¿Está surgiendo en EE.UU. un nuevo movimiento negro? – por Rubén Luengas

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Movimiento negro Estados Unidos

Observadores en EE.UU. han hecho comparaciones entre el asesinato de Michael Brown en Ferguson, Missouri, y el de Emmett Till, adolescente afroestadounidense de 14 años nacido en Chicago, brutalmente asesinado en la madrugada del 28 de agosto de 1955 en Misisipi, convirtiéndose en emblema de la la lucha por los derechos civiles.

Por Rubén Luengas

Profunda indignación recorre las calles de las principales ciudades de Estados Unidos. Se protesta contra el racismo y la impunidad de agentes policiacos que ni siendo sorprendidos con las manos en la masa son llevados ante la justicia para enfrentar las consecuencias legales de sus actos. Casos como el del policía blanco Daniel Pantaleo grabado el 17 de julio en un teléfono celular haciéndole una llave al cuello a Eric Garner, hombre negro y asmático de 43 años que gritaba desesperado, «no puedo respirar», quien, como fue comprobado por la autopsia del médico forense, murió como consecuencia de la llave ilegal aplicada por el agente Pantaleo. El del también policía blanco Darren Wilson quien el 9 de agosto abatió a tiros en Ferguson, Missouri, al joven negro desarmado de 18 años Michael Brown.

«Tras décadas de letargo y quietud inducidos, el Estados Unidos Negro está finalmente en marcha o buscando seriamente, por lo menos, maneras de resistencia para evitar ser arrojado más profundamente en el abismo», dice el activista y periodista afroestadounidense Glen Ford afirmando que «a diferencia de sus hermanos mayores, el movimiento por los derechos civiles (Civil Rights) y el Black Power, este movimiento recién nacido no tiene más opción que la de retar la legitimidad misma del Estado y sus órganos armados de coerción y de control, como la policía e inevitablemente todo el aparato de inteligencia y de seguridad nacional del régimen gobernante. Pobre bebé, pero ese es su destino».

Por su lado, el periodista de investigación George Mapp Jr, afirma que el sistema de justicia criminal en Estados Unidos está en quiebra: «La gente tiene más posibilidades de ser asesinada por la policía que por el grupo terrorista Estado Islámico o por el virus del Ébola». Según Mapp, oficiales de policía en EE.UU. «matan entre 500 y 1000 personas anualmente».

Observadores en EE.UU. han hecho comparaciones entre el asesinato de Michael Brown en Ferguson, Missouri, y el de Emmett Till, adolescente afroestadounidense de 14 años nacido en Chicago, brutalmente asesinado en la madrugada del 28 de agosto de 1955 en Misisipi, convirtiéndose en emblema de la la lucha por los derechos civiles. Ese mismo año de 1955, en Montgomery, Alabama, Rosa Parks se negó a cederle el asiento en el autobús a un hombre blanco, hecho que desencadenó movilizaciones de protesta en contra del sistema de segregación racial en el transporte público y posteriormente el movimiento de los derechos civiles: «Pensé en Emmett Till y ya no hubo marcha atrás», dijo una ocasión Rosa Parks.

El pasado 8 de noviembre, el presidente Barack Obama nominó a Loretta Lynch, afroestadounidense de 55 anos, para suceder a Eric Holder en el cargo de Secretario de Justicia. Se desempeña actualmente como procuradora en el Distrito Este de Nueva York y ganó reconocimiento nacional cuando acusó a policías de haber participado en actos de sodomía con un palo de escoba en contra del inmigrante haitiano Abner Louima, uno de los casos de abuso policial más escandalosos de la historia de Nueva York. Lynch es justo quien llevó el caso contra el policía Daniel Pantaleo por asfixiar a Eric Garner, quedando finalmente sin enfrentar cargos.

¿Qué habría pasado si aquel primero de diciembre de 1955, Rosa Parks se, paralizada por el miedo de ir a la cárcel, aceptara resignada la orden del chofer del autobús para cederle su asiento a una persona de la raza blanca? ¿Qué habría pasado si Parks no hubiese sido movida por la indignación del brutal asesinato de Emmett Till y antes de ella Claudette Colvin, que fue arrestada por la misma causa el 2 de marzo del mismo año y que junto a otras acciones significaron la chispa del movimiento de los derechos civiles encabezado por la convicción y la fuerza moral irreductibles de Martin Luther King?

Sin esa lucha reivindicativa que se nutrió de la formación cristiana del propio Luther King y de Gandhi para la técnica de la acción, el hijo de un hombre negro de Kenya y de una mujer blanca de Kansas, Barack Obama, no habitaría hoy la Casa Blanca, esa construcción emblemática de poder, terminada en 1800 y que paradójicamente fue construida, en su mayor parte, por esclavos afroestadounidenses y ocupada inicialmente por mandatarios que tenían esclavos, siendo estos la mayor parte del personal de la Casa Blanca hasta la muerte de Zachary Taylor en 1850, el último presidente esclavista. Tampoco sin esa lucha Loretta Lynch estaría siendo nominada para convertirse en la fiscal general de la nación; pero volviendo a lo que señala Glen Ford, han transcurrido «décadas de letargo y quietud inducidos», donde el caso de Obama o Lynch, entre otros, no significa que EE.UU. haya ingresado a una nueva era en sus relaciones raciales.

En el contexto de la celebración por los 50 años de la histórica «Marcha sobre Washington» por los derechos civiles en 2013, una encuesta del Centro de Investigación Pew (Pew Research Center), encontró que 45% de todos los estadounidenses está de acuerdo en que el país ha hecho «un gran progreso hacia la igualdad racial durante los últimos 50 años». Entre los afroestadounidenses, sólo el 32% compartió el mismo punto de vista al considerar que el trágico pasado racial no ha sido suficientemente superado. Es fácil suponer que los casos más recientes en Ferguson y Nueva York, han venido a robustecer ese pesimismo de profundas raíces históricas, que a pesar de la presencia de Obama en la presidencia, cree que Estados Unidos es una nación que sigue siendo esencialmente gobernada en el nombre de los blancos. Para ese 32% la era Obama está llena de contradicciones: Mientras un hombre negro es el Comandante en Jefe, Michael Brown, Eric Garner y miles de negros como ellos siguen siendo acechados, acosados, tratados brutalmente y hasta asesinados con absoluta impunidad sin importar evidencias como la grabación que captó en vídeo la asfixia provocada por el oficial Pantaleo a Garner.

El profesor de leyes de la Universidad de Harvard, Derrick Bell, decía en su cátedra en en los años 90 que EE.UU. está irremediablemente prisionero en su pasado, que «el racismo es un componente permanente, integral e indestructible de su sociedad y que los negros nunca obtendrán total igualdad en este país».

¿Será que Bell es prisionero de su pesimismo? Lo ignoro, pero lo que sí parece quedar claro es que el movimiento de los derechos civiles nació de un momento similar a este en el que según un estudio publicado por la organización Malcom X Grassroots Movement, «cada 28 horas una persona de la raza negra es asesinada por la policía u otros cuerpos de vigilancia en Estados Unidos», en el que la segregación racial y económica ha aumentado en muchas zonas urbanas y donde el desempleo entre los afroestadounidenses y los latinos es casi el doble que entre los blancos.

¿Estamos efectivamente como dice Ford, ante el nacimiento de un nuevo movimiento negro que no tiene más opción que la de retar la legitimidad misma del Estado y sus órganos armados de coerción y de control, como la policía e inevitablemente todo el aparato de inteligencia y de seguridad nacional del régimen gobernante?

Queda claro que el tema del racismo y la pobreza en Estados Unidos están estrechamente relacionados y la creciente pobreza estructural es sin duda un obstáculo mayúsculo para enfrentar el racismo que erróneamente muchos consideraban superado.

Quizá el peligro más latente que se asoma a este escenario estadounidense en el siglo XXI, está contenido en una frase de Alexis de Tocqueville: «Cuando el pasado ya no ilumina el futuro, el espíritu camina a oscuras».

¿Tienes alguna opinión?. Escríbela a continuación, siempre estamos atentos a tus comentarios.

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