La Boétie también se pregunta: ¿Qué sería si vosotros no fuerais encubridores del ladrón que os roba, cómplices del asesino que os mata y traidores a vosotros mismos?
por Rubén Luengas
México y el mundo necesitan de más personas que entiendan y asuman el significado de lo que el historiador y activista estadounidense Howard Zinn planteara al afirmar que «el problema no es la desobediencia civil, sino la obediencia civil».
Howard Zinn decía constantemente que en la lucha contra el sometimiento y contra lo injusto, en el desafío contra todo lo malo: «Nuestro problema es que la gente es obediente».
Muchos años antes que Zinn, el francés Etienne de La Boétie le llamó a esto mismo: «La servidumbre voluntaria». Parte del título de un libro que La Boétie escribo cuando tenía entre 16 y 22 años de edad contra el absolutismo y la corrupción en pleno siglo XVI , pero que podría haberse escrito hoy cuando la gente se deja desapropiar de sí misma y de su dignidad:
¡Pobres y miserables gentes, pueblos insensatos, naciones obstinadas en vuestro mal y ciegas para vuestro bien! ¡Os dejáis quitar ante vuestros propios ojos lo más bello y más querido de vuestro pasado: saquear vuestros campos, robar vuestras casas! ( La Boétie, Discurso de la servidumbre voluntaria).
La Boétie también se pregunta: ¿Qué sería si vosotros no fuerais encubridores del ladrón que os roba, cómplices del asesino que os mata y traidores a vosotros mismos?
Por las causas que sean, muchos mexicanos son extremada y voluntariamente dóciles y obedientes a los dictados de la propaganda política y mediática que les desapropia todos los días de sí mismos, de sus potencialidades, posibilidades y de su dignidad. Víctimas y cómplices al mismo tiempo de contenidos mediáticos diseñados por ladrones que les roban el valor tan democrático del derecho a la información, entendida esta como fermento indispensable para la reflexión y el pensamiento crítico, y no como la narrativa de entretenimiento disfrazado de noticia e información que busca en realidad imponer la agenda de lo que la gente debe o no saber, de lo que es o no importante y fabricando así el consenso y la uniformidad deseadas para el beneficio de quienes detentan el poder económico-político-religioso en esta nuestra «sociedad del espectáculo».
La hipótesis final de Etiene de La Boétie sobre la servidumbre voluntaria es que: «la causa principal de constituirse los hombres voluntariamente esclavos, consiste en que nacen siervos y son educados como tales; y de ahí se origina otra consecuencia, a saber: que los hombres fácilmente se vuelven, bajo los tiranos, débiles”.
Por eso México y el mundo necesita de más espíritus libres y desobedientes como el del escritor estadounidense Henry David Thoreau, autor de la obra clásica: Walden o la vida en los bosques, quien ante la mentira del presidente James Polk de que «se había derramado sangre norteamericana en territorio norteamericano», excusa para despojar a México de gran parte de su territorio e iniciar una guerra calificada en la época como «un festín de buitres», se negó a pagar sus impuestos como forma de protesta contra esa guerra injusta que tuvo como consecuencia que Thoreau fuera llevado a la cárcel; lo que le motivó más tarde a escribir su importante ensayo sobre la «Desobediencia civil»; habiéndose indignado profundamente por el bombardeo a la ciudad amurallada de Veracruz en marzo de 1847 en el que murieron cientos de civiles y en el que el General en Jefe del Ejercito Norteamericano Winfield Scott se negara a aceptar la petición que le hiciera un grupo de notables de permitir salir de la ciudad a los niños y a las mujeres.
Enorme la estatura ética y moral de Thoreau, que contrasta con la de muchos mexicanos que desde el poder o desde la sumisión, la obediencia y la servidumbre voluntaria, carecen por completo de la dignidad que sí tuvo el escritor estadounidense.
Escribo esto cuando «mareas ciudadanas» toman las calles de más de 100 ciudades europeas para protestar contra lo que llaman: «Austericidio», en referencia a las imposiciones de austeridad del Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea. Manifestación convocada por los «Pueblos unidos contra la troika» y que en las calles españolas ha hecho que miles de personas las ocupen al grito de «vuestra deuda no la pagamos».
No sabemos hasta dónde podrá llegar esta nueva manifestación de indignación europea, pero sí que se trata de una expresión de lo que podría madurar en una desobediencia civil justa y necesaria que sin enfrentarse directamente con la tiranía económica y política disfrazada de democracia, mucho podría lograr, como pedía La Boétie, con la sola decisión de dejar de sostenerla. Es decir, mudarse de la obediencia civil y la servidumbre voluntaria hacia el empoderamiento ciudadano y la renovada esperanza de la que hablara Howard Zinn:
“Tener esperanza en tiempos difíciles no es algo tontamente romántico. Está basado sobre el hecho de que la historia humana es una historia no sólo de crueldad, sino también de compasión, sacrificio, valentía, bondad. Lo que optemos por enfatizar en esta compleja historia determinará nuestras vidas. Si vemos sólo lo peor, eso destruye nuestra capacidad para actuar. Si recordamos esos tiempos y lugares, y hay muchos, donde la gente se ha comportado de manera magnífica, eso nos da la energía para actuar, y por lo menos la posibilidad de enviar este trompo de mundo a que gire en otra dirección. Y si actuamos, por más pequeña que sea la acción, no tenemos que esperar un gran futuro utópico. El futuro es una sucesión infinita de presentes, y vivir ahora tal como pensamos que deberían de vivir los seres humanos, en desafío de todo lo malo que nos rodea, es en sí un triunfo maravilloso”.