La asociación ultraderechista Tercios de Aguilar, homenajeó el pasado sábado aunque usted no lo crea, a los «valientes voluntarios alemanes» de la Legión Cóndor.
Por Rubén Luengas
La asociación ultraderechista Tercios de Aguilar, homenajeó el pasado sábado, aunque usted no lo crea, a los «valientes voluntarios alemanes» de la Legión Cóndor, quienes redujeron a cenizas Gernika en 1937 en el contexto de la Guerra Civil, cobrándose la vida de cientos de personas (Dicha asociación describió a los combatientes fascistas como «héroes, mártires y caídos nacionales durante la Guerra Civil» y contando con la autorización formal y por escrito de la Guardia Civil española y el gobierno presidido por el Partido Popular (PP) en el pueblo de Aguilar de Campoo.
«Creo que llevar a tus hijos a Gernika les resultará aburrido», me dijo un amigo estadounidense cuando le comenté en julio pasado mi intención de visitar con ellos el lugar donde el lunes 26 de abril de 1937 a las cuatro y media de la tarde, más de 60 aviones de la Legión Cóndor nazi, descargaron durante tres horas sobre Gernika toneladas de bombas explosivas y bombas incendiarias que destruyeron más del 90% de la ciudad.
Desayunando con mis hijos ya en la ciudad de Bilbao, en la primera mañana vasca de nuestro viaje, les platicaba que antes de Gernika, el 31 de marzo de 1937, la Aviación Legionaria italiana realizó el bombardeo de Durango, también en el País Vasco y que contrario a lo que se dice, el primer bombardeo de este tipo se produjo en noviembre de 1936 sobre Madrid, cuando el general Francisco Franco ordenó a la aviación alemana e italiana que bombardearan a la población civil con el propósito de desmoralizarla y facilitar la rendición de la capital.
«Bombardeo a Guernika», breve video documental.
Mis hijos parecían más entusiasmados con la visita a Gernika cuando les contaba cómo la propaganda franquista trató de desfigurar los hechos pretendiendo responsabilizar de la destrucción de Guernica a los «rojos separatistas». Sin embargo, reporteros de guerra británicos que se trasladaron a Guernica para informar de lo ocurrido encontraron pruebas de la autoría alemana del bombardeo.
Setenta y ocho años después, llegué con mi familia a Gernika con la expectación a cuestas y reproduciendo mentalmente la iconografía del célebre cuadro sobre el bombardeo pintado por Pablo Picasso:
«A la izquierda del cuadro un toro con el cuerpo oscuro y la cabeza blanca. Este voltea y parece mostrarse aturdido ante lo que ocurre a su alrededor. Bajo el toro se ve a una mujer, cuyo dolor está representado en sus ojos que tienen forma de lágrimas, sosteniendo en sus brazos a su hijo ya muerto, por lo que el niño no tiene pupilas en sus ojos. La mujer recuerda a ‘una piedad’. Mira al cielo con el rostro desgarrado y gritando de dolor….»
Repugnante resulta ahora la realización de un homenaje a los asesinos nazis que bombardearon Guernica aquel 26 de abril de 1937: «Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es incurable», decía Voltaire.
Felizmente, el augurio de mi amigo no se hizo realidad. Mis hijos se mostraron abiertos, sensibles, receptivos e impresionados por lo que vieron y escucharon en la ciudad vasca y en el Museo de la Paz de esa histórica comunidad, cuya misión es conservar, exponer, difundir, investigar y educar al visitante en las ideas básicas de la cultura de la paz y lo que ella ha tenido que ver con la historia de Gernika.
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"No hay caminos para la paz, la paz es el camino" Gandhi