En un artículo de 1921 , escribió que «el problema más urgente hoy en día es cómo limitar y desalentar la fertilidad de las personas con deficiencias físicas y mentales».
De 1920 a 1926, Woman and the New Race (La mujer y la nueva raza), que primero se tituló La maternidad voluntaria y después El movimiento de la mujer moderna, vendió, junto al siguiente libro de Sanger, más de medio millón de ejemplares. A partir de entonces, el movimiento por el control de la natalidad ganaría en relevancia al movimiento sufragista —en Estados Unidos las mujeres habían obtenido el derecho a votar solo dos meses antes, el 18 de agosto de 1920.
Durante cincuenta años, Margaret Sanger lucharía por la revolución de la mujer contra la servitud sexual, asegurando que el control de la natalidad en manos de la mujer «rehará el mundo» y que ningún tipo de libertad es más importante. Con «la nueva raza», escribió Carmen Grau en octubre de 2020, se refería a la raza humana: «Una raza libre no puede nacer de mujeres esclavas. Una mujer encadenada no puede evitar pasar parte de su servidumbre a los hijos. Ninguna mujer puede llamarse libre si no está en posesión y control de su propio cuerpo».
En 1921 fundó la American Birth Control League (Liga Americana por el Control de la Natalidad), que en 1942 se convertiría en la actual Planned Parenthood Federation of America (Federación de Planificación Familiar de América). Sin embargo, Planned Parenthood, anunció en julio de 2020 que retiraría el nombre de la histórica feminista Margaret Sanger de uno de sus edificios en Nueva York por sus conexiones con la eugenesia y su “legado racista”.
“La retirada del nombre de Margaret Sanger de nuestro edificio es un paso necesario y con retraso para reflexionar sobre nuestro legado y reconocer las contribuciones de Planned Parenthood a daños reproductivos históricos a comunidades de color”, dijo en un comunicado Karen Seltzer, responsable de la organización en el área de Nueva York.
Seltzer apuntó al “legado racista” de Sanger y a las pruebas de su apoyo a la “ideología de la eugenesia”, algo que va “totalmente en contra” de los valores de Planned Parenthood, señaló.
Uno de los aspectos más polémicos de su vida y obra es su adhesión y promoción de la eugenesia. En el libro El eje de la civilización clasifica a las personas en aptos y no aptos. Señala:
Eugenesia maltusiana
Margaret Sanger se alineó con los eugenistas cuya ideología prevaleció a principios del siglo XX. Los eugenistas defendían fuertemente la supremacía racial y la pureza, particularmente de la raza aria. Los eugenistas esperaban purificar las líneas de sangre y mejorar la raza alentando a los aptos para reproducirse y a los no aptos para restringir su reproducción. Buscaron contener a las razas inferiores mediante la segregación, la esterilización, el control de la natalidad y el aborto.
Sanger abrazó la eugenesia maltusiana. Thomas Robert Malthus, un clérigo del siglo XIX y profesor de economía política, creía que una bomba de tiempo de población amenazaba la existencia de la raza humana. Consideró los problemas sociales como la pobreza, las privaciones y el hambre como evidencia de esta crisis de población. Según el escritor George Grant, Malthus condenó las organizaciones benéficas y otras formas de benevolencia, porque creía que solo exacerbaban los problemas. Su respuesta fue restringir el crecimiento de la población de ciertos grupos de personas. Sus teorías sobre el crecimiento de la población y la estabilidad económica se convirtieron en la base de la política social nacional e internacional. Grant cita de la obra maestra de Malthus, Ensayo sobre el principio de población, publicado en seis ediciones desde 1798 a 1826:
Los discípulos de Malthus creían que si la civilización occidental iba a sobrevivir, los físicamente incapaces, los materialmente pobres , los espiritualmente enfermos, los racialmente inferiores y los mentalmente incompetentes tenían que ser reprimidos y aislados o incluso, quizás, eliminados. Sus discípulos sintieron que los enfoques más sutiles y científicos de la educación, la anticoncepción , la esterilización y el aborto eran formas más prácticas y aceptables de aliviar las presiones de la supuesta superpoblación.
A pesar de las falsedades de las afirmaciones de superpoblación de Malthus, Sanger, no obstante, se sumergió en la eugenesia maltusiana. Grant escribió que defendía el control de la natalidad utilizando como trasfondo la amenaza científicamente verificada de la pobreza, la enfermedad, la tensión racial y la superpoblación. La publicación de Sanger, The Birth Control Review (fundada en 1917) publicaba regularmente artículos pro-eugenesia, como Ernst Rudin. Aunque Sanger dejó de editar The Birth Control Review en 1929, la American Birth Control League (ABCL) siguió utilizándolo como plataforma para las ideas eugenésicas.
“No queremos que se corra la voz de que queremos eliminar a la población negra”, escribió Sanger en una carta de diciembre de 1939 al Dr. Clarence Gamble sobre su “Proyecto Negro”, con el que buscaba hacer desaparecer la población afroamericana en Estados Unidos mediante políticas de control natal.
Pero no sólo eso: quería una raza pura. Influenciada por los apóstoles anglosajones de la eugenesia, como Darwin y Galton, fundó en 1917 The Birth Control Review, con un lema elocuente: «Control de la natalidad: crear una raza de purasangres». En 1929 fue suavizado y sustituido por el más digerible: «Bebés por elección, no por azar».
Dejó escrito que el control de la natalidad eliminaría “el peso muerto de la basura humana”. Argumentaba que durante siglos, con la selección natural y su ley de hierro, sólo los fuertes y los capaces sobrevivirían, en tanto que el débil o el deficiente perecería. Pero con los avances de la medicina por un lado, y la compasión cristiana por otro, el mundo se había llenado de débiles o tarados, acogidos por la beneficencia y eso nos abocaba a un «futuro de degenerados». En consecuencia había que poner coto a “la procreación irresponsable, resultado de nuestro estúpido y cruel sentimentalismo”. Todo esto lo escribía Margaret Sanger años antes de que la Alemania nazi decretara las tristemente célebres Leyes de Nuremberg (1935), que pretendían preservar la pureza de la raza aria y evitar la degeneración mediante la esterilización de los deficientes.
Hasta la fecha, Margaret Sanger es vista por muchos con gran admiración por su labor indiscutible a favor de la emancipación de la mujer, mientras otros destacan sus posturas racistas enraizadas en la visión de la eugenesia. La gran mayoría de los estadounidenses creían, a fines del siglo XIX, ser los descendientes directos de las poblaciones de inmigrantes ingleses con quienes suponían compartir no sólo el idioma sino otras “cualidades”, rasgos distintivos y culturales. Estas ideas permitieron que un sector de la población creyera formar parte de un grupo privilegiado en el que convergía “lo mejor” de una denominada raza “americana”.
Un sector de eugenésicos, los pertenecientes a la corriente de la llamada «eugenesia positiva», se sumaron al argumento central de Margaret Sanger, por suponer que organizaría y promovería la reproducción entre individuos portadores de cualidades heredables.
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