El periodista Rubén Luengas expone una crítica a la política mexicana actual, enfocándose en la figura de Claudia Sheinbaum y su insistencia en ser llamada «presidenta» en lugar de «presidente». El autor considera que esta distinción lingüística es superficial y una distracción de temas más importantes, como la verdadera esencia de la democracia y la lucha contra la injusticia estructural en el país. Además, señala la manipulación mediática y la falta de autenticidad en los líderes políticos, destacando que la calidad humana no tiene ideología.
Se enfatiza la reflexión sobre la corrupción y el mal manejo del poder, criticando tanto a la izquierda como a la derecha por su hipocresía. Subraya la necesidad de no idealizar a las figuras políticas, argumentando que estas sirven a intereses superiores y que la verdadera transformación debe venir del esfuerzo personal y comunitario. La crítica también se extiende a la situación mediática y social en México, donde se denuncia la falta de un cambio estructural que elimine la injusticia persistente en la nación.
Finalmente se lamenta la pérdida de valores y la creciente superficialidad de la sociedad, especialmente en comparación con tiempos pasados donde las interacciones humanas eran más significativas. Concluye con un llamado a la reflexión y a la acción para mejorar la realidad cotidiana, alejándose de la influencia negativa de la política y enfocándose en la construcción de una vida más auténtica y plena.
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