¿Qué está sucediendo en Venezuela?

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Resulta evidente que segmentos radicales de la derecha venezolana no estaban dispuestos a esperar al siguiente proceso democrático. La oposición teme que el gobierno pueda contar con el tiempo necesario para atender los problemas reales de Venezuela.

El profesor de origen venezolano Miguel Tinker Salas nos indica que las extensas protestas de la oposición buscan afectar la estabilidad política y social del país, mediante estrategias que comprenden elementos de segregación racial, territorial y socio-económica.

Por Miguel Tinker Salas.

Edición en español por «Entre Noticias». Artículo original en inglés publicada en nuestra sección English Post (HACER CLICK AQUÍ).

Durante las últimas elecciones municipales del pasado diciembre, la oposición venezolana buscó convertir los comicios en un referéndum a la presidencia de Nicolás Maduro. A pesar de que la oposición venció en importantes áreas de Caracas y la ciudad de Maracaibo, el oficialismo agrupado en la coalición Polo Patrótico ganó sobre el 70 por ciento de las municipalidades del país. Estos resultados revelaron la incapacidad de la oposición de obtener la mayoría electoral a pesar de los serios problemas económicos y la pérdida de Hugo Chávez, el líder natural de la izquierda.

Tras venir de una dura derrota electoral, las recientes protestas de la oposición en febrero tomaron a muchos por sorpresa. Aunque Venezuela ha realizado 19 elecciones desde 1998 (con la izquierda venciendo en 18 de ellas), no hay otros comicios durante este 2014, una circunstancia inusual en un país con un ciclo electoral muy activo. Las próximas elecciones serán en diciembre de 2015, cuando los ciudadanos elijan a su nueva Asamblea Nacional. Una claúsula constitucional para llamar a un referéndum que pueda revocar al presidente del poder no puede ser convocada hasta el 2016.

Resulta evidente que segmentos radicales de la derecha venezolana no estaban dispuestos a esperar al siguiente proceso democrático. La oposición teme que el gobierno pueda contar con el tiempo necesario para atender los problemas reales de Venezuela, incluyendo la escasez de víveres, la inflación que alcanza el 56 por ciento y la criminalidad que es transversal en todos los estratos sociales. Por ello, no resulta sorpresivo escuchar a Leopoldo López (quien pretende reemplazar a Capriles como líder de facto de la oposición), cuando le preguntan hasta cuándo deben durar las protestas, y él responde “Hasta que se vaya” el presidente Maduro.

Esta no es la primera vez que la oposición busca recursos extra-parlamentarios para derrocar al presidente en Venezuela. Anteriormente, la oposición gestó un fallido golpe de Estado en 2002, luego de lo cual se realizó una huelga de la planta superior de la compañía petrolera en 2002-2003, que prácticamente paralizó la nación. Subsecuentemente, la derecha está comprometida en esfuerzos de desestabilización conocidos como la “guarimba” (barricadas) a principios de 2004, que tampoco fructiferaron.

¿Quiénes son los estudiantes?

Es erróneo asumir que todos los estudiantes venezolanos apoyan a la oposición; de hecho, muchos son aliados del gobierno. Además, el liderazgo estudiantil en actividades opositoras no es una novedad. En 2006, tras sufrir una serie de magros resultados electorales, colectivos de estudiantes, especialmente de universidades privadas, se convirtieron en el rostro fresco de la oposición, y participaron en las manifestaciones de rechazo a la revocación de la licencia de transmisión a la televisora RCTV por su participación en el golpe de Estado del 2002.

El carácter social de los estudiantes universitarios venezolanos ha cambiado significativamente desde la década de 1960 y 1970. La aplicación de políticas neoliberales en el campo educacional, el uso continuo de exámenes estandarizados de selección y la expansión de las instituciones universitarias privadas, ha transformado las características socio-económicas del estudiante universitario: la gran mayoría de ellos proviene de clases altas y medias.

Un cuento de dos ciudades y dos países

Muchos medios de comunicación están entregando la impresión de Venezuela se enfrenta a una rebelión de carácter nacional. La realidad es que las protestas están restringidas en ciertos territorios del país, en su mayoría barrios de clase alta y media, no ciudades completas. Gran parte del daño a la infraestructura y la propiedad ha ocurrido en estos barrios. Según cifras del oficialismo, son solamente 18 municipalidades (de un total de 335) las que concentran las protestas. El advenimiento de las fiestas del carnaval y de gente disfrutando de la playa y las vacaciones, da cuenta de una dicotomía evidente entre la realidad y lo que reporta la prensa.

¿Por qué Táchira?

Las protestas en el estado occidental de Táchira anticiparon las manifestaciones masivas en Caracas y el resto del país a parti del 12 de febrero, que fueron belicosamente encendidas por el intento de violación de una joven universitaria. El gobernador del estado de Táchira indica que nadie se le ha interponer una denuncia formal sobre la supuesta violación. Los estudiantes se tomaron las calles protestando por la criminalidad, mientras que el arresto de dos manifestantes de parte de la policía es referido como un factor que terminó avivando a los estudiantes. Las protestas en San Cristóbal se replicaron rápidamente a Mérida, donde se localiza el campus principal de la Universidad de Los Andes.

Sin embargo, como todo en Venezuela, los acontecimientos en Táchira son más complejos de lo que parecen. Algunos negocios en Táchira han lucrado enormemente del mercado negro de productos venezolanos subsidiados, que son enviados en contrabando a Colombia, donde son vendidos a precios mucho más elevados. Se estima que cerca de un 30 por ciento de los productos alimentarios básicos venezolanos han cruzado la frontera como contrabando. La escasez de víveres es especialmente evidente en Táchira y Mérida, donde las tiendas tienen sus estantes vacíos. Muchos ciudadanos promedio también se involucran en el contrabando para aumentar sus ingresos. La gasolina, que cuesta menos de 10 centavos el galón y cuyo subsidio cuesta al fisco 12.000 millones de dólares al año, también es parte del contrabando hacia Colombia.

Siendo Táchira el epicentro de estas actividades ilegales, que incluye un intenso contrabando y lavado de dinero entre venezolanos y colombiano. Varios de estos colombianos pertenecen a grupos paramilitares fronterizos que aprovechan el mercado negro para enriquecer y fortalecer sus redes criminales. En ese sentido, el esfuerzo del gobierno chavista de controlar estos ilícitos ha provocado hostilidad con sectores de la población.

La identidad Gocho

La identidad racial “gocho” (Andina y mayormente caucásica comparada con la raza mestiza y africana que es predominante en Venezuela) está siendo promovida en los estados andios de Mérida y Táchira, donde se ha convertido en un elemento central de las protestas, con gigantografías y letreros que proclaman el “poder gocho”.

Las protestas en estas regiones tiene un símil con la denominada “Media Luna” de Bolivia, donde los grupos conservadores son predominantes, promoviendo una identidad racial excluyente y la secesión del resto del país. Se ha sugerido que los estados de Táchira, Mérida, Trujillo y Zulia pudieran eventualmente convertirse en la versión venezolana de la “Media Luna” conservadora.

La batalla por el liderazgo en la derecha

Henrique Capriles está desesperado por avalar su liderazgo dentro de la coalición opositora, ante un Leopoldo López que lo ha opacado. Sin embargo, López no cuenta con la confianza de varios sectores opositores, incluyendo algunos estudiantes. Capriles ha manifestado su intención de dialogar para calmar los ánimos, pero rechazó una invitación del presidente Maduro, presionado por el ala más polarizada de la oposición. En una ocasión anterior, justamente había recibido críticas de la derecha más conservadora por estrechar la mano de Maduro.

Ante el reciente escenario, Capriles inicialmente indicó que los extremistas incitaban la violencia, una referencia cruzada a la izquierda y la derecha. Incluso ha criticado públicamente a López y la legisladora María Corina Machado por levantar falsas expectativas de que las protestar pudieran sacar a Maduro del poder. Sin embargo, será difícil para Capriles situarse como un moderador en la actual efervecencia política, ya que enfrenta un caso similar a los republicanos estadounidenses que deben confrontar al Tea Party dentro de su partido.

Para mantenerse como el líder de la oposición, Capriles debe apelar a la derecha más radical, que se rehúsa a negociar con el oficialismo. Sin embargo, para ganar elecciones, Capriles debe obtener el apoyo de sectores chavistas decepcionados y de las capas más pobres de la población. Mientras las protestas continúen y afecten la vida diaria de los venezolanos, le será muy difícil obtener la simpatía popular.

Conclusión

Venezuela no enfrenta una crisis parecida a la de Ucrania como la oposición ha sugerido. El presidente Nicolás Maduro retiene apoyo popular a lo ancho del país: no está es riesgo de correr un conflicto fratricida como lo que ha pasado en Siria. Una gran parte, pero sin duda no una mayoría, de la sociedad venezolana se ha alejado amargamente del gobierno. Indudablemente, el país enfrenta serios retos económicos y sociales, pero los esfuerzos de la oposición para hacer caer al gobierno solamente exacerbarán los problemas y las tensiones.

No hay evidencia que sectores amplios de la población, especialmente las capas urbanas pobres que más apoyan al gobierno, se hayan unido a las protestas que lideran sectores más acomodados. Esta división ha llevado a un comentarista colombiano a decir que “Venezuela es un país raro: es el único país donde los ricos protestan y los pobres celebran”.

Es dudoso que la oposición pueda mantener el nivel actual de la manifestaciones. Buscar sacar a Maduro del poder por vías no democráticas y sin tener apoyo popular es como un “callejón sin salida”, donde su compromiso con la institucionalidad, la democracia y la unidad de la sociedad venezolana está puesto en duda. Habiendo radicalizado su base, tendrán un gran desafío en desmovilizar sus seguidores si desean salvar su credibilidad en futuras elecciones.

Miguel Tinker Salas es profesor de Historia Latinoamericana en Pomona College, California, y ha escrito varios libros sobre Venezuela, incluyendo “The Enduring Legacy: Oil, Culture, and Society in Venezuela” (Duke University Press). Visite su página www.migueltinkersalas.com

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