“Donde se pone el dedo, salta la pus”. Una frase del Manuel González Prada, de aterradora vigencia en México y en el mundo entero.
En México, hemos vivido en un proceso de falsificación, hecho de narraciones y biografías virtuales que falsifican hasta la propia imagen con tal de ganar la atención y la mirada de los otros, y de falsificación también al esforzarse por hacer invisibles aquellas acciones preñadas de corrupción que al pasar del tiempo se han venido coagulando en las arterias mismas del país. No creo deba ser preciso demostrar que el ethos de nuestro medio cunsumista diseñado para la satisfacción de deseos, más que para la satisfacción de necesidades, ha dado preferencia a los valores utilitarios en detrimento de los valores culturales y superiores.
En su texto, Filosofía de la corrupción, Gustavo Flores Quelopana afirma:
Si la civilización moderna, en contraste con la civilización antigua y medieval, ha perdido el sentido de la vida y el arte de vivir ha sido en consonancia con el vertiginoso desarrollo de la racionalidad científico-técnica, la cual descansa no sólo en la exaltación del valor de lo útil y mensurable, sino en un reduccionismo metafísico de la realidad.
Pero la civilización moderna en los últimos treinta años de globalización neoliberal ha llevado a límites pasmosos la corrupción. Las palabras de Manuel González Prada: “Donde se pone el dedo salta la pus”, podríamos aplicarlo casi a todo el globo terráqueo. Y aquí no es necesario insistir en cifras estadísticas bien conocidas de organismo mundiales, sino que se trata de reflexionar sobre la raíz del mal extensivo que nos aqueja. Gustavo Flores Quelopana
Continúa el texto diciendo: «Resulta una verdad de Perogrullo mencionar que el desarrollo del “espíritu económico” capitalista ha sido llevado al paroxismo bajo lo que denominamos la fase hiperimperialista del capitalismo mundial, entendido éste como la soberanía sin límites de las megacorporaciones privadas. Resulta que la tendencia al aumento del “negocio” no solamente se ha convertido en un automatismo porque, más bien, la manifestación del impulso adquisitivo sin límite ni objeto, retrata un proceso regido por la transformación de un ethos enfermo.
De manera muy concreta, esa ha sido el caso de México y su marco político donde sexenio tras sexenio han emergido personajes siniestros como Genaro García Luna, alto funcionario en los gobiernos de los panistas Felipe Calderón y Vicente Fox, que será llevado por el juez Brian Cogan, el mismo que encabezó el proceso contra Joaquín “El Chapo” Guzmán. Garcia Luna es señalado por presuntamente haber recibido sobornos del Cártel de Sinaloa y los Beltrán Leyva durante el sexenio del ex presidente de México, Felipe Calderón.
Genaro García Luna, el superpolicía de Calderón, reaparece triste y serio en Corte de Nueva York. https://t.co/IVivpRad1n
— Gurú Político (@guruchuirer) January 17, 2023
El exfuncionario mexicano fue detenido en Dallas, Texas, el 10 de diciembre de 2019, pero su juicio se ha aplazado en varias ocasiones por motivos diversos como la pandemia y la ampliación de la carpeta de investigación de los fiscales de Estados Unidos. El Departamento de Justicia estadounidense señaló que García Luna colaboró con el Cártel de Sinaloa y es responsable del traslado ilegal a Estados Unidos de por lo menos 52 toneladas de cocaína.
Más allá de la atención mediática que genera el juicio a García Luna, pretendemos destacar Entre Noticias, que lo más grave en todo esto es el engendro antropológico que se deriva de este proceso de falsificación en el que vivimos y la anomia social y el anetismo, como floraciones mórbidas y monstruosas de una sociedad decadente y psicopática que gira en torno al tener y no al ser, tal como lo señala igualmente Gustavo Flores Quelopana.
Entre Noticias/Rubén Luengas