El autodenominado «ejército de Dios» llega a la frontera de EU con México para protestar contra la migración

«Cuando vas a México, hay gente fantástica, pero parece que cuando cruzan a este lado, (…) cometen robos», dice Marty Bird, de 73 años, simpatizante de Trump, en Eagle Pass.

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«El cielo tiene muros, el infierno tiene fronteras abiertas», se podía leer en un cartel de un activistas de derecha que apoyan a Donald Trump.

En camiones, camionetas y casas rodantes, cientos de personas comenzaron a llegar hasta el extremo sur de Estados Unidos para manifestarse este sábado contra la «invasión» migratoria que dicen afecta al país y así «recuperar» la frontera. (Take Our Border Back).

«Únete a la pelea de Dios» llevaba escrito en su carrocería uno de los vehículos que llegó hasta un rancho en Quemado, un pueblo de Texas de 162 habitantes, con rústicas casas esparcidas en medio del valle por donde discurre el río Bravo o Grande, la frontera natural entre Estados Unidos y México.

Por ese río cruzan cada mes miles de migrantes que emprenden largas travesías desde América Central y del Sur en busca de mejores condiciones de vida en Estados Unidos, una cuestión clave en el debate de las elecciones presidenciales de noviembre.

Y es en el margen de ese río donde decidieron reunirse los activistas que se hacen llamar «We the People» («Nosotros, el Pueblo», como inicia el preámbulo de la Constitución estadounidense).

Días antes, una de las organizadoras del evento afirmó que los participantes eran el «Ejército de Dios» (God’s Army). Bajo el lema «Take our border back» (Recuperemos nuestra frontera), estos activistas iniciaron esta última semana convoyes desde distintas partes del país hacia poblados de la frontera sur para acampar allí este fin de semana.


«La migración en la frontera está fuera de control. Estamos siendo invadidos y, necesitamos controlar lo que está sucediendo», dice a la AFP Robyn Forzano, de 43 años, quien controla el acceso al rancho en Texas.

Arriban camionetas con banderas de apoyo al exmandatario Donald Trump, favorito republicano para las presidenciales de noviembre, y con lemas de rechazo al gobernante demócrata Joe Biden, quien intentará un nuevo mandato.

«El cielo tiene muros, el infierno tiene fronteras abiertas», se lee en un cartel de un activista.

«Zona de desastre»

«Cuando vas a México, hay gente fantástica, pero parece que cuando cruzan a este lado, (…) cometen robos», dice Marty Bird, de 73 años, simpatizante de Trump, en Eagle Pass.

Esta ciudad a unos 30 kilómetros de Quemado es epicentro de un conflicto entre el gobernador de Texas, Greg Abbott, y la administración Biden.

El gobierno federal reclama a Abbott por tomar el control con fuerzas militares del parque Shelby, que tiene una rampa de acceso al río, y por tender alambres de púas en la ribera.

A mediados de enero el gobierno de Biden denunció que los soldados texanos impidieron el acceso al parque a la policía de fronteras, de jurisdicción federal, para rescatar a tres migrantes que se ahogaron. Texas rechazó la acusación.

Biden llevó el caso hasta la Corte Suprema, que autorizó a la policía fronteriza a cortar el alambrado de púas. Pero el gobernador se ha opuesto y ha tendido más cercas.

Con un negocio de alquiler de kayak en ese río, Jessie Fuentes se ve directamente afectado por la situación: «Ese río hoy es una zona de desastre (…) El parque se está volviendo una base militar».

Aquí la reacción de activistas locales y líderes religiosos en la frontera.

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