¿Cómo eliminar a miles de millones de personas de manera «civilizada»? Así lo explica Dennise Meadows, coautor del informe «Los límites del crecimiento»

El primer informe realizado por el Club de Roma es el ‘Informe Meadows’, presentado por Dennis Meadows y editado en Estados Unidos en el año 1972 "advirtiendo" el desequilibrio entre población y recursos para sostener la vida tal como la conocemos.

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«Lo que quisimos decir en 1972 en “Los límites del crecimiento”, y que sigue siendo cierto, es que sencillamente no existe el crecimiento físico sin fin en un planeta finito. Pasado un cierto punto, el crecimiento se detiene. O lo paramos nosotros… mediante la modificación de nuestro comportamiento, o el planeta lo parará por nosotros».

En junio del año 2012 se celebró la Cumbre Rio + 20 en Rio de Janeiro, Brasil, el mayor debate político sobre la continuidad de la vida en la Tierra tal y como la conocemos. Una Cumbre para decidir la actuación conjunta que permita mantener las condiciones socio-ambientales necesarias para mantener la vida de muchas otras especies con quien compartimos el planeta, además de permitir la «civilización humana».

Pero para entender los orígenes de esta Cumbre, hay que remontarse al año 1972, en concreto a una conferencia de Naciones Unidas celebrada en Estocolmo, donde se marcó un antes y un después a causa de la presentación de un informe conocido como ‘Los Límites del Crecimiento’ o Informe Meadows.

La tres hipótesis principales que baraja el informe son: si el ritmo de crecimiento de entonces persiste, éste encontrará un límite catastrófico en los 100 años subsiguientes; es posible detenerlo y lograr así un equilibrio ecológico y económico que permita satisfacer las necesidades básicas de todos; y, en caso de que se decida adoptar esta solución, habría que hacerlo cuanto antes para impedir el colapso.

Hace cuatro años, Dennis Meadows dijo en un artículo que publicó el periódico francés Libération, que el cambio climático y el agotamiento de los recursos de energía fósiles, están destruyendo las bases del actual modelo de sociedad industrial y que los flujos de refugiados y la hambruna van a aumentar el caos y que una cosa puede aprenderse de la historia: si la gente tiene la opción de escoger entre el orden y la libertad, siempre escogerán el orden.

Ante lo anterior, existen miradas críticas que consideran estamos enfrentando como humanidad una vigorosa campaña propagandística, y que esta no es la primera vez que la oligarquía financiera ha reaccionado a una crisis sistémica financiera y monetaria apoyando a movimientos fascistas y al establecimiento de regímenes autoritarios dictatoriales. En ese sentido, un hecho bien documento el financiamiento internacional que recibieron los nazis del entonces gobernador del Banco de Inglaterra, Montagu Norman, y de Brown Brothers Harriman, el banco del clan Harriman, que también apoyó al movimiento por la eugenesia en Estados Unidos.

La historia se repite pero nunca de la misma forma. Lo que entonces fue un inequívoco racismo llevado a la eugenesia, hoy día es la doctrina inhumana de la supuesta sobrepoblación, la cual fue reformulada por ideólogos como Julian Huxley en 1946, como una extensión de la eugenesia, porque ese término fue desacreditado por los nazis, y por lo tanto una “política radical de eugenesia será por muchos años política y sicológicamente imposible”; como decía Huxley, hoy día, es supuestamente esta sobrepoblación la que está destruyendo nuestro Lebensraum, (el “espacio vital», el término empleado por los geopolíticos nazis), la Tierra.

Aquí otra parte de lo dicho por Denisse Meadows (sin traducción al español) en el sentido de que lo importante aquí será la velocidad de la declinación que espera sea lenta para que podamos adaptarnos, y pone como ejemplo; imponderables, cosas que «podrían» suceder, como erupciones volcánicas o “epidemias” que matarían a un gran número de personas.

La supuesta vigencia del Informe Meadows se fortalece sin duda con la idea de un cambio climático provocado por la actividad de nosotros los humanos a quienes los miembros de la élite o las élites globales nos quisieran hacer sentir hasta avergonzados de existir, porque según su narrativa, sería mejor para el clima que nosotros no existiéramos. Como si no hubiesen sido ellos los que explotando los recursos y a los humanos, se enriquecieron en extremo, controlándonos y concentrándonos en mega-espacios urbanos para servirle a los amos del o de los sistemas ideados y nombrados por ellos mismos de izquierdas o derechas, pero siempre para el beneficio de esas élites.

La tesis apocalíptica del llamado Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) sobre el supuesto ciclo vicioso de la agricultura no sustentable, el calentamiento global y el clima extremo, se supone que es para adoctrinar a la población para que abandone el consumo voluntariamente, que acepte impuestos más altos para subsidiar la dirección de los flujos financieros hacia inversiones verdes, aceptar formas dictatoriales de gobierno y terminar aceptando una reducción masiva de la población mundial.

A las ideas de Thomas Malthus, quien alegaba que la humanidad se multiplica a una tasa geométrica, mientras que los recursos y también la producción de alimentos solo pueden multiplicarse a una tasa aritmética más baja, neomaltusianos han venido agregando condimentos para presentar la reducción poblacional como algo inevitable y, al estilo de Fausto, hacer un pacto con el Diablo, entre los que contamos a George Soros, uno de los varios multimillonarios del movimiento radical del cambio climático.

El error principal en esta imagen del hombre, ha escrito Helga Zepp-LaRouche, desde Malthus y todos los neomaltusianos hasta la pobre Greta, es que «ellos adoptaron la imagen oligárquica del hombre, que considera a las masas de seres humanos como parásitos, contaminadores e incluso una suerte de animal; y desde este punto de vista su reducción, por supuesto, parece ser algo bueno».

El peligro existencial para la humanidad hoy día, agrega Helga Zepp-LaRouche, no está en una inminente catástrofe climática, sino más bien, entre otras cosas, en una reacción equivocada a los cambios climáticos cíclicos. Pero sobre todo, consiste en la forma como la oligarquía neoliberal, en la tradición de la década de 1930, está respondiendo a la nueva crisis monetaria y financiera mundial: apoyando a movimientos fascistas e intentando establecer una dictadura, aunque esta vez sea una ecodictadura.

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