guardia Nacional arrestaron a 6,000 negros y según otras crónicas de lo ocurrido se unieron a los saqueadores con la misma furia. Los negros eran atacados aún cuando abandonaban Tulsa : “los ametrallaban desde aviones, como para que no quedara nadie con vida. Sus cuerpos caían despedazados en el río Arkansas”.
Todo inició cuando un lustrabotas negro llamado Dick Rowland chocó sin querer con una mujer blanca que salía apurada del ascensor de un hotel. La mujer se asustó y gritó. Entonces alguien más exclamó: “violación”. ( hay versiones de que ambos se conocían)
Al día siguiente, el Tulsa Tribune sacó un rabioso editorial: “A linchar al negro esta noche”. Y esa noche, una turba de blancos armados se reunió frente a la cárcel para tratar de linchar a Dick Rowland. Muchos afroamericanos de Tulsa acababan de regresar de la Primera Guerra Mundial e hicieron lo posible por defender a Rowland y a su comunidad, pero la superioridad numérica de los blancos y sus armas, apoyados por “las fuerzas del orden” convirtió su acto de defensa en misión imposible.
El telón de fondo era que Tulsa atravesaba por un boom económico. Se acababa de descubrir petróleo en Oklahoma, trayendo una prosperidad desconocida en el viejo Oeste y de la que muchos negros se habían beneficiado, siendo así como el barrio de Greenwood adquirió el apodo de el Wall Street negro. Esta prosperidad molestaba a muchos blancos que en el incidente del lustrabotas en el ascensor del hotel encontraron la excusa para darle rienda suelta a su odio racial.
Esta matanza de negros y saqueo de sus propiedades quedó sepultada durante 78 años hasta que en 1999, la alcaldesa de Tulsa, Susan Savage, una mujer blanca que creció en esa ciudad ignorando lo que había pasado, impulsó la realización de una investigación que arrojó los horrores de un capítulo calificado por algunos de sus autores de “genocidio” y de intento de “limpieza étnica”.
Redacción/Entre Noticias
Video: Documental sobre matanza de Tulsa
Vínculo a la nota original publicada hace 7 años por Entre Noticias: https://rubenluengas.com/2014/05/tulsa-la-matanza-sepultada-en-la-historia-de-ee-uu-hoy-hace-93-anos/